Hace poco, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, dijo que el presidente Donald Trump todavía tiene buenas posibilidades de ser reelegido gracias a su sólida base de apoyo, a pesar de experimentar un declive en los últimos meses.
"El mayor error en las ciencias humanas”, dijo Zarif en una entrevista publicada en Instagram, “es predecir especialmente en condiciones fluidas y graves, pero permítanme aventurar una predicción, de que las posibilidades de reelección de Trump se encuentran aún por encima del 50%".
Y añadió: "Por supuesto, sus posibilidades han disminuido considerablemente en comparación con hace cuatro o cinco meses".
Una declaración extraña que proviene de un funcionario iraní, cuya nación ha estado enzarzada en una larga relación conflictiva con Estados Unidos, que desembocó en la suspensión de relaciones diplomáticas en 1980 y que finalmente entró en una etapa oficial de conflicto abierto en 2020.
Sin embargo, Zarif reconoció una verdad política que es de dominio público: El mandatario estadounidense continúa teniendo una base dura de apoyo, que oscila entre el 30 y el 35 por ciento y que podría llevarlo a ganar la reelección.
Si bien es cierto que tiene una batalla asegurada, Trump aún debe ganar la guerra.
Texas al parecer es uno de los bastiones a recuperar, luego de que encuestas como Quinnipiac sostienen que solo tiene 1.5 puntos de ventaja sobre Biden, cuando en las elecciones pasadas obtuvo 9 puntos por encima de su contendora demócrata Hillary Clinton.
Desde el punto de vista político, la buena noticia es que, con el relajamiento de la cuarentena en la mayoría de los estados del país, las actividades de campaña se pueden reanudar.
Por lo pronto, Trump pospuso un evento electoral del 19 al 20 de junio, en Oklahoma, por estar muy cerca de dos fechas particularmente sensibles para la comunidad afroamericana: el aniversario del fin de la esclavitud, decretado por Abraham Lincoln en Arizona, y otro suceso ocurrido en Tulsa, en 1921, considerado como una de las peores masacres raciales en la historia de Estados Unidos.
En todo caso, el debate electoral ahora se centra en la conveniencia o no de votar en persona o por correo, debido a los posibles riesgos que todavía representa la presencia del COVID-19.
El mandatario es de la opinión que la votación por correo produciría los resultados electorales desfavorables para el Partido Republicano e incluso acusó a los demócratas de intentar utilizar la votación por correo como una vía para manipular el proceso.
En tanto que el exvicepresidente Joe Biden se comprometió a desplegar abogados en los colegios electorales de todo el país para vigilar la votación.
Los analistas electorales locales han desestimado las preocupaciones del Presidente y sostienen que el fraude y la corrupción en los procedimientos de votación por correo son relativamente raros y que si llegaran a ocurrir tampoco tendrían un gran impacto en el resultado final.
Mientras tanto, Biden, que en agosto será elegido formalmente como candidato presidencial del Partido Demócrata, señaló que Trump podría negarse a dejar el cargo si pierde y que de ser así, los militares tendrían que sacarlo de la Casa Blanca.
Es cierto que durante una campaña electoral presidencial los reclamos abruptos, la retórica volátil y los juegos de palabras de ambos lados son rutas comunes que los contrincantes siguen para generar atención y máxima publicidad.
No obstante, Biden, quien según las últimas encuestas está por lo pronto alrededor de 10 puntos por encima de Trump a nivel nacional, según Real Clear Politics, parecía serio cuando sugirió que el mandatario no aceptaría la derrota.
Como es de esperar, en una situación donde los ánimos están caldeados por el fragor de la competencia, todo este tema está tomando relevancia en la campaña electoral, y la acusación de Biden sobre las presuntas intenciones del jefe de Estado no podrían ser más incendiarias.
En cierto modo, están originadas en el temor dentro del Partido Demócrata de que Trump podría rechazar los resultados en noviembre, especialmente si el resultado no es concluyente o si hubo reclamos republicanos de votación fraudulenta generalizada.
Con escenarios tan inciertos, las "verdades políticas" no resisten predicciones.