Puedo asegurar con toda propiedad que los he visto llegar y levantarse de la incertidumbre y progresar. Son fases del refugiado que viene a “comerse el mundo” como dice un pariente. Las calles de Estados Unidos no están hechas de queso, como soñaba el ratón inmigrante del cuento infantil, pero si tienen escaleras al cielo, quiero decir, a donde llegue el potencial del esfuerzo personal.
Una nueva oleada de miles de cubanos se avista en el horizonte. La comunidad se inquieta. Nuestros oficiales electos piden al Gobierno federal que se involucre. La ayuda y asistencia es bienvenida y necesaria. Vienen niños y jóvenes, principalmente. La generación que la gerontocracia castrista no tiene entre sus prioridades decide, como siempre ha ocurrido, tomar la justicia por su mano y parte de la nación quebrada a como dé lugar.
Los he visto venir, vuelos de la libertad, Operación Pedro Pan, Mariel, balseros de 1994. Miro la cobertura de los medios de prensa y parece que me veo, junto a mi hermano, como “pedro panes”. Separados de mis padres quienes, afortunadamente, no demorarían en escapar de la ignominia para unirse a nosotros, por siempre.
Son rostros de incertidumbre, en las fotos, en la pantalla de televisión, de tristeza y alegría, de familias dejadas atrás, de gran responsabilidad. Personas nacidas y criadas en el totalitarismo, un mal circunstancial que comienzan a sacudir rápido, tan pronto se presenta la oportunidad.
Un periodista pregunta: “¿Primeras impresiones?” y el refugiado cubano responde: “El orden, la limpieza”. Han convertido a la isla en un muladar con tanto experimento político y social. Empeños fracasados, insostenibles, que ya el resto del mundo ha desestimado por inoperantes. Han coartado el talento y la energía demostrada del isleño que supo construir una república próspera en libertad.
Otro reportero pregunta: “¿Sueños”? a lo que responde el recién llegado: “Estudiar, trabajar, aprovechar el tiempo sin descanso”.
Por ahora llegan a cuentagotas pero hay que estar preparados para una avalancha. Como en las anteriores oleadas, Miami Dade College estará al frente de las expectativas. Aquí se aprende el necesario inglés y oficios para comenzar.
Los he visto llegar y no quieren sacudirse el polvo del camino, largo y accidentado. Con mucho esfuerzo, se han ganado el derecho a una nueva vida. ¡Bienvenidos compatriotas!