El país andino no sólo rechazó la idea de una nueva Constitución que pusiera fin a la promovida por el izquierdista Rafael Correa en 2008, sino que también se opuso a la instalación de bases militares extranjeras en territorio ecuatoriano —vetada en la actual Carta Magna—, a la reducción del número de asambleístas y a la eliminación de la financiación estatal a los partidos políticos, marcando el primer fracaso de Noboa desde que asumió el Palacio de Carondelet en noviembre de 2023.
Fue así como el referendo, concebido por el gobierno como un mecanismo para legitimar reformas institucionales y consolidar una agenda de seguridad más agresiva, terminó convirtiéndose en un plebiscito sobre la gestión presidencial, con un veredicto bastante claro. “El rechazo mayoritario de las cuatro preguntas del referéndum es un voto castigo directo a la gestión, a la mala gestión, a la pésima gestión o a la nula gestión del presidente Noboa”, sostiene el consultor político David Rico en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS.
El resultado del domingo también respondería, a su juicio, a “factores mucho más estructurales”. Rico considera que el presidente convocó una consulta sin diagnosticar correctamente el estado del país ni los problemas que erosionan la confianza en las instituciones.
Falta de explicación
Aunque la campaña oficial intentó presentar la consulta como un mandato para “modernizar” Ecuador, el experto sostiene que el gobierno falló en explicar con precisión cuáles eran los problemas que buscaba resolver. “Básicamente el presidente Noboa planteó esta consulta sin ahondar en los verdaderos problemas del país. Creyó que con decir que los políticos son corruptos y que no hay que darles dinero era suficiente y no ahondó en los verdaderos problemas de la política ecuatoriana”, afirma.
Uno de los puntos de mayor controversia fue la propuesta de permitir nuevamente presencia militar extranjera en territorio ecuatoriano, una medida que el gobierno vinculó directamente con la lucha contra el narcotráfico y que obtuvo un 60,84% de oposición.
Aunque reconoce que parte de la población no tenía claridad sobre sus alcances, Rico resalta que el rechazo fue especialmente fuerte en Manabí, donde hasta 2009 operó la base estadounidense de Manta. En su opinión, este resultado revela una valoración práctica del electorado: “La base militar de Manta no era una solución real a los problemas de inseguridad que había en el país”.
Los ciudadanos, asegura, están exigiendo resultados concretos, alejados del espectáculo mediático que ha caracterizado la comunicación gubernamental. “La gente espera que de verdad se vean resultados de gestión pública, sobre el trabajo que está haciendo el presidente Noboa en torno a mejorar la seguridad, más que discurso y palabrería. Lo que quiere la gente es poder ver a la policía, a los militares trabajando de verdad por la seguridad y no para salir en videos de TikTok, que no dicen nada ni mejoran la situación de seguridad del país”, señala.
Hastío a la polarización
La propuesta de una nueva Constitución tampoco logró atraer apoyos, por lo que el “NO” se impuso sobre el “SI” con 61,83% de los votos. Para el analista, esto no significa que los ecuatorianos descarten la idea de una reforma profunda del Estado, sino que desconfían de un proceso que nunca fue explicado con claridad.
“Una Constitución no es lo que va a hacer que cambie el problema de la seguridad, de la generación de empleo, de la inversión, de la salud o cualquiera de los problemas que afectan a los ecuatorianos. Lo hace la voluntad política, la gestión pública. Eso es lo que promueve un verdadero cambio en el país”, sostiene.
A su juicio, la falta de gestión y de un proyecto coherente también contribuyeron al fracaso de Noboa: “La gente ve que no hay gestión, que no hay trabajo. Y, por consiguiente, la gente no va a apoyar a alguien que, además, durante la campaña, no ha dicho claramente para qué es la Constitución”.
“No hay un norte claro, más allá de decir que no quiere una Constitución correista. Pero más allá del correísmo, no explica nada. No dice realmente cuáles son los elementos reales por los cuales había que hacer una Constitución nueva. Nunca explicó cuál es ese nuevo Ecuador”, precisa Rico.
Destaca, además, un elemento adicional: el desgaste de la estrategia de polarización contra el correísmo. Aunque ese antagonismo le permitió a Noboa construir un relato de campaña, hoy parece jugarle en contra. “Me da la impresión que la gente se está cansando de esa polarización”, advierte.
La pérdida de seis puntos porcentuales en comparación con la primera vuelta electoral evidenciaría que la base de apoyo del presidente ha comenzado a fracturarse: “Su base de apoyo ha disminuido, y ha disminuido muy probablemente porque ya hay un cansancio, un hastío o un hartazgo a la polarización que se plantea desde todas las bases comunicacionales del gobierno”.
Crisis de gobierno
El rechazo en el referendo, por tanto, sería tanto un voto contra la gestión como una señal inequívoca de agotamiento político. Según Rico, Noboa olvidó las funciones esenciales de su cargo: “Daniel Noboa olvidó cuáles son las razones por las que es presidente (…) Se olvidó de la gestión pública, se olvidó de resolver los problemas de los ecuatorianos, de trabajar por y para los ecuatorianos, y se ha dedicado durante dos años a trabajar solamente por y para la política, por y para su proyecto personal, por y para confrontar con el correísmo”.
Este desvío, dice, explica por qué los ecuatorianos le dieron la espalda: perciben que el presidente “no resuelve ninguno de los problemas que viven a diario”.
La consecuencia inmediata ha sido la aceleración de la crisis interna del gabinete, que produjo que el presidente apartara de su cargo a los ministros de Trabajo, Salud, Agricultura, Educación, Gobierno y Desarrollo Humano; además del titular de la Secretaría de Riesgos.
“Es evidente que tiene una crisis con respecto a las personas que se dedican a trabajar las áreas estratégicas del Estado”, señala. Estima que estos “cambios urgentes” en el Ejecutivo pueden hacer que se recupere la gobernabilidad. “Lo más importante es el Ministerio de Gobierno para poder tender puentes, generar lo más básico que tiene la política: que es diálogo, concertación, negociación, consenso entre todos las agrupaciones políticas y sociales y el gobierno”, apunta.
El especialista considera que el mayor desafío para Noboa será reconocer que ningún país puede gobernarse desde el aislamiento: “Un país se gobierna con el concierto de todos los ecuatorianos, y no de manera excluyente, solo pensando en un pequeño sector del país”. Sin embargo, advierte que el mandatario se ha rodeado de un círculo que privilegia la confrontación y el personalismo sobre la negociación: “Prima la prepotencia y el no escuchar, no comprender que los factores más importantes de la política son la negociación, el diálogo y el consenso”.
En este escenario, Rico enfatiza que “la prioridad del presidente Noboa debería ser ponerse a trabajar de una buena vez, hacer gestión pública” y construir los consensos que necesita para hacer que su proyecto político sea viable y muestre resultados tangibles.
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