Cuando observo como muchos sectores del transporte público de Miami Dade y de algunos países latinoamericanos atacan la plataforma tecnológica Uber, realmente me sorprende la resistencia a los avances tecnológicos. Lo más dramático es que Uber es una fuente de trabajo para muchos que están en busca de trabajo, o que sencillamente han decidido escoger otro camino a estar empleados bajo un jefe. En países como Colombia y Francia se han presentado serios disturbios y paros de los taxistas en protesta a los servicios ofrecidos por esta plataforma tecnológica. Aquí, cerca de Miami Dade, vimos como en Broward se elimino el uso por completo de la plataforma sencillamente porque la ciudad y condado de Broward quiso exigir pagos excesivos para permitir el uso de la plataforma en ese condado del sur de la Florida.
Entonces esta plataforma se ha convertido en la piedra en el zapato para quienes prestan el servicio público de transporte como los taxis amarillos que en su mayoría son bastante groseros, los carros siempre, en su mayoría, están sucios, y en muchas oportunidades se presenta el abuso de los clientes porque estos conductores cogen las rutas más largas y costosas para recibir más dinero sin pensar en los clientes. Entonces Uber no es el enemigo de estas empresas de los taxis amarillos, es más bien la competencia, y de alto nivel, que sin duda llevara a estas empresas de servicio público a pensar más en sus clientes, ser más amables y no abusar de los clientes y turistas que muchas veces son víctimas del pésimo servicio que los taxis amarillos prestan.
Por otro lado, está la otra cara de la moneda, la de los taxistas que pagan por licencias y permisos para manejar sus carros en la ciudad y aeropuerto mientras Uber no lo hace argumentando que son una empresa tecnológica y que por lo tanto no hay lugar a catalogarla como una empresa de servicio público. Lo que sucede en Colombia, por ejemplo, en donde los taxis amarillos se niegan muchas veces a llevar a los pasajeros, son groseros, y en muchos casos se prestan para actos criminales en donde muchas personas sufren secuestros extorsivos, o en muchos casos, como lo sucedido al agente de la DEA James Watson, se presentan incidentes fatales por los actos criminales de estos taxistas de servicio público amarillo. Nadie quiere decir que todos son criminales, pero si no les gusta la competencia de Uber, pues mejoren su servicio y sean honestos sin buscar sacarle provecho a cuanta situación se presenta sin pensar en el usuario primero.
Finalmente, Uber no es enemigo de nadie, y tampoco es necesario hacer paros ridículos para buscar que el gobierno de Colombia impida que la plataforma funcione. Lo que se debe buscar es presionar a las empresas de taxis amarillos para que mejoren su servicio y que sus vehículos no se usen para cometer actos criminales como sucede en Colombia. Uber conecta a la gente, le da empleo a muchos y no es cierto que Uber le quite clientes o trabajo a los taxis amarillos. Ellos tienen zonas preferenciales que Uber no utiliza, y por ende, brinda el equilibrio necesario para que todos puedan trabajar sin hacerse daño. Uber no es el enemigo, los taxis amarillos son sus propios enemigos por el pésimo servicio que ofrecen y es hora de quejarse menos y más bien brindar alternativas para que los clientes que han perdido a Uber vuelvan. Menos verso y mas acción, ese es el mensaje para los taxis amarillos.
