El VAR (Árbitro Asistente de Video) ha sido el protagonista de múltiples debates en los últimos días. Desde la anulación de goles decisivos hasta decisiones arbitrales que han generado controversia, su uso ha dividido opiniones entre aficionados, jugadores y entrenadores. Para algunos, es una herramienta que aporta justicia al juego; para otros, ha desnaturalizado el fútbol y ha generado más confusión que soluciones.
Carlo Ancelotti, técnico del Real Madrid, ha expresado sus reservas sobre el VAR, asegurando que ha quitado demasiada responsabilidad a los árbitros y ha afectado la fluidez del juego. En contraposición, Hansi Flick, entrenador del Barcelona, ha defendido su implementación, aunque admite que hay margen de mejora. Y la realidad es que sí, siempre se puede mejorar.
Uno de los principales problemas del VAR radica en la falta de un criterio único y universal. No puede ser que en una liga determinada una acción sea sancionada de una manera y en otra competición con el mismo VAR y el mismo reglamento, se decida de forma distinta. Y a veces ocurre hasta en el mismo juego. Se necesita un protocolo estándar que garantice coherencia en las decisiones.
Otro punto clave es la transparencia. Es fundamental que las decisiones del VAR sean explicadas en tiempo real, con acceso a los audios entre el árbitro y la sala de revisión, como sucede en otros deportes. Esto reduciría la suspicacia y haría que los aficionados comprendan mejor los criterios aplicados.
Pero aún hay una mejora adicional que podría marcar la diferencia: limitar el uso del VAR a solicitudes de los equipos, similar a lo que ocurre en la NBA o en las Grandes Ligas. Esto evitaría la intervención constante del VAR en cada jugada dudosa y permitiría que los entrenadores tuvieran un papel activo en las revisiones. Cada equipo podría tener una o dos oportunidades por tiempo para pedir la revisión de una jugada que consideren injusta. Si aciertan, mantienen la posibilidad de solicitar otra revisión; si fallan, la pierden.
Esta medida podría reducir el abuso del VAR, agilizar el juego y devolver parte del control a los equipos, sin quitarle la capacidad al VAR de intervenir en errores claros. Así, se podría lograr un equilibrio entre tecnología y dinamismo, sin perder la esencia del fútbol.