El giro chavista de la presidente Cristina Kirchner en su último tramo al frente de la Argentina buscaría un doble propósito
Las últimas semanas parecen confirmar un "giro al chavismo" en la administración de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Al entrar en la última etapa de su Gobierno -dejará el poder en diciembre de 2015 sin poder aspirar a un nuevo período presidencial- la jefa de Estado argentina consolida su tendencia de acercamiento progresivo al proyecto bolivariano. n
nDesde el inicio de la gestión kirchnerista, inaugurada por su extinto marido Néstor Kirchner en mayo de 2003, la política del matrimonio presidencial argentino se situó oscilante entre el modelo del Socialismo del Siglo XXI y las administraciones más "racionales" de la región. El prestigioso analista político Rosendo Fraga explicó desde un principio la política exterior kirchnerista: a la derecha de Chávez y a la izquierda de Lula. n
nSin embargo, los desafíos que la gestión kirchnerista enfrentaría llevarían a su Gobierno a un acercamiento cada vez más claro con el bloque chavista. n n
En ese plano deben analizarse algunas conductas del oficialismo argentino en estas últimas semanas. Ante una creciente inflación -que el Gobierno pretende ubicar en torno al 15 por ciento pero que los analistas económicos independientes sitúan cerca del 40%- el ministro Axel Kicillof ha impulsado la sanción en el Congreso de la Ley de Abastecimiento. La herramienta legislativa, propuesta por un funcionario que se auto-define como marxista, otorga amplias facultades discrecionales y arbitrarias a la administración para controlar comercios y empresas. Pese a la oposición de todas las cámaras empresariales del país, el kirchnerismo logró aprobar la iniciativa en el Senado, la semana pasada y se apresta a imponer su mayoría en la Cámara baja en estos días. n
nEn el mismo sentido, el canciller argentino Héctor Timerman ha llamado en queja al encargado de Negocios de los EEUU, Kevin Sullivan para expresar el "desagrado y malestar" del gobierno de Cristina Kirchner por las expresiones del funcionario norteamericano, consideradas una "intromisión" en los asuntos internos del país. El diplomático había dicho, días antes, que su Gobierno esperaba que la Argentina encontrara rápidamente una solución para salir de la situación de default, una fórmula formal y aséptica que en cualquier otra circunstancia hubiera significado tan solo un comentario protocolar pero que consiguió alterar el ánimo de la susceptible mirada oficial del Gobierno kirchnerista. Sin embargo, el episodio esconde una realidad mucho más significativa: el presunto enojo de la presidente Cristina Kirchner por la reticencia de la Casa Blanca en recibirla en visita oficial. En efecto, desde hace más de diez años que ningún presidente argentino es invitado a viajar a los EEUU en forma oficial. La última vez que un mandatario de nuestro país fue recibido en la Casa Blanca fue en julio de 2003, cuando Néstor Kirchner llevaba tan solo pocas semanas al frente de la Argentina. Para tener una idea del nivel de aislamiento que dicha situación significa conviene tener en cuenta que hasta el dictador Jorge Rafael Videla (1976-83) se entrevistó con Jimmy Carter en septiembre de 1977 en el Salón Oval. n
nSometido a un fuerte cuestionamiento por parte de la prensa internacional -casi no hay día en que los principales diarios del mundo critiquen al Gobierno kirchnerista por su arbitrariedad en el manejo de la economía y su permanente actitud de desafío al sistema capitalista- la administración de Cristina Kirchner parece haberse replegado en una política neo-tercermundista. En este plano debe entenderse el alborozo provocado entre sus filas por la votación favorable de la Asamblea General de las Naciones Unidas a la propuesta argentina -a través del Grupo de los 77 más China- de creación de una Convención Internacional para la regulación de las reestructuraciones de deudas soberanas. Una mirada más prudente aconsejaría, sin embargo, una revisión sobre los apoyos y negativas recogidas. Pese al número abrumadoramente mayoritario a la resolución, que contó con el acompañamiento de 124 naciones, 41 abstenciones y solamente 11 votos negativos, la realidad de los hechos muestra que entre estos últimos se encuentran las naciones más ricas del mundo. Concretamente, se pronunciaron en contra los Estados Unidos, Alemania, Japón, Inglaterra, es decir, cuatro de las cinco primeras economías del mundo. n
nPero no solamente en el plano económico y de política exterior el Gobierno kirchnerista parece estar encaminándose a una profundización de sus tendencias más "bolivarianas". En el frente interno, el pasado día 13, el hijo de la presidente, Máximo Kirchner, encabezó un promocionado encuentro de casi 40.000 jóvenes de La Cámpora, la agrupación estrella del firmamento kirchnerista. Allí, en un acto en el estadio de Argentino Juniors, el hijo presidencial desafió a la oposición a "ganarle a Cristina". Rápidamente, ante la imposibilidad jurídica de aspirar a un tercer mandato presidencial consecutivo por parte de la jefa de Estado, los principales actores del ultracristininismo desnudaron sus tendencias más antidemocráticas: un diputado oficialista habló incluso de "cerrar el Congreso". n
nEl giro chavista de la presidente Cristina Kirchner en su último tramo al frente de la Argentina buscaría un doble propósito. Por un lado, fortalecería la idea de la "gesta revolucionaria" que el Gobierno ha pretendido imponerle a su gestión de manera creciente en los últimos años y por otra parte, tendría el efecto no confeso pero implícitamente pretendido de crear las condiciones políticas para arruinar las chances electorales de cualquier candidato de origen peronista para el próximo turno presidencial. En efecto, de los tres principales aspirantes a la Casa Rosada, dos son peronistas: Daniel Scioli y Sergio Massa. El tercero, es el centrista Mauricio Macri. Los tres, sin embargo, parecen cortados por una misma tijera en el plano ideológico. Comparten una casi igual visión del mundo y entienden que la Argentina debe iniciar un camino de acercamiento al sistema económico global, a través de una madura relación con los EEUU y una agenda de desarrollo moderna. n
nLa intención de Cristina Kirchner parece ser afirmar hasta el último minuto de su Gobierno el sesgo bolivariano de su administración para así irse del poder envuelta en una bandera revolucionaria que oculte la gigantesca inflación y los fracasos evidentes de sus casi doce años al frente del poder para así soñar con liderar la oposición y volver triunfalmente en 2019.