Las nuevas generaciones están llamadas a transformar malos hábitos incubados en el proceso electoral, siempre que participen. La decisión es individual, a la larga, pero colectiva en sus consecuencias
Dr. Eduardo J. Padrón, presidente del Miami Dade College
Varios analistas coinciden en decir que las próximas elecciones de los Estados Unidos, durante el nuevo año 2016 que comenzará en una pocas horas, son las más importantes que muchos de nosotros tendremos el privilegio de vivir.
Y escribo privilegio porque todavía hay pueblos que no disfrutan del poder supremo de la democracia, influir en el nombramiento de quién tomará las riendas de la nación por un período determinado de tiempo.
Cuando América Latina parece mover el péndulo político hacia posiciones más conservadoras y conciliadoras, dejando atrás, poco a poco, los experimentos populistas que, a todas luces, no han traído mucha prosperidad, más allá de la perpetua algarabía doctrinaria, nosotros, como electores responsables de lo que sigue siendo la primera economía del mundo y el primer poder militar, nos debatimos en una candidatura sumamente compleja y fraccionada ideológicamente.
Estados Unidos se recupera de los avatares económicos, paulatinamente. Los beneficios dejan de estar segregados. Cualquier paso en falso, la decisión que no sea dictada por el raciocinio sino desbordada por la pasión, puede hacernos retroceder, inconscientemente, a una zona de incertidumbre y confrontación nacional e internacional.
Hay que calibrar, con suma atención y cuidado, las propuestas de aquellos que aspiran al empleo más importante del mundo. Es difícil, no queda la menor duda, raspar la pátina retórica de discursos, entrevistas, debates y otras comparecencias, llamadas a seducir votantes, para revelar la verdad que influirá, de modo tan determinante, durante los cuatro próximos años en nuestras vidas.
El 2016 abre una jornada de responsabilidad ciudadana. La violencia que nos acosa en la sombra no es producto de las discrepancias políticas como acontece en regiones inestables de la Tierra, sino fruto del oscurantismo extremista.
Nuestras presiones son de otra categoría: éticas y cívicas. La decisión es individual, a la larga, pero colectiva en sus consecuencias. La abstención es un recurso perjudicial y excluyente, la democracia se nutre de la participación.
En Miami Dade College educamos a nuestro estudiantado sobre la responsabilidad de hacerse presente, de constar. Las nuevas generaciones están llamadas a transformar malos hábitos incubados en el proceso electoral, siempre que participen.
Es fascinante el tiempo que se avecina, aprovechemos la oportunidad única de ser sus protagonistas.
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