LA PEQUEÑA HABANA.— En el LoanDepot Park de los Marlins de Miami, donde el sonido de los bates suele llenar de emoción las gradas, este miércoles no hubo juego, sino un silencio estremecedor que envolvió el funeral del agente Devin Jaramillo, asesinado en cumplimiento del deber el pasado 7 de noviembre.
Allí, entre miles de uniformados, familiares, amigos y la comunidad en general, llegó el cortejo con el cuerpo de Jaramillo, se realizó el juramento de lealtad, se escuchó el himno nacional de Estados Unidos y resonaron las palabras más difíciles, las que nacen del amor y del vacío que deja la pérdida.
Las imágenes proyectadas en las pantallas del estadio mostraban fotos y videos del joven agente desde que vino al mundo: sonrisas espontáneas, momentos con su familia y escenas de su servicio. Cada fotografía era un golpe suave, una caricia amarga y un recordatorio silencioso de lo mucho que aún tenía por vivir.
En el terreno de juego, esta vez sin jugadores exaltados como suele ocurrir durante los partidos de béisbol, reinaba un silencio sepulcral. El féretro, cubierto con la bandera estadounidense y rodeado de coronas y fotos, se convirtió en el centro del homenaje, interrumpido únicamente por las intervenciones oficiales.
Los primeros en hablar
Fueron sus excompañeros de la Policía de Coral Gables (CGPD), donde el ahora occiso dio sus primeros pasos como oficial. Con la voz quebrada, Melendi Alzate dijo:
“Hay policías que cumplen con su trabajo y hay otros que inspiran. Devin era de los segundos. Era el que llegaba temprano, el que escuchaba, el que se ofrecía sin esperar nada a cambio. Nunca lo veremos como un excolega; lo veremos como un hermano que partió demasiado pronto”.
Otros, representantes de agencias policiales de todo el sur de la Florida, tomaron el micrófono y expresaron su sentir ante tan lamentable acontecimiento. Las palabras, distintas en forma pero iguales en sentimiento, se entrelazaban en un mismo hilo: respeto absoluto.
La voz que más duele
La madre de Devin se levantó de su silla con un valor que conmovió a todo el estadio. Subió al estrado y no habló como figura pública ni como parte del protocolo, sino como solo quien da la vida y el amor más profundo puede hacerlo.
“Mi hijo tenía sueños, muchos. Y los vivió con prisa, como si supiera que el tiempo era corto. Gracias por quererlo, por honrarlo. A mí me queda su recuerdo y su nombre, pero ustedes me han demostrado que también me queda una familia más grande. Aunque este dolor será eterno, siempre lo recordaré como mi más grande amor, mi niño, mi hombre”, dijo Yolanda Jaramillo.
Entre orgullo y devastación
El padre, también hombre de ley y marcado por décadas de servicio en la fuerza policial, habló con el peso de dos mundos sobre los hombros:
“Siempre supe que proteger a esta comunidad conllevaba riesgos. Lo viví en carne propia. Pero nunca pensé que sería mi hijo quien no regresaría a casa. Aun así, si hoy tuviera que describirlo en una palabra, sería esta: honor”, agregó David Jaramillo.
Los hermanos
Otro de los momentos más emotivos se vivió cuando el hermano y las dos hermanas de Devin compartieron su sentir ante la multitud. Con voz temblorosa y entre lágrimas contenidas, recordaron su infancia, compartieron anécdotas y reflejaron el amor profundo que siempre los unió.
Isabella, junto a Ashlie Brown, rindió un homenaje musical interpretando la canción “Brother”, un tributo que resonó en cada rincón del precinto y conmovió a todos los presentes.
Una sheriff que habló como líder y como madre
La sheriff del condado Miami-Dade, Rosie Cordero-Stutz, visiblemente conmovida, dirigió unas palabras sentidas:
“Hoy despedimos a un oficial, pero también a un hijo de esta comunidad. Devin representaba la esencia de lo que queremos que esta institución sea: servicio, humildad y coraje. Su sacrificio no se borrará de nuestra historia.”
Lo más difícil
El momento más desgarrador llegó cuando los guardias de honor doblaron con precisión la bandera estadounidense que cubría el féretro. El silencio fue absoluto.
Cuando Cordero-Stutz entregó la bandera primero a la madre de Devin y luego a su padre, ambos la sostuvieron sobre sus pechos como si abrazaran a su hijo por última vez. El precinto entero se puso de pie, acompañando en silencio el dolor de la familia.
Luego, el techo del estadio se abrió y el cielo pareció unirse al homenaje. Una salva de 21 cañonazos resonó entre las gradas, seguida por el solemne Toque de Corneta “Taps”. Para cerrar el tributo, un sobrevuelo aéreo cruzó el estadio, como un saludo final de honor al agente Devin Jaramillo.
El recorrido final
Una vez concluida la emotiva velada, los funcionarios de la ley tomaron el féretro y avanzaron lentamente hacia el carro fúnebre, seguidos por los familiares. Otros oficiales formaron un corredor humano, y desde las gradas el dolor se sentía latente. El ataúd fue depositado en el vehículo, que se dirigió hasta la puerta del LoanDepot Park, y desde allí comenzó el traslado hacia el cementerio Caballero Rivero Woodland South.
Muchos se mantuvieron en posición de firme; otros, simplemente, lloraron. Pero todos coincidieron en que se trataba de un adiós que, aunque se filtra en el corazón, nunca termina de cerrarse.
Miami no despidió solo a un agente. Despidió a un joven de apenas 27 años que creyó profundamente en el servicio público: un hijo, un hermano, un amigo. Un oficial de la policía cuya ausencia pesa, pero cuyo ejemplo ilumina y cuya huella permanece imborrable en cada vida que tocó.