jueves 19  de  septiembre 2024
INTERNET

Zuckerberg, el disidente

Espero que los decisores de la despolítica de la información se percaten algún día de lo que está sucediendo y en vez de pelearse con la modernidad, aprovechen sus bondades

Diario las Américas | JOSÉ LUIS RUMBAUT LÓPEZ
Por JOSÉ LUIS RUMBAUT LÓPEZ

San Francisco, California, es un hervidero de tecnología y noticias de comunicación por estos días. Allí se reúnen los desarrolladores vinculados a Internet, convocados por la red Facebook, con el objetivo de delinear los próximos años en esa autopista interminable que hoy quiere hacer converger intensiones y negocios.

En su conferencia central, Mark Zuckerberg fue inspirador. Habló de conectar al mundo y de no levantar muros. No solo los muros que el candidato Trump quieren levantar entre Estados Unidos y México, sino de muchos otros muros, que evitan su sueño de conectar al mundo; su sueño de convertir esa red social en un vehículo que dé Internet a lugares donde hoy es casi imposible que se pueda acceder.

Pero Zuckerberg habló de libertades que se basan fundamentalmente en el acceso, en una doble vía de personas, y de empresas con sus posibles clientes. La mercadotecnia, después de Facebook, es otra cosa. Nos lleva a cualquier lugar en instantes, convierte lo inimaginable en un suceso mundial, si no averigüen qué paso con el chofer de un carro funerario que dejó caer un cadáver en el Vedado habanero y tuvo la mala suerte de ser grabado desde un móvil por un transeúnte.

Así que está sucediendo algo que poco a poco se instala (como una app) en las mentes de las grandes mayorías. Tenemos la necesidad de acceder a la información, y el mundo nos exige estar al tanto no solo de las modas sino de las noticias, de los eventos y de los chismes que nos rodean. Pero no todo es un movimiento mercantil, también hay una necesidad de interacción con las cosas que nos afectan, y ese acceso posible hace que la necesidad por conocer lo que sucede, prácticamente al mismo tiempo que acontece, impere en la sociedad actual.

Por eso los cubanos estamos sorprendidos por la poca información que recibimos sobre eventos, fundamental en nuestras vidas. Son cuestiones  que marcan el día a día, sin que nadie se preocupe por mantenernos informados. Estamos como detrás de un gran muro: un muro tecnológico, un muro social,  un muro real que crece a cada instante mientras otros muros son derribados. Nuestros muros no nos permiten decidir qué información es positiva, cuál es necesaria o cuál es imprescindible.

Quitar la venda que muchos pretenden que mantengamos sobre los ojos, nos permitiría participar. Lo más curioso es que en teoría, participar es lo que todos nos piden. Pero como con el clásico cuento, compramos pescado y le cogemos miedos a los ojos. Si vamos a entrar en la Era Moderna, de una dichosa vez, no solo tendremos la oportunidad de ver cómo están nuestros parientes a lo lejos, o qué noticias triviales se publican en cualquier parte del mundo, sino que tendremos que congeniar con las campañas de todo tipo que a través de estas redes nos llegan a cada momento.

No es nada nuevo, la publicidad es un hecho antiguo, una herramienta de ventas asociada al individuo desde sus primeros pasos mentales. No estar a la altura de las circunstancias significa que el impulso de la publicidad, sea ésta directa o subliminal, llevaría consigo una permeabilidad asombrosa de nuestras decisiones puestas a merced de quienes organizan y emiten esas campañas. Es lo mismo para decidir qué refresco nos tomamos que para optar por una opción política determinada.

El libre flujo de la información también permite que los criterios opuestos tengan el foro adecuado. Pero para cualquier decisión, siempre estarán presentes nuestra educación y las ideas políticas que cada quien tenga. Esto es fundamental para enfrentar ese mundo conectado, con sus múltiples y magníficas oportunidades y también con los venenos que el desarrollo trae consigo.

Pero lo que sí es cierto, amén de Facebook y la proliferación desmedida de redes sociales, es que hoy necesitamos estar informados. Si esa información no llega por “la izquierda” llegará por “la derecha”. Si tus ideas no son expresadas, otras ideas vendrán a suplantarlas. No es un pensamiento filosófico, simplemente es un elemental concepto de la comunicación. Y no la aprendí en Harvard, como Zuckerberg, sino en la Universidad de la Habana, en donde se supone, los que hoy no nos informan de la realidad cubana, se formaron.

Por tanto, el buen Zuckerberg, en sus afanes de conectividad mundial, con los futuros satélites que ya enseñó y que se están fabricando para llevar directamente la señal de internet hasta los lugares donde hoy está prohibida o es inexistente, podría convertirse a los ojos de algunos, en un disidente. En un disidente a la cubana.

Espero que los decisores de la despolítica de la información se percaten algún día de lo que está sucediendo y en vez de pelearse con la modernidad, aprovechen sus bondades, y acabe de llegar a todos la información necesaria sobre los hechos que influyen e incluso determinan la realidad cubana. Estamos esperando, y todavía esperanzados del acceso a la información nos permita participar en las decisiones que nos afectan. Que nos interesa.

Entonces tal vez Zuckerberg no sea un disidente, ni Facebook una red contrarrevolucionaria y si notable herramienta para lograr las aportaciones necesarias a nuestra solución definitiva.

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar