Aunque no hay consenso sobre cuándo comenzó la llamada globalización, el intercambio de bienes y productos siempre ha existido, y de hecho se considera que la Ruta de la Seda, una red de vías comerciales entre Oriente y Occidente, que operó desde el siglo I a.C hasta el siglo XVIII d.C., fue fundamental en la promoción económica, cultural, política y religiosa del mundo.
Es un éxito histórico que Pekín trata de revivir con una nueva ruta que ya cuenta con más de 70 países miembros.
Y es que la globalización describe la interdependencia económica, cultural y social auspiciada por el comercio transfronterizo de bienes y servicios, tecnología, flujos de inversión, personas e información.
El término ganó popularidad después de la Guerra Fría, en la década de 1990.
“La globalización ha influido significativamente en el crecimiento global y el desarrollo sostenible, pero también implica desafíos y riesgos a menudo causados por desequilibrios en la distribución de sus beneficios y costos.” Sostuvo el secretario general adjunto de Asuntos Económicos y Sociales, Liu Zhenmin, durante la presentación del informe de Naciones Unidas en 2017.
"Cumplir la promesa de la globalización: promover el desarrollo sostenible en un mundo interconectado", llamando a superar los desafíos del comercio, la inversión, la tecnología, el empleo, la cooperación regional, el desarrollo, el cambio climático y la migración.
Dependiendo del cristal con que se mire, la inmigración puede ser una causa positiva o una consecuencia negativa.
John Williamson, quien fuera experto del Instituto Peter Peterson de Economía Internacional y controversial padre del Consenso de Washington, un conjunto de 10 recomendaciones económicas para los países en desarrollo afectados por la crisis de la deuda de los años 1980, dijo en 1998: “En particular, la migración está muy lejos de ser gratuita. Los profesionales altamente calificados tienen un grado relativamente alto de movilidad, pero los que no lo tienen a menudo enfrentan obstáculos para migrar a países con salarios más altos”.
Unas recientes imágenes que muestran un ataque incendiario en Chile contra un campamento de venezolanos, en protesta contra la inmigración irregular, fue condenado por el relator especial de Naciones Unidas, Felipe Gonzales, quien calificó el suceso como una “inadmisible humillación”.
De acuerdo con la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR) actualmente hay alrededor de 4.6 millones de venezolanos en países de la región.
La inmigración siempre ha dominado los titulares, especialmente cuando miles de centroamericanos llegan a la frontera sur de Estados Unidos, escapando de la violencia y falta de oportunidades económicas en sus países.
La situación en la frontera entre Estados Unidos y México no sigue siendo la mejor.
Al parecer, más de 9.000 migrantes que huían de Haití, devastado por un reciente terremoto, llegaron a la frontera de Texas luego de un largo recorrido por varios países de América Central y formaron un campamento improvisado debajo del puente que conecta Del Río, en Texas, con Ciudad Acuña en México
Cuando unos guardias fronterizos estadounidenses a caballo trataron de ahuyentar a los migrantes haitianos, al parecer usando látigos, las imágenes causaron conmoción.
La controversia se suscita porque el presidente Joe Biden prometió una política migratoria más humana, pero esas imágenes han socavado gravemente esa promesa.
Aunque Biden canceló la construcción del muro, la Casa Blanca continúa con algunas políticas implementadas por el expresidente Donald Trump, como, el Título 42, una medida de salud pública que permite expulsar a las personas hacia México o a sus países de origen.
Por lo pronto, el jefe de la agencia para refugiados de Naciones Unidas, Filippo Grandi, advirtió a Washington que las expulsiones a un país que aún sufre una peligrosa volatilidad, tras el asesinato del presidente de Haití y luego el gran terremoto, podrían ser una violación de las leyes internacionales.
La decisión de Biden de mantener la política de Trump de rechazar a la mayoría de migrantes, mientras el coronavirus sigue proliferando en todo el país, puede parecer sensata pero los métodos han enfurecido a los progresistas liberales del Partido Demócrata y ha dado munición a los republicanos para acusar a Biden de ejecutar un programa migratorio incoherente.