En un procedimiento de prestidigitación es enmascarado el Síndrome de la Habana, como si fuera una enfermedad natural de causa exótica como el grillo de las indias (anurogrullys celerinictus) o más común entre los individuos obstinados en la sociedad, la histeria colectiva o reacción de conversión. Simplemente, no existe una acción de los enemigos por los intereses espurios de ciertos poderosos para exponer esa condición artificial.
El ataque sónico a empleados diplomáticos fue enmascarado en la prosapia médica como el síndrome de La Habana para ocultar un hecho grave a la soberanía de un Estado, el ataque bélico operativo de inteligencia contra ciudadanos estadounidenses en funciones diplomáticas y con su debida protección en sus tareas en el país acreditado en cumplimiento de los convenios internacionales de Ginebra.
Una miopía grave es estar enajenado de la realidad y, sobre todo, la miopía de la pseudociencia que rompe el sentido común y mata el pensamiento crítico y dogmatiza la vivencia en la sociedad. Hombres y mujeres de ciencia son los ojos científicos que velan en la práctica por los hechos naturales concretos que evitarían la influencia nefasta de la ideología y se deslindarían del calificativo de "ciencia sin seso, locura doble".
Una pócima de locura extrema ingirió por su propia voluntad la administración de Biden al censurar el criterio científico de personas e instituciones sobre la confirmación concreta del ataque sónico o incidentes anómalos de salud, para finalmente llamarlo Síndrome de La Habana.
Realmente, investigadores de centros científicos de diferentes instituciones de Estados Unidos han estudiado el caso del síndrome de La Habana, algunas de estas son: el centro de Acelerador de Investigación Clínica y Traslacional de la Escuela de Medicina de Yale, en New Haven, EEUU. Universidad de Stanford; el Departamentos de neurología y bioquímica del Centro Médico de la Universidad de Georgetown y el Departamento de Otorrinolaringología de la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami.
Asimismo, estuvo involucrada la Academia Nacional de Ciencia, Ingeniería y Medicina de EEUU (2020). Sendas publicaciones en la prestigiosa revista JAMA (Journal of American Medical Association) sobre los hallazgos de neuroimágenes en el personal del Gobierno de EEUU con posible exposición a fenómenos direccionales en La Habana Cuba, 2018. Las armas de microondas son las principales sospechosas de los males de los trabajadores de la embajada de EEUU [en Cuba] en The Science Times Newsletter, septiembre, 2018.
Por otro lado, fueron revelados otros reportes de investigaciones de exámenes de Marcadores biológicos y clínicos entre el personal del Gobierno de EEUU y sus familiares involucrados en los incidentes anómalos de salud, JAMA, 2024. La causa de la afección la tienen probablemente por microondas dirigidas o ataques con armas neurológicas en La Habana, según National Defense. Las investigaciones aún continúan sobre el síndrome de La Habana por las diferentes agencias del Consejo de Inteligencia Nacional.
En el Congreso de EEUU, la Comisión de Inteligencia del Senado y la de la Cámara de representantes han analizado sobre los incidentes anómalos de salud en varias ocasiones y las siete agencias del Consejo de Inteligencia Nacional y los resultados han sido muy pobre al exponer estas instituciones, solo una desde la primera y segunda convocatorias consideró la presencia de un proceso patológico, un arma novedosa y la posibilidad de agentes extranjeros y
en las ponencias de este principio de año, una cambio de resultados, considerando lo mismo que la anterior pero no atestigua la presencia del arma criminal y sí los actores foráneos.
El Congreso de EEUU hizo fuertes críticas a las agencias de inteligencia, que forman el Consejo de Inteligencia Nacional, en el Comité de Inteligencia del Senado y de la Cámara de Representantes, uno de los ejemplos fue el torpe trabajo de la CIA, que impidió el diagnóstico y tratamiento oportuno a las personas con afectaciones. Los congresistas tuvieron muchas entrevistas con el personal enfermo y sus familiares, algunos organizados en el Grupo de Defensa de las Víctimas del Síndrome de La Habana.
Ni grillos y mucho menos histeria colectiva determinaron los investigadores médicos estadounidenses cuando diagnosticaron correctamente y dieron la causa posible de los incidentes anómalos de salud o síndrome de La Habana, donde existen más de 1 500 empleados del gobierno y sus familiares.
Algunos de aquellos datos bibliográficos científicos son de James Giordano, profesor de los Departamentos de Neurología y de Bioquímica de la Universidad del Centro Médico de la Universidad de Georgetown y Douglas H. Smith, director del Centro para Lesiones Cerebrales y Rehabilitación de la Universidad de Pensilvania.
Un grupo de científicos cubanos castristas certificó que tal proceso de incidentes de salud anómalos sobre diplomáticos estadounidenses era un invento político para perjudicar al régimen gobernante de Cuba.
Al menos las personas de ciencia en Cuba las comprendo en su actitud lejos de la ética profesional investigativa, ya que viven bajo un régimen de terror comunista y están en juego no sólo sus trabajos sino hasta sus propias vidas. En los científicos cubanos influye más la ideología que ser parte de una cátedra de libres pensadores.
Cuba comunista ha cometido el delito de provocar los incidentes anómalos de salud o síndrome de La Habana, claramente, un ataque terrorista militar de alta especialización. Por cuanto sus obras tiránicas perversas llevan el sello de su carácter de un parásito temerario y pusilánime, que actúa a hurtadillas y en conciliábulos, como los secuaces aduladores del matón de barrio, usurpador del poder de una nación.