La provincia de Granma había sido, hasta comienzos de esta semana, una de las más estables en el control de la COVID-19. Sin embargo, desde el lunes muestra un rebrote significativo de la enfermedad, con 248 contagios. Es muy probable que este significativo aumento de casos se deba a un brote de la pandemia en prisiones como la prisión conocida como “Las Mangas”.
Aunque este hecho no es el primero que ocurre en las prisiones cubanas desde marzo del 2020 ─mes en que se reportaron los primeros casos de coronavirus en la Isla─ las autoridades del régimen y sus medios de propaganda continúan ocultando esa información a la opinión pública nacional e internacional, reseña el portal web CubaNet
El pasado mes de febrero, CubaNet informó sobre un brote de coronavirus en la Prisión Provincial de Guantánamo. Dicho establecimiento penitenciario estaba en cuarentena desde el mes de septiembre del 2020, por lo que se intuye que algún militar o trabajador civil introdujo el virus en el lugar.
El pasado martes, una fuente informó a este diario que “Las cabañitas”, un complejo de edificaciones que funciona como centro recreativo para dirigentes comunistas ─y que está ubicado a unos 300 metros del mencionado penal─ fue habilitado como centro de aislamiento.
En total, ya son cuatro los centros de este tipo que son destinados a reclusos, de lo que se desprende que la pandemia no ha sido controlada en los centros penitenciarios.
También se registran rebrotes en otras prisiones, pero las autoridades jamás han informado nada al respecto.
¿Por qué ocultan estos hechos?
La única forma de impedir el contagio en las prisiones era establecer un estricto control de entradas y salidas. Pero ello no ocurrió así, y los militares y trabajadores civiles continuaron entrando y saliendo de las cárceles.
La propagación del virus en esos lugares resulta fácil debido al hacinamiento y a las pésimas condiciones higiénico-sanitarias, unidos a la deficiente ventilación de las celdas.
Cierto es que muchos reclusos solo usan el nasobuco cuando están en la solera o en el comedor, pero muy pocos lo hacen dentro de los cubículos, precisamente el lugar donde más lo necesitan. Ninguno duerme con la mascarilla, por lo que se exponen a ser contagiados por sus propios compañeros de celda.
La dictadura calla porque estos hechos ponen en entredicho la cacareada seguridad higiénica y sanitaria de sus prisiones, algo tan incierto como la excelencia de los servicios médicos que en ellas se brindan.
El castrismo lleva años negándole la entrada a las prisiones a entidades internacionales encargadas de monitorear el cumplimiento de los derechos de los presos. Mucho menos lo harán en estos momentos.
El régimen esconde esta realidad, como mismo los medios oficialistas omiten la profunda crisis que se vive en la Isla, donde la gran mayoría de los cubanos carece de alimentos y medicinas.
Las autoridades cubanas del régimen afirman que el sistema de salud cubano no ha colapsado. Eso es incierto. Por lo menos en Guantánamo, desde hace más de tres meses, han sido suspendidas las consultas programadas. De igual forma, los servicios médicos están destinados exclusivamente a atender casos de urgencia. Esa realidad es la misma que sufren otras provincias, según hemos confirmado telefónicamente con familiares, amigos y hermanos de la Iglesia.
Todas las personas contagiadas con COVID-19 y sus contactos sospechosos no reciben una atención médica de calidad. Las quejas sobre el estado higiénico del Hospital Provincial y los lugares donde son aislados también abundan.
En estos momentos, cualquier guantanamero que sufra un accidente o algún profundo dolor que requiera urgente atención médica corre el riesgo de morir porque el servicio de ambulancias está reservado únicamente para casos expresamente autorizados.
A pesar de la falta de ambulancias para prestar servicios de urgencia a la población y de la crisis que vive el país, se aprecian autos policiales en las calles, seguramente con el tanque de combustible bien lleno, prestos a reprimir los constantes brotes de rebeldía ciudadana.
Cabe recordar que aquí la policía no sólo le arrebata un celular a quien esté filmando una cola ante una tienda, o un enfrentamiento entre el pueblo y los esbirros de la dictadura, sino que se ha llegado a sancionar a algunos ciudadanos por ello, como hizo recientemente el Tribunal Municipal de Santiago de Cuba contra el joven que grabó un suceso semejante ocurrido en esa ciudad en febrero del 2020. Es más, la policía está deteniendo ─con golpes incluidos─ a quienes por estos días se atreven a escuchar en público la canción "Patria y vida". ¡Vaya Estado de derecho y democracia los nuestros!
Hasta ahora el gremio oficialista ha hecho mutis sobre estos sucesos, sencillamente porque Cuba está inmersa en una profunda crisis humanitaria cuyo responsable no es el embargo ni la pandemia, sino la reiterada incompetencia del Partido Comunista (PCC).
FUENTE: CubaNet