Presuntas condiciones
La demanda de los ciudadanos en materia electoral durante los lustros de Chávez y Maduro ha sido la celebración de elecciones con integridad, es decir, un proceso sin ventajismos donde no sea secuestrado el voto de la gente, y que los resultados sean producto de la voluntad del pueblo, circunstancias que han sido parte de las exigencias de la OEA, la Unión Europea y los países de la región que descansan en los valores de la democracia.
En una jugada sin precedentes dentro de la coyuntura venezolana, sectores mayoritarios de los partidos políticos de oposición han cedido ante la Asamblea Nacional que dirige Jorge Rodríguez, participando en el cambio de rectores del Consejo Nacional Electoral, incorporando dos integrantes de la oposición, y precisamente son estos voceros quienes informan los cambios de supuestas condiciones electorales.
De esta manera, junto con los representantes del Madurismo, afirman que están trabajando los acuerdos dentro del ente rector electoral, referente al cronograma electoral; habilitación de partidos; autorización de una tarjeta unitaria; revisión del padrón electoral; revisión del sistema automatizado del proceso de votación; y las reglas de observación electoral nacional e internacional.
Negocios de la Colina
Un sector político que por años vendió a los ciudadanos y a los aliados internacionales, un mantra del cese de la usurpación y un plan país que iniciaría la transición hacia la democracia, se mantiene cuidando su colina limitada de poder, enviando amenazas al gobierno de Maduro, de que no serán retiradas las sanciones impuestas al Estado venezolano, y hasta se atreven a colocar en línea de argumentos, los casos de lesa humanidad que está conociendo la Corte Penal Internacional, con la finalidad de que sean tomados en cuenta en las conversaciones que se realizan desde hace meses entre el gobierno y oposición.
Plantean dentro de su acostumbrada mercadotecnia mediática, una nueva propuesta que denominan “Acuerdo de Salvación Nacional”, propuesta que vale decir no ha sido avalada por la ciudadanía que desea la libertad de la Nación.
La pelea de este grupo político es salir del último lugar de popularidad, dado el rechazo que tienen tanto en el contexto nacional como internacional, al punto que encuestas serias evidencian que ese sector, solo supera a los maduristas en los grados de impopularidad.
Todas las piezas del tablero de la política venezolana actúan bajo intereses calculados, que metafóricamente lo presentamos como negocios de la colina, y así observamos:
1. El gobierno de facto, que intenta mantenerse en el poder, no solo del poder ejecutivo que calcula hasta el 2024 (fecha de elecciones presidenciales), sino aprovechando esta coyuntura, para afincar el poder judicial y el poder legislativo, hoy en sus manos. Ni hablar de continuar manejando las riquezas del país. Aunque están divididos en lo interno, mantienen una disciplina en torno a mantenerse en el poder, a sabiendas de que no hay grupos que capitalicen por los momentos sus divisiones.
2. Partidos tradicionales de la oposición, que buscan mantener sus gobernaciones y alcaldías conquistadas, tratando de obtener otros espacios en gobernaciones, alcaldías y legislaturas estatales y municipales.
3. Políticos del llamado itinerato: Se trata de una comuna cerrada que intenta avanzar dentro del proceso electoral, manteniendo las colinas de poder, en especial las obtenidas ante la comunidad internacional.
4. Un sector político integrados principalmente por Vente Venezuela, Alianza Bravo Pueblo, La Causa Radical, que han señalado claramente que no van a elecciones manejadas por un régimen.
En frente, una mayoría ciudadana, que alcanza según las encuestas serias de Meganalisis en un 80% de la población, que aceptó hace dos años el mantra político, que comenzaba con el cese de la usurpación, transición y elecciones libres. Ahora, convertidos en huérfanos de liderazgos que conduzcan al cambio de la conducción de poder, rechazando una negociación electoral, que entienden como una rendición política.
El safari electoral
Chávez utiliza el término de “escuálido”, para identificar a todo aquel que estuviese contra de su “revolución”, palabra que, según la Real Academia Española, proviene del latín squalidus, y significa: 1. Adj. Flaco, macilento, 2. Adj. P. us. Sucio, asqueroso. La oposición, en tiempos de elecciones con el candidato Capriles, responde con la frase de “enchufados” para identificar a quienes de han beneficiado de las mieles del poder en tiempos del chavismo/madurismo, y que significa según la RAE, 1. M. y f. Persona que ha obtenido un cargo o destino por enchufe.
Recientemente, comienzan en la oposición a usar el término “alacranes”, para referirse a los diputados de la Asamblea Nacional elegidos en el 2015, que se autoproclamaron directivos de esa Asamblea en el año 2020. El alacrán es un animal que pertenece a las especies de Escorpión arácnido, y son depredadores que cuentan con un par de pinzas de agarre y una cola estrecha y segmentada, donde se destaca un aguijón venenoso para matar a su presa y para su defensa.
Este término ha intentado ser acuñado en la política venezolana, para referirse a todas aquellas personas que no comulgan con el sector político que se identifican dentro del llamado “itinerato” que encabeza Guaidó.
Ahora, surgen movilizaciones de algunos políticos que hacen vida en la mayoría opositora, demostrando su claro interés de participar en las elecciones regionales, iniciando precampañas electorales, y no hay duda de que estamos frente a un proceso electoral donde la mayoría de la clase política que se agrupa en la Mesa de la Unidad Democrática participaran activamente proponiendo sus candidaturas.
Se integra en la política electoral, el “ciempiés”, una especie que vive oculto entre las piedras y en parajes húmedos, una clase de miriápodos de cuerpo prolongado y estrecho, que posee un par de patas en cada uno de los 21 anillos en que tiene dividido su cuerpo, con 2 antenas, 4 ojos, y en la boca mandibulillas corneas y ganchudas que, al morder suelta un veneno activo.
La esperanza ciudadana
Esta madeja en que ha caído la lucha por la libertad tiene un costo muy grande, y es el despojo de la esperanza de la población venezolana, diezmada por tantos atropellos, que no vislumbran una salida definitiva hacia la democracia. Los gritos de rabia se escuchan en todos sus niveles y aunque expresan su decepción, ahora las familias piensan en dedicarse a resolver como sobrevivir y abrirse un futuro.
El riesgo que enfrenta la lucha ciudadana es perder algunos logros, como el hecho de que Maduro no tiene legitimidad y es un detentador del poder, pudiendo ganar cierta beligerancia, y hasta lograr culminar su mandato hasta el 2024, razón por la cual debemos generar los liderazgos que el país reclama en estos momentos y entrar nuevamente en la lucha por la libertad de la nación.
Debemos seguir trabajando para defender el derecho de libertad de centenares de presos de conciencia y lograr la justica a los que han sido torturadas, asesinados, desaparecidos, los privados de libertad con prescindencia de la ley, las personas cuyos bienes y empresas han sido expoliadas, y más de 5 millones de venezolanos viviendo a su suerte fuera del país.
Seguir insistiendo en la ayuda humanitaria; el juicio ante la Corte Penal Internacional; demandar al Estado por las violaciones de derechos humanos; y activar los juicios internacionales por la corrupción transnacional que involucra a todos los delincuentes que se han provechado de los cargos políticos en Venezuela.
Diferida la justicia y por ende la democracia, en espera de nuevos escenarios de lucha
@miguelmartint_