martes 11  de  noviembre 2025
OPINIÓN

El sueño de competir con Nvidia: la trampa del capital fácil

Un análisis preciso para contar las cosas como son

Por Mookie Tenembaum

La historia de SambaNova condensa una de las lecciones más contundentes del boom de la inteligencia artificial (IA): no toda burbuja tecnológica se infla del mismo modo, ni todas las promesas de disrupción atraviesan el muro del dominio estructural.

Fundada con el impulso de competir con Nvidia en el corazón del cómputo para IA, SambaNova llegó a valer $5.000 millones de dólares en 2021, símbolo de una época en la que el dinero fluía con exuberancia hacia cualquier proyecto que pronunciara las palabras “chip” e “inteligencia artificial” en la misma frase.

Cuatro años después, la empresa busca comprador y su valoración ronda los $2.000 millones. El desplome no responde solo a un error técnico o de gestión, es el síntoma de un ecosistema que castiga con dureza a quienes confunden innovación con escala. La arquitectura RDA (Reconfigurable Dataflow Architecture) de SambaNova fue una apuesta ambiciosa por redefinir el procesamiento de datos mediante unidades reconfigurables más eficientes que los GPUs tradicionales. La idea era sólida, el diseño original, y los inversores abundaron.

Sin embargo, el verdadero poder de Nvidia no reside en la potencia de sus chips sino en la estructura invisible que los envuelve. Se trata de su ecosistema CUDA. Este software, adoptado universalmente por los desarrolladores, se convirtió en el equivalente digital de una infraestructura nacional. Se trata de un país entero frente a una startup.

Romper ese monopolio requiere miles de millones de dólares en incentivos, soporte y compatibilidad. La consecuencia es que muchas de las empresas que emularon o desafiaron a Nvidia, como Graphcore, Cerebras y Tenstorrent, quedaron atrapadas en la zona gris de las promesas tecnológicas sin ecosistema.

El dinero de riesgo que antes las alimentaba ahora se retrae. Y en ese repliegue aparece una distinción fundamental: una cosa es la burbuja que involucra a gigantes consolidados dentro de un sistema rentable como Nvidia, Microsoft o TSMC; y otra muy distinta es la burbuja de startups, sostenida casi exclusivamente por expectativas.

En esa segunda burbuja, el aire se agota más rápido. SambaNova se convierte así en la advertencia más clara de un fenómeno que muchos prefieren ignorar. El capital fácil que alimentó la primera generación de empresas de IA se evapora, y con él, la ilusión de que bastaba con tener una buena idea para desafiar a los titanes del cómputo. La IA es el futuro, pero la carrera por fabricar los chips que la sostienen ya tiene dueño. El resto solo intenta sobrevivir en la periferia de un imperio que no admite competidores.

Las cosas como son

Mookie Tenembaum aborda temas de tecnología como este todas las semanas junto a Claudio Zuchovicki en su podcast La Inteligencia Artificial, Perspectivas Financieras, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.

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