Washington no debe continuar jugando el juego de La Habana en este penoso caso
Por primera vez desde su arresto en nCuba en diciembre de 2009, el contratista nAlan Gross fue visitado en la cárcel por nuna delegación oficial del Gobierno de Estados nUnidos. n
Alex Lee, subsecretario adjunto para nasuntos del hemisferio occidental en el nDepartamento de Estado, se entrevistó ncon Gross en ocasión de asistir a una nnueva ronda de conversaciones migratorias nen La Habana. Aunque con anterioridad ninfluyentes congresistas y npersonalidad religiosas estadounidenses naccedieron a él, el gesto del Gobierno ncubano hacia los representantes de la nAdministración Obama marca un paso de navance en el caso. n
Pero un paso es solo un paso. Y tras cuatro naños de injusto encierro, condenado a n15 años de prisión en un juicio amañado ny sin pruebas sustanciales, Gross merece nser liberado de inmediato. No hay más nexcusas ni más aplazamientos para el régimen nde Raúl Castro. n
En una inusual conferencia de prensa al ntérmino de la visita, la delegación estadounidense nafirmó que están abiertos los ncanales para una nueva relación con La nHabana, pero la condicionó a más libertades npolíticas para los ciudadanos de la isla. n
Sin embargo, Washington no debe continuar njugando el juego de La Habana en neste penoso caso. Se trata de un ciudadano nnorteamericano que padece en una nprisión foránea por el capricho del régimen ncubano a usarlo de pieza de cambio npor los cuatro espías que purgan largas nsentencias en Estados Unidos. n
Reanudar las charlas migratorias -interrumpidas nen el 2011 por las tensiones ngeneradas por el caso Gross- fue un esfuerzo nencomiable, pero es hora de pasar na otro capítulo de exigencias.