Camila Acosta / Especial
El régimen cubano ha desarrollado un lobby político fuerte, que le ha servido para ganar espacios y vender su “revolución”. Eso hay que contrarrestarlo
Camila Acosta / Especial
La Habana.- El martes 2 de abril sesionó en Miami el Foro “¿Qué podemos hacer por el pueblo de Cuba?”, organizado por el Interamerican Institute for Democracy (IDD), en colaboración con Infobae, Patria de Martí y The CubanAmerican Voice. El evento contó con la participación de expertos y una representación de figuras del activismo por la defensa de los derechos humanos y la libertad de Cuba.
Todos los participantes radican en el exilio y, aunque fue una iniciativa encomiable y se agradece el apoyo a la causa cubana, ese fue el principal error. ¿Cómo se puede hablar del pueblo de Cuba e idear estrategias para apoyarlo si no se escucha también a las personas que viven dentro de la Isla?
Hace unos días uno de los participantes en el foro me contactó para invitarme al evento, también me pidió sugerencias de personas dentro de Cuba que pudieran estar. La propuesta me pareció estupenda porque considero importante y necesario darle voz a quienes estamos al interior, a los que padecemos la represión a diario, a los que contamos la realidad cubana y luchamos en la primera línes en contra de la tiranía. Pero, unos minutos antes de iniciar las ponencias, se me avisó que ya no sería necesaria mi intervención.
Si es que a alguien le resulta necesario este ejercicio de exorcismo de ideas de quien lleva casi cinco años ejerciendo el periodismo frontal contra el régimen en Cuba, estudiando y contando la realidad cubana, y se niega al exilio pese a todas las presiones y la represión, expongo algunas sugerencias de elementos que considero necesarios para apoyar al pueblo de Cuba, siempre partiendo de la premisa de que el sistema cubano no es reformable.
No en vano algunos activistas han expuesto durante años que la oposición en Cuba es una “oposición descalza”, con apenas recursos para su subsistencia. Y además de esta triste realidad, se suma el escaso apoyo para visibilizarlos. Lamentablemente, el foco de la lucha en los últimos años se ha trasladado -consciente o incoscientemente- al exterior del país.
Quienes lo hacen, desconocen o se desentienden de una realidad incuestionable: que sin un frente al interior, sin un activismo fuerte dentro de Cuba, cualquier esfuerzo del exilio será en vano.
Cuando hablo de fortalecer un liderazgo me refiero no a una sola persona u organización sino a varios grupos, personas o movimientos que sean capaces de canalizar o capitalizar el malestar social y volcarlo en demandas y un activismo político fuerte.
En los últimos tiempos mucho se ha comentado sobre la crisis de liderazgo y de credibilidad del régimen cubano, de que el poder dictatorial solo se sostiene con la fuerza militar y la represión, así como que el pueblo cada vez más ansía cambios. Pero las protestas sociales, como las del 11J y el 17M, por sí solas, no van a derrotar a la dictadura.
La mayoría de los que salen a protestar lo hacen como forma de exteriorizar su descontento pero no tienen una conciencia política, ni demandas específicas, aunque sus reclamos traigan también ansias de libertad para Cuba. ¿Pero cómo llegar a eso? Aunque saben que no resolverá del todo sus problemas, la mayoría de los que se manifiestan regresan a sus casas tras la represión de la policía o cuando les reparten comida y les disminuyen los apagones.
La gente, el pueblo, necesita conocer y vislumbrar el camino y las alternativas, la estrategia a seguir para lograr cambios trascendentales, y necesita saber cómo presionar para alcanzar esa meta.
También existen grupos que cuentan con programas de transición, como el Centro de Estudios Convivencia y Estado de Sats, así que no sería necesario comenzar desde cero.
El régimen cubano ha desarrollado un lobby político fuerte, que le ha servido para ganar espacios y vender su “revolución”. Eso hay que contrarrestarlo. En los últimos años varios grupos se han enfocado en ello y logrado pronunciamientos importantes de condena a la dictadura del Parlamento Europeo, por ejemplo, o de políticos y organzaciones. Aunque ha sido relevante, los pronunciamientos se quedan en el ámbito simbólico. Hay que pasar a acciones contundentes, lograr sanciones internacionales, cerrarle puertas y fuentes de financiamiento al régimen.
Para esto se hace necesario también organizarnos, no unirnos, pero sí se pudiera lograr cierta estructuración de la oposición o grupos de oposición dentro y fuera de la Isla. Es importante que el mundo vea a la oposición cubana como una fuerte y organizada, no dispersa y débil, como -desgraciadamente- tenemos ahora.
También sería preciso sincerarnos, debatir, escucharnos, reconocer errores y trabajar sobre ellos, no destruir al adversario solo porque no piensa como nosotros o por competencia política. Esas crisis de protagonismo también nos han conducido a este momento en el que el activismo y la oposición dentro de la Isla es casi nula.
Por último, solo añadir que se deben rechazar las fórmulas globalistas (Agenda 2030, ideología de género, feminismo, wokismo, progresismo), porque estas son las mismas que han sostenido al régimen cubano y porque solo contribuirían a perpetuar ideologías extremas, dictatoriales y/o neomarxistas.
El camino es difícil, tortuoso, lleno de obstáculos, pero no imposible.
@CamilaAcostaCu