Ya son dos semanas viendo a valientes ciudadanos llenar calles y avenidas en ciudades y pueblos de la geografía venezolana. Dos semana incluidos los días Santos que muchas veces han servido de break (descanso) y esta vez, mostraron más gente en las concentraciones de furibundos ciudadanos cansados de que una banda de delincuentes empoderados, banda por cierto cívico militar siga desde el Poder matando, imponiendo su ruin proceder y creyendo que a punta de terrorismo permanecerán eternamente en el gobierno.
Dos semanas donde no faltó la cosecha de muertos que es el único fruto que deja el castrochavismo desde que irrumpió aquel 4 de febrero de 1992 hasta ahora con Nicolás Maduro, marioneta de Raúl Castro, y que debo decir que se le ha perdido el miedo y es recibido con piedras y huevos en San Félix de Guayana, que repitió la demostración que hizo la noche del 2 de septiembre de 2016 buena parte de la población del sector Villa Rosa, municipio García, del estado Nueva Esparta, cuando creyéndoles castrados se presentó a “Inaugurar” casas que habían sido entregadas décadas atrás por el gobierno de Jaime Lusinchi y pretendió darse “Baño de pueblo” y lo hicieron correr a punta de gritos y cacerolas. Dos semanas donde como ya les he dicho “Las candelitas” no se apagan, por el contrario, se multiplican, se convierten en incendios de ira que trasladan el miedo a esos capos que se están dado cuenta que la gente despertó, que el ciudadano digno no come cuentos y está contagiando de coraje a muchos que se habían conformado con mendrugos lanzados por los que les han saqueado el país y condenado a la miseria como sino irreversible.
Caracas arde, Barquisimeto también… La ciudad de Los Teques se enfrenta valerosa a las Brigadas de Acción Rápida que aquí les han colocado el mote de “Colectivos” y que son hechura cubana con las cuales, junto a la complicidad militar, pretenden repetir el infierno antillano. Táchira sigue demostrando la bravura andina, Mérida, ciudad de los Caballeros, también junto con todo el estado enseña la ira de sus ciudadanos, Bolívar, entidad convertida en lupanar y botín despierta enardecida… Es Venezuela toda, Venezuela a secas sin remoquetes impuestos por traidores que manosean a próceres y prostituyen nuestra historia. Y hasta este momento que escribo van asesinados por las hordas castrochavistas integradas por Guardia Nacional y colectivos, Jairo Ortiz (19 años) Ricarda González (87), Daniel Queliz (20), Miguel Colmenarez otro joven al que propinaron 11 disparos, demostrando que no hay medicinas ni medicamentos, pero si municiones para silenciar a una ciudadanía harta; Brayan Principal de solo14 años, Jey Amaro (37) y Gruseny Calderón (31) asesinado a quemarropa con perdigones que destrozaron sus vísceras, cercenaron sus ilusiones y silenciaron su voz libertaria.
Y aclaro aquí un error que escucho repetir y que además de absurdo beneficia a la canalla roja. En Venezuela no hay guerra civil ya que ésta solo existe en países y zonas de conflicto donde están armados los dos bandos. Esto que el mundo entero ve que sucede, es la masacre de unos asesinos en el Poder contra valientes desarmados. Esto es la orden que recibe Maduro de los verdugos que integran la nomenclatura cubana, desesperada ante la pérdida de lo que Hugo Chávez y toda su horda de indignos, matones y ladrones les convirtió en la provincia número 15, la siempre ambicionada, la llena de recursos, la hoy ensangrentada y humillada Venezuela, país mancillado al que repetiré mil veces, no podemos acostumbrarnos porque hacerlo nos degrada y que hay que defender de los que quieren quedarse no importa si sobre muertos, sobre hambre, sobre odio… Tierra donde un niño de 12 años un guardia nacional asesinó en el 2014 mientras ponía a volar su imaginación junto a su cometa, y hoy sigue cosechando muertos que generan los jornaleros del horror.
Protestas también el Viernes Santo, cuando no se celebra la Eucaristía y los católicos adoran la Cruz. Y este pasado Viernes Santo en Venezuela asumimos no solo esa cruz donde murió Cristo, sino la cruz que llevamos hace 18 años y donde ha muerto la república, ha muerto la libertad, ha muerto la paz y han muerto cientos de miles de seres arrollados por un elemental violento destilando odio y trajeado de rojo, y no precisamente vestido así emulando al sacerdote y al diácono que de rojo buscan avivar el recuerdo de la sangre derramada por Jesucristo en la cruz… De rojo visten porque es el color de la violencia, de la barbarie.
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