Por Frank Calzón
Politólogo cubano
Por Frank Calzón
Politólogo cubano
La cuestión de Cuba es un asunto de interés en estos días en la Florida, donde muchos no se han olvidado de la represión y el hambre a noventa millas, y algunos solo descubren su importancia en época de elecciones cada cuatro años.
Cuba y la política estadounidense hacia la dictadura castrista han sido tema de debate en las elecciones de esta nación desde 1960, cuando John Kennedy emplazó al entonces vicepresidente Richard Nixon a asumir una postura más fuerte contra Fidel Castro. Aparentemente el senador de Massachusetts no estaba informado de los planes del presidente Dwight Eisenhower, planes que heredaría al asumir la presidencia, y que con cambios substanciales culminaron en lo que todos sabemos. Kennedy asumió la responsabilidad del desastre de la invasión de abril 1961, y pago millones de dólares en rescate para liberar a la Brigada.
Cuba estuvo además en el centro de la crisis de Watergate debido a que en la administración Nixon creían que en las oficinas del Partido Demócrata había información sobre la injerencia castrista en la política estadounidense; eso explica la participación de exiliados cubanos en el asunto. Lo cierto es que el candidato demócrata, George McGovern, favorecía un arreglo con La Habana.
Fidel Castro volvió a ser centro de atención con una crisis de refugiados y los campos de detención en Arkansas, afectando así negativamente las aspiraciones del entonces joven, Bill Clinton. Muchos años después, es fácil olvidar y llegar a creer una versión algo inexacta de la historia.
A pesar de Bahía de Cochinos y quizás en parte debido a lo ocurrido, muchos políticos demócratas se distinguieron por su oposición al castrismo: los senadores Richard Stone (D-FL), Scoop Jackson (D-WA), Sam Nun (D-GA), Patrick Daniel Moynihan (D-NY) y los poderosos congresistas floridanos Dante Fascell y Claude Pepper, entre otros. Era la época en que los cubano-americanos elegían por amplios márgenes a demócratas anticastristas.
Eso era entonces, pero ahora, a pesar de la valentía y la dedicación a la causa de la libertad de Cuba del Senador Robert Menéndez (D-NJ) y el Representante Albio Sires (D-NJ), la política de los demócratas hacia la isla está en manos de los senadores Bernie Sanders y Patrick Leahy, demócratas por el estado de Vermont. Leahy fue quien facilitó a la esposa de uno de los espías castristas presos en EE.UU. el semen de su marido para que pudiesen concebir un hijo.
La confusión sobre el marxismo tropical, y el peligro para los Estados Unidos de su cercanía, no es estrictamente un asunto partidista como demuestran los esfuerzos del Senador Jeff Flake(R-AR) y otros políticos republicanos de estados agrícolas que promueven ventas de granos a crédito al régimen, que cuando Cuba no pague tendrá que asumir el contribuyente americano.
Las declaraciones durante la campaña electoral tienen menos importancia que las acciones del gobierno. En el caso del Presidente Barack Obama, los cubano-americanos confiaron en su promesa de no hacer cambios en la política hacia Cuba hasta que hubiese reformas en la isla, incluyendo la liberación de los presos políticos. Pero no fue así. Los acuerdos con La Habana se hicieron en secreto, a espaldas del congreso y hasta de los demócratas cubano-americanos en la cámara de representantes y en el senado.
Para la comunidad cubano-americana es imperdonable que el Presidente Obama indultara a un espía castrista que cumplía cadena perpetua por su participación en el asesinato de ciudadanos americanos de origen cubano cuyas avionetas derribaron mientras buscaban balseros en aguas internacionales.
Es difícil olvidar que el Presidente Obama retiró a Cuba de la lista de países que apoyan al terrorismo mientras terroristas asesinos de americanos buscados por el FBI aún viven en la isla bajo la protección de Raúl Castro. El general, cuando bailó la macarena con Obama, había condecorado a los pilotos asesinos de los mártires de Hermanos al Rescate.
En cuanto a la administración del presidente Donald Trump, esta ha cancelado muchos de los decretos ejecutivos, concesiones al castrismo que resultaban en millones de dólares con que el régimen financiaba sus tropas represivas en Venezuela y para la represión interna de los cubanos.
Es indudable que cualquier presidente americano encara numerosos retos alrededor del mundo: China, Rusia, Irán, Afghanistan, Bielorrusia, entre otros. Es precisamente por eso que los que aconsejan a La Casa Blanca sobre Cuba adquieren tanta importancia. No es difícil predecir la diferencia entre las recomendaciones de Marco Rubio y Mario Díaz-Balart y las que presentarían a un posible presidente Joe Biden sujetos como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez.
Politólogo cubano
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