Ahora la oposición se encuentra ante una nueva disyuntiva tras la trampa maquinada desde el Palacio de Miraflores
Quizás la demostración más clara de que nla oposición venezolana fue claramente nderrotada en las pasadas elecciones municipales nes la tensión -cada vez más palpable- nentre los líderes de la Mesa de la nUnidad Democrática. Ni siquiera los esperanzadores nresultados cosechados por los ncandidatos opositores en las ciudades más nimportantes del país han conseguido apaciguar nlos ánimos que ya empezaron a caldearse ntras la derrota de Henrique Capriles nante un agónico Chávez en octubre de 2012. n
Mucho se habló en aquella campaña de nla falta de contundencia del líder opositor nfrente al ventajismo de un régimen que nse presenta con la coartada democrática npero que luego actúa como una dictadura ncuando tiene que imponer sus intereses. nDe aquellos polvos vienen estos lodos en nlos que tanto Leopoldo López como María nCorina Machado han denunciado de forma ninsistente la necesidad de reivindicar en la ncalle la victoria de la oposición el pasado 14 nde abril, cuando Maduro se"autodeclaró" npresidente entre acusaciones de fraude. n
Ahora la oposición se encuentra ante una nnueva disyuntiva tras la trampa maquinada ndesde el Palacio de Miraflores desde donde nMaduro ha puesto tres condiciones inasumibles npara dialogar con los alcaldes de la nMUD. La más humillante es la petición de nreconocimiento al Plan de Patria, considerada nla hoja de ruta socialista.
La partida nque le propone Maduro a los opositores es ncon las cartas marcadas y sentarse a jugar nde nuevo supondría una dosis insoportable nde ingenuidad. Es momento de sentarse, nhacer balance y marcar una nueva estrategia. nSi algo han demostrado históricamente nestos hombres y mujeres de ideologías tan ndispares es su capacidad de diálogo y su generosidad. nPero ha llegado el momento de ndar un golpe de timón.