martes 7  de  enero 2025
OPINIÓN

Los rebeldes de Siria no son moderados

Un análisis preciso para contar las cosas como son

Por Mookie Tenembaum

En el complejo escenario del conflicto sirio, Hayat Tahrir al-Sham (HTS) evolucionó de un grupo desorganizado a una fuerza que es prácticamente un ejército. Este cambio plantea una pregunta crucial: ¿Debemos creer en su proclamada desvinculación de Al-Qaeda? La respuesta parece estar en la historia de la región, donde las aparentes rupturas suelen ser tácticas para ganar legitimidad, sin que las intenciones de fondo cambien.

HTS declaró en 2016 haber roto con Al-Qaeda, buscando una imagen más moderada. Sin embargo, los hechos pintan un panorama distinto. Hoy, este grupo no solo controla Idlib, sino que cuenta con una estructura militar sofisticada, una academia que forma combatientes durante nueve meses y unidades especializadas que incluyen infantería, artillería, tanques, drones y francotiradores. Además, desarrollaron una industria de armamento local que les permite fabricar misiles, drones y otros equipos militares, incluso con herramientas modernas como impresoras 3D.

El caso de los drones es especialmente alarmante. HTS convirtió lo que antes era un recurso limitado en una herramienta clave de su estrategia militar. Estos drones se utilizan para vigilancia y ataques suicidas, como el que llevaron a cabo contra una base aérea en la ciudad de Hama; y en misiones de precisión, como el ataque a una academia militar en Homs que dejó más de 100 muertos. Los modelos más avanzados de estos drones son capaces de lanzar granadas, atacar vehículos blindados e incluso transportar cargas significativas, ampliando su capacidad de daño. Además, han introducido misiles guiados, conocidos como Qaysar. Estos alcanzan objetivos a decenas de kilómetros, marcando un avance considerable en su capacidad ofensiva.

Esta evolución técnica no habría sido posible sin una estrategia de expansión y consolidación. HTS capturó armas del régimen sirio, incluyendo tanques, vehículos blindados y sistemas antiaéreos como el Pantsir ruso. También aprovecharon el mercado negro de armas, donde se trafican equipos entre las fuerzas del régimen y los rebeldes. Incluso el apoyo indirecto de Turquía, que equipa a grupos aliados, terminó beneficiándolos. Todo esto permitió a HTS convertirse en una amenaza mucho más sofisticada y organizada.

La lección histórica es clara: este tipo de movimientos estratégicos no son nuevos. Tanto la OLP, bajo Yasser Arafat, como Hezbolá en el Líbano utilizaron discursos de moderación o desvinculación para ganar legitimidad, mientras continuaban con sus agendas políticas y militares. En el caso de HTS, la narrativa de separación de Al-Qaeda parece ser una herramienta más de su arsenal estratégico, diseñada para confundir y ganar tiempo.

La comunidad internacional no puede permitirse el lujo de ignorar estos antecedentes. HTS no es un grupo rebelde desorganizado; es una fuerza militar avanzada que combina estrategias modernas con una agenda radical. Su capacidad para fabricar armas y desplegar tecnología avanzada como drones y misiles guiados los convierte en un peligro real y creciente. Creer en su transformación moderada no solo sería ingenuo, sino también una repetición de errores del pasado. La realidad exige un análisis frío y basado en los hechos: HTS sigue siendo, en esencia, lo que siempre fue, pero ahora con herramientas mucho más peligrosas.

Las cosas como son.

Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.

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