JOSH RIVERA, SECRETARIO DE PRENSA DE INICIATIVA LIBRE
La economía de Estados Unidos no está donde debe que estar. Con un crecimiento tambaleando, la caída de ingresos promedio del hogar, y una deuda nacional creciente, algunos cambios serios deben hacerse con el fin de desarrollar el completo potencial del país como líder económico. Para lograr este impulso, tenemos que hacer un mejor trabajo aprovechando uno de nuestros recursos más grandes: los inmigrantes.
Muchos inmigrantes en los EE.UU. son indocumentados – 11.2 millones aproximadamente. Si queremos acelerar la economía post-recesión necesitamos hacer la transición de esta población a contribuyentes legales mediante una reforma a nuestro quebrado sistema migratorio. Los inmigrantes hispanos llegaron a los EE.UU. en busca de un futuro mejor, en busca de una oportunidad de contribuir a esta nación. Ellos creen- como lo hacen muchos estadounidenses - en algunos de los principios básicos que destacan a nuestro país: el trabajo duro y la autosuficiencia.
Los trabajadores inmigrantes con documentos actualmente representan más del 16 por ciento de la fuerza laboral de la nación, mientras que los inmigrantes indocumentados son el 5.1 por ciento. Eso significa que más del 20 por ciento de la fuerza laboral de Estados Unidos se compone de los trabajadores no nativos. Proporcionar un camino razonable para que se integren plenamente en la economía ayudará a todos los estadounidenses. Con una reforma migratoria se estima un aumento en el PIB (producto interno bruto) de Estados Unidos, mientras que la deportación masiva potencialmente podría disminuirlo. Con 1.5 mil millones de dólares en poder adquisitivo, los inmigrantes pueden expandir la capacidad productiva de la economía de Estados Unidos mediante la estimulación de inversiones y promoviendo la especialización, que en última instancia aumentan la productividad. Los trabajadores inmigrantes ocupan posiciones críticas, aumentan la producción económica y estimulan la demanda de bienes y servicios.
Permitir que los inmigrantes indocumentados -que en otros aspectos acataron plenamente las leyes del país- obtengan residencia legal permanente y se unan plenamente a la fuerza de trabajo, crea nuevas oportunidades para los trabajadores estadounidenses nacidos en el país. Esto se debe a que los inmigrantes hispanos son más propensos a iniciar nuevos negocios - al doble de la tasa de los trabajadores nacidos en el país. Han exhibido este espíritu emprendedor como el mayor grupo minoritario creando nuevas empresas, lo que se traduce en creación de empleos, innovaciones en el mercado, y crecimiento económico local.
Los inmigrantes muy a menudo son acusados de poner una carga sobre los recursos públicos; mientras que el desempleo entre los hispanos es un poco más alto que el promedio nacional, también tenemos una tasa de participación significativamente mayor. En pocas palabras, más de nosotros estamos trabajando y contribuyendo a los impuestos locales, estatales y federales. Los latinos continúan buscando cualquier oportunidad para prosperar y, mientras que el mercado de trabajo está difícil en este momento, los hispanos siguen siendo optimistas de lograr el sueño americano.
Reformar nuestro ineficiente y confuso sistema migratorio es un paso esencial que nuestros funcionarios electos deben tomar para impulsar nuestra economía. Una solución a la inmigración facilitará el trabajo legal en los EE.UU. e incentivará el progreso individual. Los inmigrantes son un catalizador para el crecimiento económico en Estados Unidos y es hora de que los políticos reconozcan esto. Mientras el Congreso se prepara para establecer las prioridades para 2016, tiene que tomar en serio el trabajo hacia un plan concreto que atienda la inmigración y por tanto amplíe las oportunidades para todos.
