Este verano pinta infernal para los cubanos", dijo Juan Carlos Mederos, vecino del Cerro, después de que el Gobierno decidiera decretar la fase de transmisión comunitaria en todo el país debido a los elevados niveles de contagio con COVID-19, y el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, anunciara un "plan de medidas" que incluirá la reducción de la movilidad y la regulación de la entrada y salida en todos los territorios, según reseña Diario de Cuba.
"Reducir aún más la movilidad de la gente es ponerla al borde de una verdadera crisis por estrés ante tanto encierro y carencias de todo", añadió Mederos, padre de dos menores de edad, en referencia al toque de queda que impera en La Habana desde hace meses.
"Los principales afectados serán los niños que, junto a los ancianos, son los que están obligados a permanecer dentro de los hogares. La única posibilidad para ellos es una programación televisiva que durante décadas ha sido repetitiva, aburrida, apenas entretiene y tiene mucha carga de propaganda política", consideró Mederos, señalando además que no todas las familias cubanas pueden costearse los servicios informales de la Antena o el Paquete.
El desabastecimiento de medicamentos, alimentos y artículos de primera necesidad continúa rigiendo en la cotidianeidad del cubano de a pie, que está obligado a la aglomeración en colas que pueden durar días ante las tiendas y establecimientos que comercializan en moneda nacional.
"Un verano con más colas, bajo el calor agobiante, el aumento de las multas por violar las medidas epidemiológicas y sin esperanzas de mejoras en el horizonte es lo que nos toca. Encerrados no ya dentro del país, sino dentro de la casa", lamentó Fernanda Acuña de la Nuez, bibliotecaria y vecina de Boyeros.
"El retorno del racionamiento de cigarros, el aceite y el pollo mediante la libreta de abastecimiento, es una alerta clarísima de lo que se avecina. Eso se traduce en más colas y más riesgo de contagio. No podemos olvidar tampoco que todas estas afectaciones le pasan factura al sector privado, lo que profundizará la crisis y, como consecuencia, elevará los precios. La familia trabajadora promedio sabrá durante este verano qué cosa es realmente cruzar el Niágara en bicicleta", lamentó Acuña de la Nuez.
Diario de Cuba sostiene que a este escenario, que las autoridades del régimen insisten en catalogar de "temporal" y de la cual responsabilizan al embargo de Estados Unidos, se suma la extensión de los apagones en la región occidental de la Isla.
Los cortes de la energía eléctrica anunciados por el ministro de Energía y Minas, Liván Arronte, se deben a una avería en la termoeléctrica matancera encargada del suministro eléctrico en el occidente de la Isla. Según el funcionario, esa rotura "es atípica, normalmente no ocurre".
Habaneros consultados temen que las reparaciones se extiendan durante todo el verano, ya que el funcionario advirtió que tomará su tiempo "porque la magnitud de la avería es considerable".
"Este es el panorama: aumento de las limitaciones a la movilidad ciudadana, menos acceso a las tiendas MLC (Moneda Libremente Convertible), por la prisión decretada a los dólares, fronteras cerradas para salir al exterior, sector privado asfixiado y represión ante cualquier signo de protesta. A todo ello sumemos el alargue de los apagones", enumeró Laritza Mendoza Fornet, quien administra una pequeña cafetería privada en su barrio natal, Centro Habana.
"Resulta natural que los cubanos, cada día más, dejemos de creer en la palabra de este Gobierno. Nada en este país es 'temporal', ni 'parcial', ni 'coyuntural', y muchísimo menos para el llamado cubano de a pie. El confinamiento no es una opción para los trabajadores cubanos que solo se sostienen con sus salarios obreros. Hacer esas enormes colas no es una alternativa, sino una cuestión de vida o muerte. Luego de ello, enfrentar los apagones en casa será como vivir en el mismísimo infierno, y sin poder quejarte, relatar o registrar esa realidad, porque te conviertes en una diana para la represión", fustigó Mendoza Fornet.
Diario de Cuba destaca que tras las intensas lluvias que azotaron La Habana en las últimas semanas de junio, los habaneros que residen en barriadas de Habana Vieja y Centro Habana coincidieron en el temor a que el verano traiga también derrumbes de edificaciones. Como el trabajador agropecuario Eugenio Fonseca, centenares de habaneros que viven en inmuebles en pésimas condiciones pueden perder sus propiedades en medio de una situación para la que el régimen no ha tenido solución en décadas.
"Hay que estar en estas condiciones para comprender bien que la pandemia nos complicó el doble la situación de vida. Con estas lluvias regresaron nuestros temores; trabajamos y hacemos las colas con esos temores añadidos. Además de los apagones, la escasez de comida, la imposibilidad de la mejoraría de vida que supuestamente debió traer el reordenamiento y la limitación de movernos, es muy probable que nos quedemos en la calle y lo perdamos todo. Para nosotros hay dos pandemias y dos bloqueos", concluyó Fonseca.
FUENTE: Diario de Cuba