Siempre he insistido en los puntos de contacto en el viacrucis de la inmigración. La cruz que llevamos aquellos que por algún motivo dejamos atrás la tierra que nos vio nacer y emprendimos el camino de la incertidumbre. Muchos lloramos cada día por un pedacito de patria que germina en el recuerdo, en la familia, en los amigos. Sensación que trasmuta en dolor cuando los nuestros sufren el desgobierno y ven cómo son pisoteados cada uno de sus derechos fundamentales.
El sentimiento de imaginar a tu país libre es motivador, tener el coraje de arriesgar la vida por un sueño, corresponde a personas de valía incalculable, a héroes de carne y hueso que se erigen por encima de los ideales del decoro.
Esta semana tuve la dicha de participar en el homenaje que se realizó a los miembros de la Brigada de Asalto 2506 con motivo del aniversario 61 de la invasión a Bahía de Cochinos, una epopeya que significó quizás el punto más cerca de la libertad en la mayor de las Antillas que languidece bajo los grilletes de la férrea dictadura castrista.
Ese puñado de valientes son, aun hoy, un paradigma para los pueblos de América Latina y una alerta sobre el peligro que representa la izquierda radical disfrazada de socialismo en el continente para imponerse desde un altar totalitario y desangrar economías y estados de derecho. Perforarle el corazón de la democracia y masacrar a esos que osen siquiera empuñar la daga de una palabra, o pensar en una dirección contraria a los distintos regímenes.
En el acto, el presidente de la Brigada Johnny López habló de la traición por parte de la entonces administración Kennedy, el abandono en el cruel campo de batalla, la convicción de dar la vida si fuese necesario, de los hermanos caídos y la esperanza. De igual manera hizo énfasis en el cambio favorable dentro de la sociedad civil en Cuba, el descontento, la crítica situación económica como una especie de coctel molotov que en cualquier momento puede explotarle en el rostro del tirano: “Sabemos que el tiempo es ahora, tiempo de ayudarlos”, dijo López.
Entretanto el brigadista que sucederá a López en el cargo de presidente, Rafael Montalvo, cuyo juramento está previsto para el 24 de abril, dijo: “Este es el momento más vulnerable de la dictadura cubana y tenemos que aprovecharlo”.
Entonces me detuve a pensar en esos hombres, en la semilla de su heroísmo y la triste historia que se repite en Latinoamérica con la injerencia de la izquierda destructora. Medité en la separación y la nostalgia, en las mazmorras y los presos políticos, en la zozobra del inmigrante y en esos que no lo lograron y sucumbieron en las aguas o en alguna parte de la inefable geografía.
Pensé también en la gran diferencia que fuera si cada uno de nosotros, nicaragüenses, cubanos, venezolanos, bolivianos, despertáramos al brigadista que llevamos dentro y contribuyéramos al desenlace. No hablo de armas, hablo de acciones, de líneas de pensamiento, de militancia: de no permanecer en silencio.
Encarar a quienes legitiman al totalitarismo y asumen como falsos profetas. A esos que coquetean, dialogan y defienden dictaduras. Seamos una Brigada 2506 de ideas y actuemos. Hay una frase atribuida al escritor Mario Vargas Llosa, aunque todavía no se ha confirmado su autoría pero que de igual forma ilustra, magistralmente, el abismo entre los discursos y la realidad: “A todos los socialistas les deseo la abundancia de Venezuela, el salario de Cuba, la justicia de China y la libertad de Corea del Norte”
*Aspirante a comisionada por el distrito 12 de Miami-Dade