jueves 28  de  marzo 2024
EEUU CUBA

Pasó un año, ¿y qué?

Los interminables pases de lista de como van las cosas reflejan un futuro brillante, pero cosas inexplicables para el común de los mortales atrasan un plan de acción que el propio Gobierno concibió como salida a la espiral involutiva que eufemísticamente, como solo pasa en la isla, denominaron Periodo Especial

Diario las Américas | JOSÉ LUIS RUMBAUT LÓPEZ
Por JOSÉ LUIS RUMBAUT LÓPEZ

Los resúmenes son propios de esta época. Por eso puedo resumir que hace un año estoy por estos lares con esta columna. Cada crónica ha tenido la intensión de aclarar, de aclararnos, sobre los más disímiles aspectos de la vida cubana, allí donde se manifiesta. Y la culpa es de Barack Obama, él me invitó con su discurso el 17 D a abordar los hechos en torno a la noticia. Porque entendí tan bien su mensaje que todavía ignoro por qué algunos insisten en el error de creer que el Presidente norteamericano quiere ayudar al Gobierno cubano.

También escuché a Raúl Castro. También entendí su mensaje. Si algunos creyeron que la Revolución se venía abajo, se equivocaron. La negociación que desembocó en una reconstrucción de la escena política entre Cuba y los Estados Unidos se hizo desde la soberanía de dos estados que lo único importante que han hecho hasta el momento es reconocerse a sí mismos, para inmediatamente repetir la letanía de un diferendo que sobrepasa la actuación política e idelógica de los que hoy gobiernan.

Los avances se contabilizan por noticias. Ahora resulta que lo más interesante es una presunta y posible visita de Obama a La Habana donde además del mojito en los balcones del Hotel Nacional, parece que este sí se reuniría con la disidencia. ¿Con cuál disidencia? Tal vez será con la que está de acuerdo con bajar las armas y conversar, porque hasta en eso, una parte piensa que sí y otra que no. 

Pero aunque nos parezca mentira, pasó un año y si tenemos que resumir qué ha pasado, más allá del glamour del izado de banderas (algunas guardadas celosamente para un acontecimiento que parecía imposible para esta generación) no suman muchos puntos. Temas de correos, comunicaciones y  muchos encuentros bilaterales: aviones para Washington; aviones para la Habana. Dos mujeres que empezaron las sonrisas ante las cámaras y hoy varios funcionarios que se acercan ante esas mismas cámaras y otros muchos que revolotean alrededor de un hecho que podría ser sin dudas más que histórico.

Todos tienen un motivo para opinar. Algunos motivos son impublicables pero otros son muy extrovertidos. Los políticos quieren hacer política con este tema; les parece de vida o muerte que puedan convertir este paso en una claudicación de la guerra no declarada que entre tirios y troyanos (leáse demócratas y republicanos) se han pasado varios períodos presidenciales buscando la quinta pata al gato. Si de paso con esto se llevan del poder al partido que gobierna, incluso mejor. Por eso los epítetos para Barack Obama no bajan de traidor y si alguien en las filas republicanas osa simpatizar mínimamente con la idea de dos países y una mesa de conversaciones, posiblemente lo excomulguen.

Claro, si son cantantes siempre habrá una aplanadora que pise sus discos y si son actores posiblemente quemen sus películas y quieran borrarlos de las salas cinematográficas y de las muestras de festivales de cine en Miami. Lo más complicado es que Cuba se ha puesto irremediablemente de moda y los que esconden su turismo con increíbles disfraces solo salen admirados de un país que tiene una belleza natural como solo la tienen las cosas que superan el paso del tiempo.

Dentro, el cuartico podría decirse que sigue igualito. El Producto Interno Bruto creció 4 por ciento sin que aun en los refrigeradores de las casas se note. Los interminables pases de lista de como van las cosas reflejan un futuro brillante, pero cosas inexplicables para el común de los mortales atrasan un plan de acción que el propio Gobierno concibió como salida a la espiral involutiva que eufemísticamente, como solo pasa en la isla, denominaron Periodo Especial.

Un importante comentarista de temas económicos se cuestionaba en la TV nacional la imposibilidad de los pequeños negocios de servicios de ser rentables sin un mecanismo de aseguramiento diferente (en precios sobre todo) a la red nacional de tiendas en divisas; y una simpatizante activa del Gobierno se estremecía con la “noticia” de que Cuba estaba resolviendo sus deudas externas. Hay una Cuba para el exterior y otra al parecer muy diferente  para el interior del país; la gente no se entera de lo que el mundo sigue en la prensa mundial y la prensa nacional, con sus escasas excepciones sigue sin parecerse a la realidad.

Un año después persiste el interés de grandes grupos por irse del país, y esa sangría mayormente de jóvenes no solo es preocupación del Gobierno y de los que quieren resolver los problemas cubanos, sino que gravita sobre los acuerdos tomados y los que pudieran venir, manteniendo lejos las verdaderas soluciones. Un país que requiere de su gente joven la está perdiendo y dos gobernantes que dieron un paso histórico se aprestan a salir de la escena política. Falta ver si la continuidad de un lado y la voluntad política del otro siguen juntas en este capítulo que aunque algunos creen final, está esperando un segundo y definitivo acto.

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