El interés por las actividades relacionadas con los mercados financieros ha aumentado de forma notable en los últimos años, impulsado por la facilidad de acceso a plataformas digitales y por la enorme cantidad de información que circula en redes sociales. Este crecimiento ha hecho que muchas personas se acerquen a los mercados con expectativas imprecisas o con la idea de que se trata de una actividad sencilla.
En medio de ese escenario, analistas como el colombiano Sergio Andrés Monroy Hernández han intentado explicar qué significa realmente operar y cuáles son los riesgos que suelen pasarse por alto cuando se entra sin preparación adecuada.
Para él, el primer paso es entender con claridad en qué consiste la actividad. Operar no es únicamente comprar y vender. Implica interpretar un contexto económico que cambia de manera constante. Entre 2024 y 2025, factores como la debilidad del dólar, las expectativas en torno a las decisiones de política monetaria en Estados Unidos y la incertidumbre política generaron movimientos significativos en activos sensibles.
Monroy señala que estas variaciones afectan directamente a quienes intentan participar sin conocer cómo funcionan los ciclos y los cambios en el panorama global. Suele resumirlo en una idea concreta: el mercado actual se mueve por narrativas, no por certezas.
Desde su perspectiva, uno de los mayores riesgos aparece cuando las personas se acercan al mundo financiero con una visión simplificada. En redes sociales es frecuente encontrar contenido que muestra capturas de ganancias sin revelar los procesos que las respaldan. Este tipo de publicaciones, afirma, contribuye a que muchas personas ingresen con una idea incompleta o incluso equivocada. Monroy sostiene que esta dinámica puede llevar a errores comunes, especialmente entre quienes no han tenido contacto previo con temas como gestión de riesgo, probabilidad o análisis estadístico.
Otro punto que destaca tiene que ver con la falta de reglas claras. En su trabajo educativo menciona que muchos principiantes operan sin establecer límites de pérdida, lo que convierte cada decisión en un movimiento guiado por impulsos. La ausencia de un sistema definido es, según él, una de las razones principales por las que las cuentas se deterioran rápidamente. Para evitarlo, recomienda fijar un porcentaje de riesgo para cada operación y respetarlo siempre, sin excepciones y sin depender del tipo de activo.
El uso de criptomonedas y derivados también aparece en sus advertencias. Aunque reconoce que se trata de mercados con oportunidades atractivas, enfatiza que requieren un conocimiento mayor acerca de conceptos como apalancamiento y liquidez. Operar sin tener claro cuánto se está dispuesto a perder expone al usuario a movimientos bruscos que pueden afectar la cuenta en cuestión de minutos. A su juicio, comprender la volatilidad de estos activos es tan importante como conocer su potencial de crecimiento.
La educación financiera es otro de los pilares de su discurso. Para Monroy, aprender fundamentos antes de operar reduce la probabilidad de cometer errores que pueden resultar costosos. Aclara que no se trata de acumular teoría de forma interminable, sino de comprender conceptos básicos que permitan tomar decisiones con mayor claridad. En este punto insiste en la importancia de la práctica estructurada, como llevar un registro de operaciones y evaluar estadísticas propias para identificar patrones y ajustar el método con el tiempo.
Respecto al impacto de las redes sociales, su posición es equilibrada. Reconoce que estas plataformas democratizaron el acceso a información que antes era limitada, pero también amplificaron discursos sin sustento. Parte del problema, señala, está en confundir contenido atractivo con conocimiento aplicable.
Un video viral puede despertar interés, pero no reemplaza un proceso de aprendizaje ni un método de trabajo. Por eso sugiere seguir a creadores que muestren metodologías verificables y no solo resultados llamativos.
Monroy también subraya la importancia de mantener un sistema simple. Considera que la sobreinformación genera confusión, especialmente cuando se intenta operar con demasiados indicadores. En lugar de buscar complejidad, propone trabajar con pocos escenarios bien comprendidos y aplicarlos de manera consistente. Para él, la repetición disciplinada es más efectiva que la búsqueda constante de estrategias nuevas.
En cuanto al perfil del usuario latinoamericano que se acerca a los mercados, observa que muchos lo hacen motivados por la idea de independencia financiera, pero sin una visión precisa de lo que implica ser constante. Advierte que la rentabilidad no se consigue por ganar todos los días, sino por sostener un proceso que permita sobrevivir a momentos adversos. Esta idea, afirma, suele ser más útil que cualquier técnica puntual.
Desde un enfoque práctico, Monroy considera que quienes quieren comenzar deberían hacerlo con expectativas moderadas. Recomienda estudiar conceptos esenciales, utilizar cuentas de práctica antes de arriesgar capital real y establecer reglas que permitan medir cada paso. A partir de ahí, sostiene que es posible construir un proceso más estructurado.
En líneas generales, su aporte busca ofrecer un marco ordenado para comprender una actividad que con frecuencia se presenta de manera simplificada. No promueve soluciones extraordinarias ni métodos rápidos, sino un enfoque basado en claridad y procedimientos que puedan reducir riesgos. Para quienes están dando los primeros pasos en los mercados, su visión funciona como una referencia útil para entender qué implica operar en un entorno que cambia con rapidez y que exige algo más que intuición.