EEUU enfrenta un creciente bloque de regímenes autoritarios antiamericanos en Latinoamérica y el Caribe. El resurgimiento de líderes dictatoriales y de extrema izquierda, combinado con la influencia china y rusa en nuestra región, presenta serias amenazas para nuestros intereses económicos y de seguridad nacional. Para llevar a cabo una plataforma consistente y que apoye los intereses estadounidenses en la región, EEUU deberá construir una nueva coalición de gobiernos afines en el hemisferio occidental.
Nuestra región se encuentra en un período de extrema convulsión. El ignorar esta situación plantea riesgos reales y consecuencias destructivas de gran magnitud. Una serie de problemas económicos, exacerbados por el COVID-19, han impuesto cargas extraordinarias a varios países en nuestro hemisferio. Los votantes recurren a las promesas vacías de los autoritarios y de los izquierdistas como fue el caso en México, Argentina, Perú, Chile y, recientemente, Honduras.
Beijing y Moscú ven esto y se aprovechan de la oportunidad para obtener más poder en nuestro hemisferio. La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) del Partido Comunista Chino (PCCh), que utiliza préstamos y proyectos de infraestructura masivos para atraer a países hacia la dependencia económica y política se ha extendido más allá de Nicaragua, Cuba y Venezuela a países como Argentina, Brasil, Barbados y Panamá. Mientras tanto, Rusia ofrece su propia ayuda a naciones latinoamericanas en forma de cooperación energética y apoyo militar. Recientemente Moscú amenazó con el despliegue de tropas a Cuba y Venezuela.
Más victorias autoritarias e izquierdistas en el hemisferio occidental serían desastrosas para nuestra nación. El caos en Latinoamérica y el Caribe les brindaría a los cárteles una mayor libertad operativa para enviar drogas y violencia a través de nuestra frontera. Si más países siguen el camino de Venezuela, Nicaragua y Cuba, también veremos nuevas oleadas masivas de migración ilegal y trata de personas. Simplemente no podemos darnos el lujo de permitir que los regímenes antiamericanos absorban nuestra región en su bloque político-económico.
Para contrarrestar el creciente eje autoritario en nuestro hemisferio, EEUU necesita una agenda más sólida para proteger y promover nuestros intereses nacionales.
Primero, EEUU necesita cooperar más estrechamente con nuestros aliados en la región en materia de seguridad y antinarcóticos. El Senador Bob Menéndez (D-NJ) y yo, presentamos la Ley de Estrategia de Seguridad del Hemisferio Occidental como una alternativa y solución. Este proyecto de ley le permitirá a EEUU resistir de manera más efectiva a los narcotraficantes y gobiernos autoritarios, incluidos los de China y Rusia, a través de acuerdos bilaterales y multilaterales con otras potencias regionales.
En segundo lugar, EEUU necesita ampliar su red comercial en el hemisferio occidental. Nuestra dependencia en China ha convertido a nuestras corporaciones en cabilderos y propagandistas de Pekín. Como lo reveló la escasez de equipos médicos en el 2020 y la crisis actual en nuestra cadena de suministros, nos han quitado nuestra independencia económica y resiliencia. Si bien, deberíamos traer la mayor cantidad posible de manufactura a EEUU, la expansión de la producción en Latinoamérica y el Caribe también sería muy beneficiosa.
Apoyar el aumento de capital del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por ejemplo, reafirmará el liderazgo de EEUU en la región y contrarrestaría los esquemas depredadores de China en contra de nuestros aliados. De manera similar, mí legislación bipartidista de Extensión del Programa de Impulso Económico haitiano reducirá la dependencia de nuestro país con artículos de ropa y prendas hechas con mano de obra de los uigures en China, quienes son víctimas de trabajo forzoso por parte de China. El proyecto de ley busca instar a las empresas estadounidenses a obtener estos productos de Haití. El desarrollar la economía haitiana reducirá la actividad ilegal en la región, incluyendo la migración ilegal a EEUU. Iniciativas como estas, que buscan fomentar la inversión privada en nuestro propio hemisferio, prometen beneficios significativos. Ofrecen la libertad de la influencia subversiva del PCCh, así como una economía nacional más fuerte y resistente. También ofrecen crecimiento y desarrollo estables para nuestros vecinos de la región.
Finalmente, la Casa Blanca necesita apoyar a nuestros aliados en Latinoamérica y el Caribe en sus esfuerzos por alcanzar la estabilidad interna. El COVID-19 ha ejercido una presión extraordinaria sobre los sistemas de atención médica y las economías de nuestros vecinos en el sur. Mientras tanto, la corrupción gubernamental y el desarrollo económico desigual continúan sembrando discordia. La educación internacional y la ayuda específica, como los envíos de vacunas contra el COVID-19, ayudarán a aliviar estos problemas.
Rusia y China no están activos en nuestra región para mejorar las vidas de los americanos o la de otros países de nuestra región. Les importa el poder y la influencia, no la estabilidad y el desarrollo económico. Necesitamos actuar de manera inteligente para llenar el vacío de liderazgo que existe en nuestra región en este momento.
EEUU no debe estar dando lecciones sobre el cambio climático, iniciativas secundarias, o haciendo demandas unilaterales. La Administración Biden debe comenzar a ofrecer una asociación realista con estos países, y eso comienza con asistencia específica y negociaciones económicas bilaterales. Hay mucho en juego para hacer lo contrario.