domingo 16  de  noviembre 2025

La gata

Maria Luisa, más conocida por todos como 'La gata', por sus ojos levemente achinados y perspicaces, se convirtió en una de mis mejores amigas

Yo era nueva en el colegio. No tenía amigas. Tenía unos cuantos chicos que se me acercaban en el recreo y me dejaban cartas de amor y me decían que querían ser mis novios y algunos otros que me tomaban fotos en paseos escolares, pero amigos no tenía. En realidad extrañaba a mis amigas del colegio anterior. n

Fue la segunda o tercera semana de clases, cuando se me acercó una niña algo más baja que yo pero con bastante más personalidad, que me miró a los ojos y me dijo:"mira, ahora todos se mueren por ti, así fue conmigo el año pasado, pero créeme que el próximo año se olvidarán de ti y vendrá otra chica y serás historia. Yo me llamo Maria Luisa, ella es Isa, señaló a la chica de al lado". Me dijo todo esto con un encanto y una gracia que me hicieron sonreír. La amé. Entendí perfecto que no era una amenaza sino una solicitud de amistad, por ponerlo en términos modernos. n

Acepté, por supuesto que acepté, aunque los primeros años no andábamos mucho tiempo juntas, no estábamos en la misma clase, lo cual me apenaba mucho, pero yo sabía disimular. Ella siempre estaba rodeada de chicos y chicas, conversando animadamente, y cada vez que me veía me sonreía y me hablaba de algo. Me sorprendía su rapidez para crear una conversación, para hacerme reír y despedirnos sintiendo que podríamos ser grandes amigas. n

Crecimos y llegó la época de las fiestas de quince años. Era el primer quince al que yo asistía. Ella me llamó antes a mi casa y me dijo:"después de la fiesta vente a dormir a mi casa". Acepté encantada aunque con miedo. Miedo de no estar a la altura de su conversación animada, de su encanto al hablar. Fuimos a la fiesta, mucho no recuerdo de ese día, aunque no tomé nada, creo que a las justas tomé un daiquirí de fresa que ni me gustó, porque en esa época no tomaba, era una niña a la antigua, que todavía a veces abría un cajón y sacaba sus muñecas y jugaba con ellas. Nos pasó a buscar una agencia de taxi contratada en Lima conocida como u201ctaxi seguro u201d. Llegamos a su casa y su madre, que me recibió con gran alegría (a pesar de ser las 2 de la mañana), nos ofreció un plato de arroz chaufa, el cual comimos encantadas, a solas, en el comedor a oscuras, conversando de la fiesta, riéndonos en silencio. n

Desde ahí fuimos amigas para siempre. Maria Luisa, más conocida por todos como 'La gata', por sus ojos levemente achinados y perspicaces, se convirtió en una de mis mejores amigas. Desde entonces no extrañé más a mis amigas del colegio anterior. Nos cruzamos en quinto de media en clase de alemán y cómo nos reímos, inventamos un lenguaje en mímicas para copiarnos de lejos, porque la profesora nos sentó separadas a la segunda clase. Cuántas travesuras hicimos en el colegio, fueron muchas risas, tantas que todavía las recuerdo con emoción y siento que ya no me río así. Y sospecho que ella tampoco. n

Con ella íbamos al baño y nos bañábamos juntas. Conversábamos, mientras ella me jabonaba la espalda o yo a ella, todo en plan tranquilo de amigas, de cómplices adolescentes. Fumábamos cigarrillos juntas, mareándonos, hablando de chicos, del mal de amores, de la fiesta del fin de semana. Y como todas las amigas hablábamos de sexo y ella me preguntaba cómo era hacer tal cosa y tal otra con mi novio y yo le decía no sé, no lo hice todavía, porque me daba vergüenza contarle. Se quedaba a dormir a mi casa, o yo a la de ella casi todos los días. Nos quedábamos despiertas hasta tarde y dormíamos espalda con espalda. Vivió una semana en mi casa cuando mis mis padres habían viajado y yo acababa de terminar con mi novio, y me contuvo del llanto y la desesperación, aunque fue gracioso que un día llegáramos del colegio y yo encontrara la foto enmarcada de mi ex y yo juntos (porque creía que volveríamos, cosa que en efecto, que pena, ocurrió) totalmente volteada, de espaldas a la puerta, le dije:"por qué está así" y ella:"no sé, quizás es una señal", y luego de ver mi cara de pánico, porque de veras le creí que el cuadro se había movido solo en señal de que mi novio y yo no volveríamos, me dijo:"okay fui yo, yo volteé el cuadro antes de salir, cuando tú no te diste cuenta". Le dije eres mala y enseguida se me pasó y nos sentamos a ver la novela peruana Pobre Diabla, comiendo esa pasta que nos preparaban en mi casa, y volviendo a llorar (ahora sí con ganas) por un amor imposible que era ficción pero que nosotros sentíamos real. Teníamos dieciséis.

nY así fueron pasando los años, acabamos el colegio, fuimos a la universidad, tuvimos novios, terminamos con ellos, tuvimos otros novios, me mudé a otra ciudad, me casé y fui mamá, ella terminó la universidad en Lima y tiene un novio hace años que también es mi amigo. Cada una fue construyendo su vida en paralelo sin que eso nos alejara. n

Ella es ese tipo de persona que cuando me ve mal me interroga hasta saber lo que tengo. No le puedo mentir. Sabe todo sobre mí. Es ese tipo de amistad que sé que no volveré a encontrar. La siento siempre cerca, incluso ahora que estoy lejos. Creo que hay amistades que son tan profundas que no se acaban nunca. Uno ve a la persona después de tiempo y por alguna razón la confianza sigue siendo la misma. n

Por eso, no importa cuán lejos estemos, la amistad está ahí, intacta. Ella y yo ya no somos las mismas que hace dieciséis años, cuando nos conocimos en el patio del recreo, pero yo sigo encontrando en ella esa picardía con la que un día me dijo: u201cHola, yo soy Maria Luisa u201d.

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