“En relación con el horror, los conejos pueden representar temas de decadencia social, rebelión y el inherente lado oscuro de la humanidad.” - Definición de Inteligencia Artificial
Es la pérdida de valores y el espejismo de la vida fácil. No crean que Bad Bunny o los que lo crearon carecen de talento. Que un hombre vestido de mujer gane millones degradándola es toda una hazaña digna de estudiar con detenimiento
“En relación con el horror, los conejos pueden representar temas de decadencia social, rebelión y el inherente lado oscuro de la humanidad.” - Definición de Inteligencia Artificial
El rapero Bad Bunny me recuerda la primera vez que visité el Museo Guggeinham en Nueva York. Me había pasado tres días en el Metropolitano deslumbrado por la riqueza del arte de los maestros de la edad media. Las luces, las sombras, los simbolismos y entonces esa mañana enfoqué el rumbo hacia la moderna estructura circular que desafiaba lo convencional de la antigua ciudad. Tenía 22 años, edad que el corazón lo resiste todo. Al entrar en el recinto y comenzar mi peregrinaje espiral me recibieron tres gigantescas canvas en tres diferentes tonalidades de gris como la pared de cualquier vecino. “Estudio en gris”. Pensé en la pared de Sherwin Williams con los cartoncitos de muestra de los diferentes tonos que uno se lleva a la casa para decidir cuál color seleccionar. ¡Qué desencanto!
Pero Bad Bunny decidió no dejar sus canvas vacías. Escogió llenarlas de vulgaridad. Se vistió de mujer y me imagino que, por la insatisfacción de no serlo, decidió denigrarla a lo máximo. Las mujeres en sus canciones son objetos para comprar con joyas y carteras de marca. Las usa y descarta y ellas regresan para recibir sus servicios. El lenguaje que usa cargado de profanidades es irrepetible en estas páginas y salpicado de alusiones hacia el consumo de las drogas para lograr la vida idílica que promueve.
Es la pérdida de valores y el espejismo de la vida fácil. No crean que Bad Bunny o los que lo crearon carecen de talento. Que un hombre vestido de mujer gane millones degradándola es toda una hazaña digna de estudiar con detenimiento.
Tal es su fama y maquinaria publicitaria que Bad Bunny ha sido contratado para cantar en el codiciado espectáculo de “Half Time” del Super Bowl. Ya se encargó de dejarle saber al pueblo americano que tiene 4 meses para aprender español porque él no canta en inglés. También se las agenció para comparecer en Saturday Night Live en un sketch que no fue más que un fallido intento por hacer reír, pero sirvió para reforzar la narrativa del hispano ignorante, la mujer con los rolos en la cabeza y la mediocridad como premisa.
No culpemos a Bad Bunny, esta no es su creación, él solo llegó a tiempo para montarse en el tren para Fangolandia que lo recibió con brazos abiertos. Acogido por una industria fomentada en la violencia, el consumo de drogas y la denigración de la mujer verbalmente y como objeto sexual.
Curioso que no veo a las feministas ofendidas. Tampoco a los padres de hijas indignados o preocupados por los hijos que deciden imitar al conejo. Al contrario, he encontrado múltiples justificaciones para este macabro fenómeno. Se trata del “arte de la mala palabra” nos dicen, "oh, un nuevo estilo de rimar”. No saben lo que dicen la mayoría de las canciones, pero aseguran que “la profanidad puede llegar a divertir” y aunque no entiendas “te hacen sonreír”. Claro, si estás drogado, borracho, en prisión o si eres de la industria de los Grammys que premia este bochornoso y lucrativo fenómeno.
La culpa no es de un garabato sin sentido como Benito de Bayamón. Es toda una industria descarnada que se nutre de la miseria humana como aves de rapiña. Lo hacen gracias a una sociedad enferma que ha perdido el rumbo y la identidad.
Es la glorificación del lenguaje callejero del delincuente y los que escogieron ignorar la educación. Nos dicen que hay que aplaudirlos porque lograron salir del ghetto o del barrio. Han “coronado” como dijo el Taiger, otro rapero de la misma calaña que después de muerto le hicieron altares.
Pobre generación sin rumbo, endeudados pagando precios desorbitantes por asistir a los conciertos y situarse en la miseria que estos pícaros dejaron atrás.
Bad Bunny resultó encajar a la perfección en la definición de la inteligencia artificial. Un conejo hecho a la medida para una noche de terror.