Hace unos días, el presidente Trump anunció poner fin al programa de Consideración de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) que protege y evita la deportación de jóvenes indocumentados. Bajo DACA, casi 800,000 jóvenes “soñadores”, quienes fueron traídos a los Estados Unidos antes de los 18 años, fueron autorizados a tener empleo, recibir una educación y contribuir a nuestra sociedad de distintas maneras. Sin embargo, al finalizar DACA, estos jóvenes estarán expuestos a deportación en cuestión de pocos meses, a menos que el Congreso pase una ley que permita lo contrario.
Durante mis años en el Congreso, yo he luchado por estos soñadores, y he apoyado distintos proyectos para traerles oportunidades de educación, trabajo, y de servicio para quienes quieran enlistar en nuestras fuerzas armadas.
Recientemente, me uní a la representante Lucille Roybal-Allard para copresentar el DREAM Act, el cual también le dará la oportunidad a estos jóvenes de eventualmente obtener la ciudadanía americana. El Congreso también está considerando otras medidas, como el RAC Act, presentada por mi amigo y colega el representante Carlos Curbelo, y el BRIDGE Act, presentado por el representante Mike Coffman.
Cualquiera de estas iniciativas podría proveer más certidumbre a los jóvenes sobre su futuro. Ellos aman a los Estados Unidos y consideran este gran país su hogar. Sería simplemente cruel e impropio de parte de nuestra gran nación mantenerlos en ese limbo legal e impedirles hacer planes de largo plazo para la mejora de nuestras comunidades, nuestro país y de ellos mismos. Como representante del sur de la Florida y como inmigrante, le imploro al Congreso a tomar acción inmediata en nombre de aquellos que merecen realizar sus sueños de un futuro fructífero, el cual beneficiaría mutuamente, no solo a ellos mismos, pero a nuestra sociedad en su conjunto.