lunes 25  de  marzo 2024
ESCRITOR, PERIODISTA Y CINEASTA

Mambrú y la eterna guerra

Santiesteban nunca ha dejado de escribir. Ni siquiera en la cárcel. Su blog y sus libros lo demuestran. Publicado en más de diez países y traducido a varios idiomas, es una de las voces contemporáneas más auténticas y comprometidas de la isla

Diario las Américas | LUIS LEONEL LEÓN
Por LUIS LEONEL LEÓN

Luis Leonel León

@luisleonelleon

Cuando a finales de los 80’, en el ambiente de los talleres literarios de La Habana, conocí a Ángel Santiesteban Prats, aún no se había convertido en uno de los escritores más laureados y fértiles de su generación, los nacidos entre los 60’ y los 70’, aquellos novísimos, como los bautizara el profesor y ensayista Salvador Redonet. Y aunque sus verbos solían ser descarnados, por entonces tampoco imaginé que sería quizás el más arriesgado de todos. De ahí su destino.

Los que hemos seguido su literatura y enfrentamiento cívico contra el régimen cubano, esta semana recibimos dos felices noticias: el PEN de escritores en Suecia lo nombró uno de sus miembros. Y su libro El regreso de Mambrú, ganó el Premio de Narrativa Reinaldo Arenas 2016, convocado por el Club de Escritores Independientes de Cuba y la editorial Neo Club de Miami para promover a narradores cubanos residentes en la isla.

En 1995, el jurado del concurso de cuento de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) decidió premiar Sueño de un día de verano, pero su visión no complaciente de la guerra de Angola, donde miles de cubanos participaron por 15 años, y en la que muchos perdieron la vida, no fue bien recibida por las autoridades. Por lo que la publicación del libro estuvo retenida hasta 1998. Dos décadas después con El regreso de Mambrú (recordemos la canción que dice: Mambrú se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena) indaga en el retorno de los cubanos de las guerras africanas en los 70’ y 80’. Un trauma que aún subyace en la sociedad y que la censura y el olvido han sabido acallar.

Su compromiso con la cruda realidad cubana, pocas veces reflejada con profundidad en los medios de comunicación, en la literatura y las artes, lo obligó a convertirse en periodista independiente y crear el blog Los hijos que nadie quiso (título de uno de sus más desgarradores y elogiados libros de relatos, ganador del premio nacional de cuento Alejo Carpentier 2001). Con este gesto de libertad y disidencia, comenzó la cruzada en su contra, por el peligroso delito de pensar diferente.

Santiesteban nunca ha dejado de escribir. Ni siquiera en la cárcel. Su blog y sus libros lo demuestran: Dichosos los que lloran (Premio Casa de las Américas, Cuba, 2006), Bloguear a ciegas (España, 2012), Suerte que tienen algunos y otros cuentos (España, 2012), Laura à La Havane (Francia, 2012), El verano en que Dios dormía (Premio Internacional Franz Kafka de Novelas de Gaveta, República Checa, 2013) sobre las tribulaciones de unos balseros interceptados por un navío norteamericano y trasladados a la Base Naval de Guantánamo), son algunos de sus títulos.

Publicado en más de diez países y traducido a varios idiomas, es una de las voces contemporáneas más auténticas y comprometidas de la isla. Desde que abrió su blog, con golpizas y calabozos, han tratando de intimidarlo para que abandone sus denuncias y activismo en favor de los derechos de los cubanos. Una vez, con una pistola en su cabeza, un agente le pronosticó una muerte similar a la de Oswaldo Payá, “como si fuera un accidente”, le amenazó.

En 2012 escribió una carta abierta a Raúl Castro, acusándolo por la represión a los opositores. Días después fue condenado a 5 años de cárcel por supuesta “violencia domestica” contra su ex-esposa y madre de su hijo, como si hubiera entrado a su casa a golpearla. Un caso fabricado para encubrir la verdadera razón: su disidencia. Pese al amañado juicio no se pudo presentar una sola prueba en su contra. Cinco personas testificaron en favor de su inocencia, pero el tribunal los desechó, dejándolo sin testigos. Una perito calígrafa, como salida de un relato kafkiano, certificó su culpabilidad por “cierta inclinación y tamaño sospechoso de su letra” cuando en el juicio le ordenaron escribir una frase del periódico Granma. En aquél momento expresó: “parecería un chiste si no estuviera preso”.

Construir delitos contra sus opositores, es una conocida estrategia de la policía política. La intención, además de encarcelarlos y enmudecerlos, es exponerlos al mundo como delincuentes y no como prisioneros de conciencia, cuya única contravención es disentir. “Mi delito ha sido escribir lo que pienso de Cuba y su dictadura, y no voy a dejar de hacerlo”, ha dicho. Actualmente se encuentra bajo Libertad Condicional hasta 2018.

Este premio a su literatura, sirva además para reactivar la mala memoria, pues lo que el régimen espera es que los medios y las organizaciones internacionales, con el paso del tiempo y el peso del silencio, se olviden de casos como el de Ángel Santiesteban. Lo cual es un grave peligro en el magullado camino hacia la democracia.

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