Incluso cuando la confianza social en EEUU decae, nuestras fuerzas armadas reciben la calificación más alta de favorabilidad entre las instituciones nacionales. Esto es un gran testimonio de las muchas maneras en que nuestros hombres y mujeres que rinden servicio militar velan por nuestro país. Pero, ¿estamos cumpliendo nuestra parte cuando estos patriotas regresen a casa tras su servicio?
Esa es la pregunta que los legisladores se vieron obligados a considerar el año pasado cuando varios miembros de las fuerzas militares que fueron expuestos a pozos petroleros y toxinas no recibieron la ayuda médica y los beneficios necesarios por parte del Departamento de Asuntos de Veteranos (VA, por sus siglas en inglés). Pero ese ya no es el caso.
Trabajé de manera bipartidista para promover una legislación que garantizara que nuestros veteranos no tuvieran que pasar años luchando contra las mismas personas encargadas de cuidarlos. Afortunadamente el escándalo fue tan grande en la prensa, que mis colegas en el Congreso se vieron obligados a apoyar mi legislación la cual hoy en día le brinda ayuda a los veteranos que fueron expuestos a estos pozos. Pero mi trabajo aún no ha terminado. Todavía queda mucho por hacer en Washington D.C. para las fuerzas armadas de EEUU y los hombres y mujeres que han servido en ellas.
Por un lado, muchos veteranos siguen teniendo dificultades para reincorporarse a la vida civil después de regresar a casa tras su servicio militar. La tasa de desempleo de los veteranos es impactante y los problemas económicos de nuestra nación no facilitan las cosas para nadie. Especialmente cuando el VA está sobrecargado con indemnizaciones por discapacidad y reclamos de pensión.
Otro problema son las estafas que tienen a los veteranos como su objetivo. A demasiados héroes estadounidenses se les promete atención de alta calidad por parte de su gobierno, pero en cambio reciben exámenes de mala calidad de médicos sin licencia. Y eso ni siquiera resalta la amenaza de aquellos delincuentes que se aprovechan de los veteranos para robar sus valiosos beneficios.
Mientras tanto, nuestras fuerzas militares requieren una vigilancia constante para mantener su preparación lista para combate. Los miembros del servicio brindan la mayor parte de esa vigilancia por su cuenta, pero se necesita una política pública para defender nuestras capacidades de prueba y capacitación de la cooptación por las presiones de la exploración de energía y el desarrollo comercial.
Por estas razones y más, vuelvo a presentar siete legislaciones para abordar los problemas de nuestros militares y nuestros veteranos. Mi legislación daría prioridad a los programas de empleo y educación en el VA, instalaría nuevas protecciones en contra del fraude de los veteranos y protegería las áreas de prueba y de entrenamiento en el golfo de Florida. La legislación también ampliaría la ayuda a los sobrevivientes de abuso doméstico por parte de los un uniformado y garantizaría que los veteranos sin hogar reciban la atención y el cuidado que necesitan.
Mi paquete legislativo también contiene un proyecto de ley para que el Navy priorice la donación de embarcaciones retiradas a estados de EEUU para que se utilicen como arrecifes artificiales, lo que honra más a los valientes marineros que sirvieron en estos barcos que convertirlos en chatarra. En Florida, no somos ajenos a la disminución del hábitat de las especies marinas. Reforzar el programa, que ya es robusto, de arrecifes artificiales en nuestro estado con embarcaciones navales retiradas fortalecerá nuestro ecosistema y rendirá homenaje al servicio de nuestros valientes veteranos.
Incluso si todos estos proyectos legislativos se convierten en ley, habrá más trabajo por hacer en el Capitolio. Sin embargo, esto sería un buen comienzo. Hago un llamado a mis colegas en el Congreso para que se unan a mí para pasar una legislación que les retribuya algo a nuestros hombres y mujeres de las fuerzas armadas. Es lo mínimo que se merecen.