Expertos en seguridad coinciden en valorar la capacidad ofensiva de Venezuela, Rusia y China, en especial de Rusia, en el uso del ciberespacio para propaganda o con mensajes que debiliten a los gobiernos que adversan.
Expertos en seguridad coinciden en valorar la capacidad ofensiva de Venezuela, Rusia y China, en especial de Rusia, en el uso del ciberespacio para propaganda o con mensajes que debiliten a los gobiernos que adversan.
Reportes de distinta procedencia confirman que el régimen de Maduro ha consolidado una maquinaria poderosa para aplicar presión política e influir en la opinión pública -dentro y fuera del país- a través del ciberespacio, con la sólida asesoría china y rusa. En Cuba la dictadura venezolana arremetió apenas comenzaron las protestas el 11 de julio pasado, a través de 6 millones 580 mil 287 tuits en defensa del dictador cubano Miguel Díaz-Canel, según el observatorio de tendencia digital Probox.
En Colombia la tecnología rusa y china ha sido utilizada también desde Venezuela contra el gobierno de Iván Duque. En ese sentido, la inteligencia de ese país determinó claramente el comportamiento de nodos (usuarios) de tuiteros y la multiplicación de mensajes alentando las protestas violentas en mayo pasado.
El apoyo ruso ha orientado a la dictadura para sostener su imagen y construir la narrativa hacia un contenido conveniente de propaganda lo que resulta en una ventaja muy poderosa porque esa mentira, el control de ese relato, es fundamental. En ocasiones se hace de tal manera que la audiencia siente que por su propia iniciativa ha llegado a “su” verdad sin percatarse de que fue manipulada y que solo ha procesado información sesgada.
Se trata, sin duda, de tiempos en los que el relato es un arma potente, tanto, que pasa a ser asunto prioritario de las fuerzas militares.
Un informe confidencial de la Dirección de Ciberdefensa del Comando Estratégico Operacional de la Región estratégica de defensa integral, REDI, central, de la FANB, es ilustrativo respecto a la importancia que el régimen concede a las redes 2.0 y 3.0, bautizadas según el documento, en Red Centauro 2.0 y Red Sucre 3.0. El texto fue emitido desde Yagua (Estado Carabobo) el 2 de marzo del año pasado, fue firmado por el contralmirante César Martínez Salazar y otros oficiales. Casualmente, circuló tres semanas después de la visita a Miraflores de Serguéi Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia.
Algunos de los objetivos que enumera el texto oficial son: elaborar una “estrategia defensiva y ofensiva en las redes sociales, desarrollar la capacidad de conducir operaciones en el ciberespacio y negar al enemigo la posibilidad de difusión de información negativa a la FANB, incrementar los niveles de penetración de información, planificación, ejecución monitoreo y control de operaciones de información, monitoreo permanente y posicionamiento de las etiquetas institucionales de las diferentes redes”.
El informe argumenta que se ha vuelto imprescindible fortificar la ciberdefensa ante “la amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional por parte de los Estados Unidos, en conjunto con países satélites (aludiendo a Colombia) y elementos y organizaciones políticas de extrema derecha en Venezuela, bajo los ideales del capitalismo salvaje que han venido impulsando acciones de subversión y terrorismo”.
El documento se refiere a que este nuevo escenario del ciberespacio “está presente en la guerra. Este escenario ha cobrado fuerza y es necesaria la ciberdefensa, la cual se hace imprescindible y necesaria, porque cuando el empleo del poder de las armas por sí sola no asegura el éxito de la misión, se procura reducir al mínimo las pérdidas humanas y materiales, así como las fuerzas y medios disponibles”.
El texto insiste en lo decisivo que resulta “mantener el control y la superioridad comunicacional en el manejo de la información, mediante las redes sociales” y sobre lo importante que es neutralizar opiniones negativas contra la FANB “que puedan afectar la moral, disciplina y voluntad de lucha de los efectivos”.
La parte operativa se centra en controlar los contenidos de Instagram, Facebook y Twitter. Para ello designan operadores responsables de crear, cada uno, seis cuentas en las redes sociales con instrucciones de eludir los controles. “Cada perfil avatar creado bajo nombre ficticio deberá ser humanizado, emulando el comportamiento de una persona real, evitando patrones mecanizados que puedan provocar que los algoritmos o inteligencia artificial de las plataformas lo identifiquen como una cuenta robótica; cada perfil de avatar debe crearse simulando géneros o perfiles psicológicos, sociales o ideológicos diferentes (parecer de oposición, por ejemplo)”, el paréntesis es mío.
¡Con cuanta naturalidad ordenan violentar la ley! Y dejan constancia escrita.
El documento precisa que las cuentas deberán interactuar con las cuentas estratégicas de la FANB, “generar comentarios positivos”. Las maldades quedan bajo absoluto control del comandante de la REDI Central quien dirigirá personalmente “los ataques de reputación a objetivos contrarrevolucionarios (..)”.
Para eso quedó el jefe de la REDI, para dirigir ataques a la reputación de venezolanos. ¿De dónde salió tanto cobarde?