@RicardoEMontes
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Colin Kaepernick; un nombre que ha estado en boca de los atletas y periodistas de todos los deportes de los Estados Unidos en los últimos días, pero no por su actuación en el terreno, sino por actos de protesta.
Sólo tres puntos separaron, al para entonces prometedor quarterback de 26 años, de levantar el trofeo Vince Lombardi al ganador del Súper Bowl, cuando los Ravens de Baltimore vencieron a su conjunto de los 49ers de San Francisco, con una actuación que probablemente lo hubiese hecho acreedor del reconocimiento al Jugador Más Valioso de aquella final; que tan lejos parece estar de la realidad de Kaepernick tres años después.
Protagonista de una histórica caída en su juego, pasó de estar en ese escenario de lujo, en donde era proyectado a ser uno de los mejores en su posición, a hoy calentar la banca del conjunto de la bahía, perdiendo su puesto ante Blaine Gabbert.
Pero Kaepernick ha vuelto a ocupar un lugar protagónico en el escenario mediático, alejándose del plano deportivo y acercándose al social.
Ante los hechos que han venido ocurriendo en Estados Unidos, en donde han sobrado los casos del abuso policial, especialmente sobre personas afroamericanas, el mariscal de campo decidió alzar su voz, aunque de una manera más agresiva que otros atletas; como LeBron James, Dwyane Wade, Carmelo Anthony entre otros.
Cuando Kaepernick decidió quedarse sentado mientras entonaban las notas del himno nacional de su país, previo a un encuentro de pretemporada, abrió una puerta que puede llegar a ser histórica.
Sí, ante los comentarios radicales (unos positivos y otros negativos) decidió cambiar un poco el tono de su protesta, al arrodillarse, en vez de sentarse –lo que muchos tomaron como una manera de irrespeto—y diciendo que mantendría su posición hasta que se sienta representado por las acciones que han ocurrido en el país norteamericano.
Lo cierto es que, sin importar su bajo rendimiento en el campo, lo hecho por Kaepernick superó las palabras de los astros de la NBA ya mencionados.
Ha causado revuelo, sí. Unos lo critican, otros lo alaban, pero, ¿ese no es el propósito? Intentar comenzar un cambio en la mentalidad y consciencia de muchos perpetradores.
El movimiento se ha hecho sentir a lo largo de la jornada inaugural de la NFL, con varios jugadores siguiendo a Kaepernick y arrodillándose con el himno, otros entrelazando sus brazos e incluso se vieron puños alzados, al estilo del saludo de las “Panteras Negras” que hicieron Tommie Smith y John Carlos en los Juegos Olímpicos de México 1968.
En Miami el movimiento se sintió, y de ambos lados. En el primer juego de los Dolphins, Arian Foster, Jelani Jenkins, Michael Thomas y Kenny Stills se arrodillaron, haciendo que inmediatamente el equipo sacara un comunicado de prensa, entendiendo que no sancionarían a ningún jugador que ejerciera su derecho de protesta.
Pero cuando Stills no pudo recibir un pase que parecía terminaría en anotación para los delfines –que definiría el juego--, Christian Yelich, jardinero izquierdo de los Marlins, envió un mensaje en Twitter diciendo: “Muy preocupado por arrodillarse en el himno #Karma”, y aunque después quiso cambiar un poco la intención del comentario, algo ya quedaba claro; en el béisbol no se permitiría un acto tal.
Luego lo confirmó Adam Jones, jardinero de los Orioles de Baltimore. “El béisbol es un deporte de blancos”. Y aunque tal vez no esté tan acertado, entendiendo que deben haber pocos deportes con más diversidad que el béisbol, no existe una presencia de afro(norte)americanos como en otras disciplinas.
Lo cierto es que la historia nos ha enseñado que siempre que las protestas sociales y el deporte se juntan ha salido un resultado positivo. Y no, estos atletas no están irrespetando a Estados Unidos por arrodillarse cuando suena el himno, sino más bien están demostrando amor por su país, al ver que éste está tomando un rumbo injusto para muchos.