MIAMI.-Con una venda en el cuello, el cubano Héctor González (39 años) hizo un llamado público a través de redes sociales para salvar su vida, que pende de un hilo debido a la imposibilidad de tratamiento en las circunstancias actuales de Cuba.
MIAMI.-Con una venda en el cuello, el cubano Héctor González (39 años) hizo un llamado público a través de redes sociales para salvar su vida, que pende de un hilo debido a la imposibilidad de tratamiento en las circunstancias actuales de Cuba.
Héctor se encontraba en China cuando recibió, en 2018, el diagnóstico de insuficiencia renal crónica en régimen de hemodiálisis. "Al enfermar, perdí mi trabajo, por tanto no iba a tener ingresos para pagar, aun trabajando. Un enfermo extranjero recibe los primeros cuidados por un tiempo pero luego debe regresar a su país".
Entonces se trasladó a su Cuba natal, donde, supuso, además del acompañamiento de su familia, contaría con el acceso al tratamiento médico adecuado.
“Fue (una enfermedad) muy agresiva desde el comienzo; llegué a sentirme muy mal, perdí bastante peso y llegué a Cuba en un vuelo desde Shanghai con 2.6 de hemoglobina, un verdadero milagro”, reveló.
Desde que arribó a la isla, aseguró, estuvo internado por meses en la sala de terapia intensiva del Instituto de Nefrología del Clínico de 26, en La Habana. “No se encontraron las causas de la insuficiencia renal; por lo general ocurre por diabetes, riñones poliquísticos o hipertensión arterial pero en mi caso no tenía ninguno de estos síntomas. No se me pudo hacer una biopsia renal porque el riñón que me queda está muy dañado y los médicos decidieron no maltratarlo más”.
La vida de Héctor
En marzo de 2020, el único riñón de Héctor dejó de funcionar y su vida pasó a depender totalmente de la hemodiálisis. El proceso consiste en pasar su sangre por una máquina para filtrar las toxinas y líquidos adicionales del organismo. Básicamente, llevar al plano artificial el proceso natural que debería hacer el riñón.
“Desde el inicio de la hemodiálisis empecé a presentar problemas vasculares, se me hicieron varias fístulas (unión de una arteria con una vena para lograr un acceso vascular para hacer la hemodiálisis). Pero al tener baja presión arterial y unas venas muy finas y delicadas, tras varios intentos fallidos, tuvimos que acudir al acceso vascular mediante la fístula. Por lo tanto, siempre he tenido catéter”.
A raíz de esto, cuenta el paciente, se le indicó la diálisis peritoneal. Se le coloca el catéter en el abdomen y se utiliza el peritoneo como filtro. Se introduce una solución en el peritoneo. “Y luego, como empecé a mejorar salí del programa de diálisis peritoneal (que es muy reducido en Cuba) y estuve aproximadamente varios meses sin necesidad de diálisis porque mis parámetros clínicos mejoraron mucho”.
Sin embargo, en febrero de este año, Héctor comenzó a mostrar síntomas de uremia. “Orinaba con sangre, signo de que la uremia se había extendido bastante. De ahí retomó la diálisis en el hospital clínico quirúrgico Hermanos Ameijeiras. Empecé por un femoral, luego rotamos con el otro hasta que se me logra colocar en la yugular este catéter.
En todo este tiempo, Héctor calcula haber tenido 21 catéteres porque no se ha logrado todavía un acceso vascular. Explica que lo han atendido los mejores especialistas y ninguno ha logrado hacerle una fístula compatible con las características de su sistema vascular.
Debido al uso consecutivo de catéteres, detalló, su sistema vascular se ha deteriorado hasta el punto de verse comprometido. “En este momento tengo estenosis de los vasos sanguíneos en la parte superior del cuerpo y cuando consumo líquido incluso en pequeñas cantidades, mi cabeza se hincha porque todo el líquido se me acumula en la cabeza y esto es muy peligroso para la vida”.
La solución
La solución para Héctor, según parafrasea a sus médicos, es recurrir una vez más a la diálisis peritoneal. Sin embargo, ese tratamiento está muy limitado ahora en Cuba por la falta de insumos. Pacientes que lo recibían han sido derivados a la diálisis tradicional.
“Mi tiempo se agota porque ya he tenido muchos catéteres, han tenido que cambiarlos por constantes infecciones y con este catéter me quedaría poco tiempo. Cuando se me quite este catéter y no tenga por dónde hacerme la hemodiálisis, no se sabe qué va a pasar conmigo”, lamentó Héctor en su video. “Es por eso que hago un llamado por ayuda para obtener una visa humanitaria para poder hacerme la diálisis peritoneal en otro país y poder salvar mi vida y que sea lo más llevadera posible”.
En una actualización a este diario, dijo que la semana pasada, con posterioridad a su video, le cambiaron el catéter de la yugular por uno de modalidad subclavia, que "debe durar un poco más", pero en su caso "no se sabe" pues el único vaso sanguíneo que tiene disponible, "ya está desgastado".
Héctor agradece a sus médicos (“han hecho hasta lo imposible”) pero admite que no está en sus manos. Solo podrían ayudarlo, en las actuales circunstancias, profesionales en el exterior. El no busca un destino por encima de otro, su llamado no es exclusivo para España o EEUU aunque sí reconoce que en esos países su enfermedad pudiera ser tratada con éxito.
Asimismo, dijo, una vez concretada la ayuda humanitaria necesitaría vía expedita de parte de las autoridades cubanas correspondientes: “que me ayuden a viabilizar este trámite para poder salvar mi vida. Mi tiempo se agota”, reiteró
El paciente agradeció que Diario Las Américas se interesara por el caso. El diálogo, no obstante, fue interrumpido por convulsiones que apenas dejaban escribir a Héctor.