jueves 13  de  febrero 2025
RELATO

¿Y ahora qué?

Vivencias que toman forma de relatos y conducen a la reflexión

Diario las Américas | CAMILO LORET DE MOLA
Por CAMILO LORET DE MOLA

“Nunca subestimes la ingeniosidad de un cubano” nos dice María Luisa entre risas mientras nos comparte la última conversación con un primo de la isla quien la presiona para que le ayude a irse a Miami.

“Intenté espantarlo asegurándole que aquí la cosa no está fácil, pero el hombre no razona”. Para convencerlo mi amiga le contó al primo que ahora mismo el cartón de huevos está carísimo y que hasta cuesta trabajo comprarlo, “y el muy cabrón me contestó con otra pregunta… ¿el cartón de qué?... ¿y eso se come?”, María Luisa se carcajea recordando la salida del primo que no se va a dejar convencer tan fácil, “se quedaron sin opciones”, dice, “y por más que quiera yo no puedo hacer nada”.

“¿Pa’ donde cojo ahora?”, esta viene siendo la pregunta recurrente que desde Cuba nos llega en las últimas semanas en medio de la revolución migratoria desatada por la administración Trump. Una interrogante para la que nadie tiene respuesta.

José Manuel recomienda decirles a los que llaman que prueben con España que parece una opción viable ahora mismo, “pero no todos tienen claro eso de los abuelos y los nietos, además eso demora hasta años y Miami está a un tiro de balsa”, contesta María Luisa.

Ramón es más radical, “está bueno que se queden sin salida a ver si al fin se ponen los pantalones y acaban de tumbar al régimen, ¡que se alcen, que cojan pal monte, esa es la solución!”, José Manuel lo mira iracundo, ¿Y cuándo fue que tú te alzaste Ramón?”, vuelve María Luisa a reírse. José Manuel la emprende con Ramón, “compadre no se te olvide que si venir para acá es cosa de cobardes nosotros encabezamos la lista”.

Es cierto que el régimen siempre tuvo a Miami como la válvula de escape de la olla de presión en que convirtieron a Cuba, aunque a veces levantaban la tapa completa y no solo la válvula, como los casos de Camarioca, la crisis del Mariel o los balseros de 1994. Pero desde el gobierno de W Bush le dejaron claro que abrir la frontera sería visto como un acto de guerra y a partir de entonces el régimen apuesta por un goteo constante y no por una marea humana que pueda irritar al vecino del norte.

Ramón no está de acuerdo, “lo que se vivía en la frontera de México con los cubanos es equiparable al Mariel o al 1994, son ríos directos desde la isla y no de aguas buenas precisamente, ¡candela lo que estaba llegando!, pero con Trump esto se acabó”

José Manuel a la carga de nuevo, “¿de verdad tú crees que van a parar de venir?, eso no se detiene ni cayéndose aquello, Cuba está tan desbaratada que aun con libertad allí no hay quien viva”.

María Luisa pone a los mexicanos de ejemplo, “por mucho muro y alambre de púas que les pongan siempre buscan la forma de pasar, imagínate a mi primo, el que no sabe lo que son los huevos, del lado de allá de la frontera, ¡se tira de cabeza!

Por un momento todos se ponen de acuerdo, la migración de la isla no para ni con Trump, “ni la de Venezuela, ni la de toda Latinoamérica”, dice Ramón, “China, Rusia, Haití” agrega José Manuel.

Otra vez Ramón cree tener la solución, “el dinero de los Estados Unidos hay que gastárselo en poner buenos esos países, así los emigrantes no tienen que salir de sus naciones.

“Deja la baba compadre” dice indignado José Manuel, “si no nos alcanza para resolver los huevos de María Luisa vamos a estar arreglando el infierno de enfrente”.

Prefiero quedarme callado, no opinar, aunque los tres me miran ansiosos, esperando que tome partido, que proponga soluciones que no tengo. Me escurro con una banalidad. “¿ustedes han visto lo caro que esta el mercado?” digo con la mayor naturalidad del mundo.

“¡Vendejooo!” me reprocha José Manuel, con una palabra inventada y cierto desencanto. A pesar del cambio de letras la ofensa me llega, yo hubiera preferido otro epíteto, algo como precavido o tímido, vaya… hasta cobarde, pero no que me equipararan con un insignificante vello púbico.

No sé definir que me molesta más, si el reproche de José Manuel o la risa contagiosa de María Luisa mientras trata de conjugar en todas las formas posibles la nueva palabra inventada por este.

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