La prometedora relación entre el presidente Donald Trump y su par ruso, Vladimir Putin, parece finalmente haber llegado a su fin. Y es que han sido ocho meses de drama, decepción y frustración.
La semana pasada, Trump autorizó a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a derribar drones y aviones de combate rusos si sobrevolaban el espacio aéreo de los miembros de la Alianza
La prometedora relación entre el presidente Donald Trump y su par ruso, Vladimir Putin, parece finalmente haber llegado a su fin. Y es que han sido ocho meses de drama, decepción y frustración.
La semana pasada, Trump autorizó a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a derribar drones y aviones de combate rusos si sobrevolaban el espacio aéreo de los miembros de la Alianza, un anuncio que provocó una airada respuesta de Moscú.
El embajador ruso en Francia, Alexey Meshkov, declaró en una conferencia de prensa que si un avión ruso era derribado se desencadenaría una guerra.
La advertencia se produjo después de que drones y aviones de combate rusos cruzaran los espacios aéreos de Polonia, Rumanía y Estonia.
Múltiples drones también entraron en Dinamarca y el gobierno de Copenhague hizo pública su sospecha de que eran rusos.
Estos alarmantes acontecimientos pusieron de relieve el deterioro de las relaciones entre Washington y Moscú.
El segundo gobierno de Trump había comenzado con un gran optimismo ante la posibilidad de que el mandatario pudiera usar su influencia para persuadir a Putin de negociar el fin de la guerra en Ucrania, detener las violaciones del espacio aéreo de la OTAN y los ataques cibernéticos contra Estados Unidos y Europa.
Se suponía que la reunión entre ambos líderes, en una base militar a las afueras de Anchorage, Alaska, marcaría el inicio de una nueva era de relaciones productivas entre La Casa Blanca y el Kremlin.
Pero ha ocurrido lo contrario, culminando con la advertencia de guerra del embajador ruso en París.
Trump ahora afirma que Putin lo ha defraudado, pero parece claro que el líder ruso nunca iba a negociar la paz en Ucrania, a menos que fuera estrictamente bajo sus términos, ninguno de los cuales sería aceptable para Kiev.
Tras el drástico cambio de Trump sobre Ucrania, al declarar que, con el apoyo adecuado, el ejército ucraniano podría recuperar todo el territorio ocupado por las tropas rusas, no parece por lo pronto haber perspectivas de un acuerdo negociado para poner fin a la guerra. Trump, en efecto, aconsejó a Ucrania que siguiera luchando y no buscara la paz.
Por supuesto, puede que haya sido un astuto plan del mandatario estadounidense para provocar a Putin a buscar una solución diplomática, pero el ruso no ha dado señales de considerar algún tipo de compromiso.
Además, tras las incursiones deliberadas de drones y aviones de combate rusos en las fronteras de la OTAN, pareciera que Putin está más decidido que nunca a provocar a la Alianza.
¿Podrá Trump reavivar la comunicación con Putin antes de que la situación se vuelva aún más peligrosa? O será inevitable que la OTAN y Rusia se vean envueltas en un conflicto directo, como han sugerido algunos comentaristas militares.
Esta perspectiva es tan alarmante que Trump es probablemente el único que puede contactar directamente con Putin y hacerle entrar en razón.
Si bien hasta ahora, todos los esfuerzos para cambiar las tácticas agresivas de Putin han fracasado, si no se hace algo pronto para detener la retórica belicista, el más mínimo error de cálculo podría conducir a una confrontación entre Rusia y Occidente por lo que es imperativo que se produzca otra cumbre entre Trump y Putin, antes de que sea demasiado tarde.