Resulta sorprendente cómo una noble intención humanitaria de atender a migrantes desplazados en el hemisferio puede ser rechazada por un gobernante en su discurso mezquino y tergiversado. Quizás no deberían asombrar mucho las reacciones de Nicolás Maduro con su empeño de engañar a quienes aún pueden creerle; no obstante, hay que ser muy desprendido de la humanidad para no valorar la misión del barco de la armada estadounidense US Confort al asistir a los venezolanos.
Además de negar la existencia de una crisis humanitaria por el deterioro de un país que se cae en pedazos, desde Miraflores hasta el arco minero, acusar de complot la atención médica de miles de ciudadanos caminantes que padecen de condiciones extremas junto a sus seres queridos es algo que solo es entendible “en revolución”.
El barco US Confort no solo atendió a venezolanos, sino que por donde se acercaba a través de la costa sudamericana, abrió los brazos de su personal a todos los que necesitaban la atención médico ambulatoria que la tripulación podía proporcionar.
El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, no dudó en subirse a bordo del buque hospital americano en compañía de la Primera Dama y parte de su gabinete. El motivo de esta visita fue agradecer a los militares y médicos estadounidenses por el gesto humanitario de asistir a ciudadanos de la nación centroamericana.
Sin negar la necesidad por la que atraviesan estas personas, el mandatario reconoció el alcance de cada intervención quirúrgica y consulta médica realizada con el equipo del US Confort. Además, conversó con hondureños que se encontraban en el barco, a esperas de ser atendidos.
Este acercamiento, sincero y sin protocolo, reafirma el compromiso del gobierno de Honduras en trabajar hombro con hombro junto a las naciones amigas de la democracia en la región, y por supuesto, en no dar la espalda a un pueblo que padece por las injusticias de gobiernos del pasado y por la desproporción en la distribución de recursos del aparato productivo regional.
Este 2018 se ha convertido en un año de desafíos para el gobierno de la Juan Orlando Hernández. Honduras ha quedado por fuera del abrigo de la medida de Estatus de Protección Temporal, o TPS por sus siglas en inglés, tras la decisión de la Casa Blanca en cancelar esta orden ejecutiva otorgada a ciudadanos de diversas naciones.
Pese a que una corte federal de California ha revertido la decisión de la administración de Donald Trump de anular el TPS en beneficiados salvadoreños, nicaragüenses, entre otros; los hondureños siguen en cuenta regresiva y el gobierno de su país no se ha descuidado en preparar un eventual regreso de sus nacionales.
No solo en continuar con la exposición en Washington de lo valiosa que es la inmigración legal y ordenada de hondureños para Estados Unidos. Sino en ofrecer las dependencias consulares de Honduras en diversas ciudades estadounidenses para asistir a los beneficiados del TPS y que irremediablemente deban regresar.
Juan Orlando Hernández ha insistido en que su país está con los brazos abiertos para darle la bienvenida a estas familias que se han fortalecido como profesionales y se convertirán en potenciales impulsores de la economía hondureña como mano de obra calificada.
Por otra parte, el gobierno de Honduras ha reafirmado el compromiso de estrechar lazos de cooperación con Estados Unidos y naciones del eje para la lucha contra el tráfico de drogas a nivel internacional.
Las operaciones de “maras y pandillas” cada vez están mas cercadas por la preparación que los oficiales de Honduras que refuerzan con entrenamientos constantes el combate de este flagelo.
Sin duda, es un hecho el reordenamiento del equilibrio político en América a favor de la democracia. Se fortalece la unión de gobiernos sensatos que estuvieron encadenados a la “petrochequera” venezolana cuya firma era aprobada por los hermanos Castro, desde Cuba.
Pero será la constancia de gobiernos legítimos como el de Honduras, que pese a un pasado de descuido por otras administraciones, la esperanza de recuperación es cada vez más evidente con resultados reales.
Esa esperanza similar a que traía a bordo el barco hospital US Confort, cuyo armamento era la mística y el deseo de ayuda de parte de médicos para servir a migrantes desperdigados en el continente, esa es la esperanza en la que todos queremos…