lunes 2  de  junio 2025
OPINIÓN

¿Nicolás Maduro se va a la guerra?

Nicolás Maduro estaría buscando en el Esequibo lo que podría ser su última carta en un intento de aferrarse al poder y mantener la cohesión interna de una fuerza armada descolorida, según el periodista Dámaso Jiménez

Por REDACCIÓN/Diario Las Américas

Artículo de opinión del periodista Dámaso Jiménez publicado en la plataforma Substack: En su desesperación por aferrarse al poder, Nicolás Maduro podría estar dispuesto a jugar una carta aún más peligrosa: la guerra.

En la región disputada del Esequibo, Venezuela busca recuperar lo que considera un territorio usurpado por Guyana, pero con un matiz cada vez más peligroso: el conflicto podría no ser solo territorial, sino también un desesperado intento de buscar legitimidad entre los militares y consolidar su liderazgo en Venezuela.

¿Qué busca Maduro nombrando un gobernador del Esequibo en su reciente fraude electoral?

Obviamente, Maduro usa el conflicto como una excusa para movilizar a las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB) en una operación bélica que, al menos desde su lógica, lo autoproclamaría como defensor de la soberanía nacional y permitiría poner de lado no solo las críticas internas sobre su ilegítimo mandato, sino los temores de una removida del poder.

Atrapado en una grave crisis económica y política, el Esequibo se convierte en su carta para fortalecer el nacionalismo venezolano y evitar una fractura definitiva.

Alarmas prendidas

El movimiento más reciente de Maduro ha sido la imposición de una “elección” en la zona del Esequibo, donde ha nombrado un gobernador y varios diputados para representar lo que, en la práctica legal, es un territorio bajo control exclusivo de Guyana.

Una puesta en escena en un microdistrito de 21,403 electores en el estado Bolívar, fronterizo con Guyana, creado desde Miraflores para el Fraude II (elecciones legislativas y regionales del 25 de mayo), terminó con un comandante de la marina venezolana aferrado a Maduro en el mediocre papel de nuevo gobernante de una botella vacía.

“Hoy el Esequibo tiene gobernador”, dijo el dictador Nicolás Maduro el domingo por la noche a sus legionarios del circo, momentos después de que se anunciaran unos resultados a su medida. Pero en los 160,000 kilómetros cuadrados del Esequibo administrados por Guyana, nadie vio la película, ni se dio por enterado del recién creado estado número 24 de Venezuela. Las 4,720 papeles del acto cultural que escogió la nueva autoridad del territorio de las rayas rojas y blancas en diagonal eran más falsos que un banco de monopolio.

La elección de (Neil) Villamizar no solo fue considerada un fraude por la comunidad internacional, sino una burla al sentido común, ya que no se celebraron en territorio Esequibo ni participación electoral de oriundos de la zona reclamada. La declaración de Maduro reflejó el enfoque agresivo que viene usando la dictadura venezolana contra la llamada nueva Dubái del futuro, buscando remover la narrativa nacionalista de una Venezuela en pie de guerra. “Villamizar tendrá todo nuestro respaldo para que el pueblo del Esequibo tenga todos los derechos como pueblo de Venezuela”.

La ONU y la Corte Internacional de Justicia (CIJ) conocieron inmediatamente las alarmas reafirmando el derecho de Guyana sobre el Esequibo y expresando su desaprobación por los intentos de Venezuela de imponer autoridades ilegítimas en la región.

En su disociación, Maduro intenta convertir un reclamo territorial en una acción legítima, al mismo tiempo que desafiaba el derecho internacional y la soberanía de Guyana. La falta de un registro electoral en la zona y las evidencias de irregularidades del proceso son indicios claros de un fraude electoral masivo que busca dar una apariencia de legalidad a un reclamo cuyo trasfondo es político: la necesidad de Maduro de mantenerse en el poder a la fuerza de forma ilegítima bajo una narrativa nacionalista y sensacionalista.

Salvavidas político

Maduro se enfrenta a un panorama interno complejo. Con un país sumido en la pobreza, una economía colapsada y un liderazgo cuestionado, la opción de un conflicto armado le permitirá canalizar las frustraciones internas hacia un enemigo común. Un enfrentamiento con Guyana, que representa un enemigo mucho más pequeño y con un ejército considerablemente menos preparado que el venezolano, podría convertirse en una herramienta para que el presidente venezolano proyecte su poder y mantenga el apoyo de la FANB, cuyas lealtades podrían comenzar a ser cuestionadas por la crisis interna del país.

El analista Phil Gunson, de Crisis Group, advierte que cualquier conflicto armado tendrá consecuencias considerables para la región. Según Gunson, Caracas podría verse tentada a utilizar su fuerza militar, sabiendo que sus posibilidades de victoria son mayores, pero cualquier acción de este tipo desencadenaría una respuesta regional e internacional inmediata.

Guyana, aunque más pequeña, tiene potentes aliados en el escenario global, como Estados Unidos, Reino Unido y Brasil, que ya han hecho gestos tangibles de apoyo. El despliegue de tropas y activos militares en la región, los ejercicios conjuntos con la Fuerza de Defensa de Guyana y las declaraciones firmes de apoyo de actores internacionales dejan claro que cualquier ataque contra Guyana podría desencadenar una guerra mucho más grande, involucrando a potencias internacionales.

Un conflicto armado por petróleo en esta zona podría generar efectos catastróficos, no solo por la pérdida de vidas humanas y desplazamiento forzado, sino también para los mercados de energía global, debido a que Guyana es ahora un importante y estratégico productor de gas y petróleo.

El análisis de Gunson resalta que, si bien Venezuela tiene una ventaja en términos de capacidad militar, la comunidad internacional reaccionaría de inmediato, lo que podría resultar en un conflicto más largo y costoso de lo que Venezuela podría permitirse.

Maduro estaría buscando en el Esequibo lo que podría ser su última carta en un intento de aferrarse al poder y mantener la cohesión interna de una fuerza armada descolorida, pero ni la marginada tropa desasistida, ni el corrupto alto mando militar, acostumbrado solo al brindis y al narcisismo, parecen dispuestos a dar la vida por el narcotirano.

La diplomacia sigue siendo la única vía realista para evitar un conflicto abierto, pero, con cada provocación y maniobra política, la probabilidad de un incidente accidental o un mal cálculo en los próximos meses sigue siendo alta. Nicolás Maduro nos recuerda a Leopoldo Galtieri en su afán de mantener la dictadura argentina a costa de una guerra en las Malvinas.

Si Maduro no abandona la escalada y respeta las decisiones de la Corte Internacional de Justicia, Sudamérica podría enfrentar su primer conflicto bélico en décadas, con consecuencias impredecibles para la región y el mundo.

FUENTE: Con información de Substack

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