En los últimos 20 años, desde pintar las paredes con consignas degradantes, arrojar huevos y excrementos humanos, hasta la acción terrorista de lanzamiento de una bomba química contra mi casa y afectación de mi familia, son ataques abominables ejecutados por la policía política (DSE-G2) del régimen castrocomunista.
El lunes, 01 de noviembre de 2021, descubrimos que dos cerraduras de puestas exteriores de la casa del Dr. Biscet y su esposa la Lic. Elsa Morejón fueron saboteadas con la destrucción e inoperatividad completa. Recordamos los múltiples actos criminales antes ejecutados por la policía política en nuestra casa.
Sin embargo, existe algo verdaderamente aterrador y grave, tanto peor que el asesinato extrajudicial por las mutilaciones parciales de las personas y el gasto enorme en recursos médicos necesarios para sus investigaciones y posibles tratamientos y curas, que nos evoca a los traumatismos causados por las minas antipersonales y este es el ataque sónico, hoy definido como Síndrome de La Habana o ataque de energía de ondas dirigidas.
El 09 de enero de 2018, mi esposa Elsa y yo sentimos un ruido intenso en nuestro domicilio, sonido nunca antes percibido en nuestras vidas. Era tan semejante a los ocasionados a los diplomáticos y familiares estadounidenses en su embajada en La Habana, que lo definí, al día siguiente en un Twitter, del siguiente modo: Ataques sónicos sobre mi familia en mi casa, Lawton, La Habana. Ayer a las 07:20 pm, duración 20 minutos. Acuso al gobierno de Raúl Castro y su policía política (DSE) de este acto terrorista y de cualquier problema de salud que pueda desarrollarse en nosotros. Y adjunte video donde se puede escuchar sobre esa situación.
Asimismo, días después escribí un artículo de opinión en mi columna del Diario de Las Américas, titulado: El arma secreta de Castro: el ruido silencio sucio. En el comenté sobre las características físicas del sonido y su utilización en las cárceles cubanas como instrumentos de torturas por los oficiales del régimen. También describí el fenómeno físico del “Fantasma de la máquina” para el desequilibrio emocional y psíquico de los reos en los cuarteles de la policía política y los departamentos técnicos de investigación (DTI).
En aquella oportunidad dije que Castro no tiene dinero para alimentar al pueblo; pero sí, para comprar y crear armas que le den la superioridad militar en el terreno. Hoy digo que al parecer logro esos objetivos por la situación de guerra contra los diplomáticos y familiares estadounidenses y canadienses, a quienes afectaron su salud en Cuba.
La tiranía castrosocialista tiene ingenieros y técnicos nucleares que formaron en la Unión Soviética, para que trabajaran en la planta electronuclear de Jaraguas, en Cienfuegos; desde el 2001 clausuraron ese centro. Estos especialistas tienen la capacidad científica para la creación del arma de energía de microondas o de energía de ondas de cavitación y el régimen posee mucho dinero, que se puso en evidencia su capacidad monetaria e injerencia en varios países, por las declaraciones recientes en un tribunal español del exgeneral chavista Hugo El Pollo Carvajal.
El día en que mi familia fue atacada con la energía de microondas, se discutían el caso de los diplomáticos, atacados y lesionados, por los miembros del Comité del Senado de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos. Parecía como un desafío a lo acordado en ese Comité, cuando en la tarde noche aconteció el acto terrorista de estado en mi casa.
La demora y poco interés en descubrir y actuar enérgicamente contra los causantes de esos ataques de terror han estimulado y desencadenado varios actos similares en múltiples países, en Asia: China, Vietnam, Australia y Uzbekistán; Europa: Rusia, Alemania, Austria, Reino Unido y Serbia. En Las Américas: Cuba (donde primero comenzó, 2016); EEUU, en su capital Washington DC y más reciente en Colombia, 2021.
Los estadounidenses afectados con el Síndrome de La Habana son muchos en el mundo, pero culpabilizar a Rusia es más un deseo político ideológico que científico. Que se mostró con la falsa afirmación de la colusión de Rusia en las elecciones de EEUU, 2020, y la definición pública de Vladimir Putin como asesino por el mandatario Joe Biden; sin embargo, Fidel Castro, su hermano Raúl y Miguel Día-Canel nunca han sido clasificados en ese concepto por esa administración, cuando durante largos años han cometido crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y genocidio con el pueblo cubano y otras naciones.
Supongamos que Rusia es la autora intelectual y ejecutante del Síndrome de La Habana; entonces me pregunto qué hacían en mi barrio y en mi casa los servicios de inteligencia militar ruso (GRU).
En verdad, en la década de los noventa, pensé en una Rusia libre y democrática, que el joven inteligente, preparado y de carácter firme, seguidor de Borís Yeltsin, continuaría su legado democrático, por lo que se abrió una expectativa futura positiva con Putin para su gente y el mundo. Después devino en un hombre autocrático, violentando la frágil democracia naciente en Rusia y oprimiendo a su propio pueblo; por lo que condené enérgicamente, sobre todo el exceso de fuerza brutal en la solución del caso de los terroristas chechenos en un club en Moscú, que después con la invasión del territorio autónomo de esa etnia infringió la ley federal del país. También fue peor con otros países, al burlar las leyes internacionales y sus compromisos como Estado, con la invasión y ocupación de los territorios de Georgia y Ucrania (Crimea).
Si bien he condenado la postura tiránica de Putin y algunas de sus injerencias en otras naciones vecinas, ¿por qué sería yo un objetivo operativo para la GRU? No existen elementos prácticos convincentes para que la inteligencia militar rusa pasara por mi barrio y en especial por mi casa, con la realización de fechorías terroristas y dañar directamente a mi esposa y a mí. En realidad, no creo que la GRU haya ido hasta mi barrio y atacarme en mi propia casa, pero sí es una realidad concreta del régimen castrosocialista.