Un profesional de los medios de comunicación no debe faltar al contrato directo e indirecto con la búsqueda de la verdad, la responsabilidad y el conocimiento pleno de su rol social.
Un profesional de los medios de comunicación no debe faltar al contrato directo e indirecto con la búsqueda de la verdad, la responsabilidad y el conocimiento pleno de su rol social.
La manipulación de información y la tergiversación de la realidad con el propósito de servir de instrumento a intereses políticos de partidos, entidades u organizaciones deben permanecer bien lejos de las funciones de un periodista: informar con absoluta responsabilidad y entregar elementos suficientes que ayuden a los receptores de mensajes a discernir falsedades y calumnias distantes de la verdad.
Una de las funciones principales de la prensa en un sistema democrático como el de Estados Unidos es servir de catalizador dentro de los gobiernos a todas las instancias y ser el ojo crítico de políticas erradas que atenten contra las leyes, la Constitución, el bienestar común y derechos civiles de cada ciudadano.
La prensa debe ser una alfombra de alerta, detección y denuncia de prácticas de corrupción; una vanguardia de la investigación exhaustiva -con argumentos convincentes- que demuestre con vehemencia las acusaciones contra individuos, instituciones, movimientos u organizaciones que lucren ilegalmente con las contribuciones tributarias de los ciudadanos y los beneficios de la sociedad.
La prensa no debe ser el móvil para incitar el irrespeto a las leyes, a las autoridades del orden y seguridad del país; a la propiedad privada. La prensa debe ser diáfana, objetiva y precisa en su trabajo diario, nunca vocera ni asiento para la demagogia y la mentira.
Más allá de su misión social, los medios de comunicación son un exponente de la libertad de expresión y libertades individuales y su poder debe ser ejercitado con una alta cuota de responsabilidad y sensibilidad humana para convertirse en la voz de la razón, no del odio y la desidia.