MIAMI.- En la edición de hoy llevamos a portada un interesante análisis de nuestro colaborador en Washington, Pablo Pardo, sobre el inusitado interés del prestigioso diario The New York Times sobre las relaciones de Estados Unidos con Cuba. Hasta seis editoriales sobre el tema del embargo y aledaños ha publicado en los últimos meses la cabecera que históricamente ha sido ejemplo de buena praxis periodística y ejemplo para profesionales de todo el mundo.
Por eso es especialmente doloroso para nosotros abordar este tema en el que intentamos indagar las razones últimas por las que el tema de Cuba se ha convertido en algo tan relevante para el periódico que siempre se ha presentado como global, pero que ahora parece obsesionado por la suerte de una pequeña isla del Caribe sobre la que parece haber olvidado que lleva dominada por una dictadura desde hace 55 años.
Si el tema del mantenimiento es discutible, no lo es tanto el instar a un Gobierno a saltarse la legalidad para liberar a los espías cubanos o manipular los datos sobre las deserciones de los médicos de la isla destinados en África. Descartado entonces el mero interés periodístico y detectada esa posición editorial que les lleva a defender lo indefendible por un medio que dice promover los valores democráticos, sólo cabría pensar en un móvil económico o de negocio. De todos es conocida la mala situación económica que vive la prensa impresa y las dificultades que están teniendo los periódicos para buscar un nuevo modelo de negocio.
Es realmente desalentador plantear esta posibilidad de que un medio referente como el que ahora cuestionamos esté enfilando este rumbo editorial lleno de minas por el simple hecho de que sus accionistas o algún empresario que podría lucrarse en el escenario de una relación comercial sin trabas entre EEUU y Cuba le están presionando.