domingo 9  de  febrero 2025
Opinión

Tecnología bélica en Siria: Probando el arsenal del siglo XXI

Un análisis preciso para contar las cosas como son

Por Mookie Tenembaum

Siria, desgarrada por años de guerra civil, se conviritió en un campo de pruebas para diversas armas convencionales, utilizadas por distintas potencias y grupos armados. En este contexto, el conflicto se convierte en un terreno fértil para experimentar con tecnologías militares modernas, probándolas en un ambiente de combate real.

Un ejemplo reciente es el derribo de un dron Bayraktar TB2 turco por las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF). Este dron es un vehículo aéreo no tripulado, diseñado para misiones de reconocimiento y ataques aéreos precisos. Puede transportar bombas guiadas por láser, lo que le permite atacar objetivos específicos con precisión. En Siria, se usó para misiones tanto ofensivas como de vigilancia, y su derribo demuestra cómo las SDF han aprendido a contrarrestar estas amenazas tecnológicas.

Otro caso es el uso de los sistemas de artillería rusos como el BM-30 Smerch, un lanzacohetes múltiple diseñado para atacar áreas extensas. Este sistema dispara una serie de cohetes desde un camión pesado, permitiendo bombardear objetivos a gran distancia con rapidez. En Siria, se empleó para apoyar operaciones militares en terreno urbano y rural, causando un impacto devastador en las áreas atacadas. Este tipo de arma es ideal para saturar una zona con fuego pesado, debilitando al enemigo antes de que las tropas terrestres entren en acción.

Por su parte, Estados Unidos también aprovechó el conflicto sirio para probar armas como los misiles Javelin, diseñados para destruir vehículos blindados. Este misil portátil es operado por un solo soldado y utiliza tecnología de guía infrarroja para localizar y atacar tanques y otros objetivos blindados. Su diseño permite que el misil suba primero y luego descienda sobre el objetivo, lo que lo hace especialmente efectivo contra los puntos más vulnerables de un tanque. En Siria, los grupos rebeldes entrenados por Estados Unidos utilizaron el Javelin contra fuerzas leales al gobierno, probando su eficacia en condiciones reales de combate.

Además, se desplegaron sistemas avanzados de defensa aérea como el Pantsir-S1 ruso, una combinación de cañones automáticos y misiles tierra-aire. Este sistema está diseñado para interceptar aviones, drones y misiles enemigos, protegiendo áreas estratégicas. En Siria, el Pantsir-S1 ha sido utilizado para defender bases militares y centros de operaciones, demostrando su capacidad para contrarrestar amenazas aéreas en un entorno saturado de drones y aviones.

Estos ejemplos muestran cómo Siria se convirtió en un laboratorio para probar armas convencionales. Cada una de estas tecnologías es probada y ajustada en función de los resultados obtenidos en combate. Para las potencias que participan en el conflicto, Siria ofrece una oportunidad única de experimentar con nuevas estrategias y armamentos, mientras que para la población local, esto significa un sufrimiento continuo y un escenario de guerra cada vez más sofisticado y destructivo.

En última instancia, el uso de Siria como terreno de ensayo para armamentos convencionales subraya cómo en las guerras modernas se lucha también por el deseo de perfeccionar y probar nuevas tecnologías militares. El costo humano de esta realidad es incalculable, dejando a millones atrapados en una guerra que no termina y que parece no tener fin.

Las cosas como son.

Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.

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