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sábado 10
de
mayo 2025
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@hesushdez
MIAMI.- Temprano en la mañana, cuando el Sol aún no lucía en el horizonte, Armando, Carlos, Mario y Pablo abordaban unas pequeñas avionetas para ir en busca de cubanos que navegaban por el Estrecho de Florida en precarias embarcaciones tras salir en busca de las costas de EEUU.
Y cuando divisaban uno, o varios, les lanzaban botellines de agua y algunos alimentos, mientras avisaban a la Guardia Costera de Estados Unidos para que fueran a rescatarlos.
La historia entonces no recogía un hecho similar en el hemisferio occidental. Propuestos incluso para el Premio Nobel de la Paz, los Hermanos al Rescate, bajo la dirección de José Basulto, realizaron decenas de vuelos, sobre las turbulentas aguas del estrecho.
De esta manera, miles de vidas fueron salvadas de haber perecido en las bocas de tiburones o las profundidades del mar.
Hasta que un día aviones de guerra del Gobierno de Cuba abatieron las pequeñas avionetas, cuan indefensas, ante la mirada atónita del medio mundo.
Dos cubanoamericanos nacidos de padres exiliados, un exiliado traído de pequeño y un cubano que arribó como balsero a Estados Unidos: Carlos Costa, de 29 años, Mario Manuel de la Peña, 24; Armando Alejandre Jr., de 45 y Pablo Morales, 29, cayeron al mar, pulverizados, junto a los restos de los pequeños aviones bimotor Cessna el 24 de febrero de 1996.
Las pruebas
El derribo de las avionetas fue condenado por varios países, incluso el Consejo de Seguridad de Nacional Unidas deploró el hecho, con la abstención de China y Rusia.
Cuba alegó que las pequeñas aeronaves habrían violado el espacio aéreo y lanzado octavillas antigubernamentales en La Habana unos días antes, y acorde al informe publicado por la Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO, por sus siglas en inglés), la Fuerza Aérea de Cuba fue ordenada “interceptar los vuelos posteriores y derribarlos, hubieran ingresado o no al espacio aéreo cubano”.
De esta manera, cuando las avionetas de Hermanos al Rescate se encontraban al norte del paralelo 24, que marca el límite de las aguas territoriales cubanas; la Fuerza Aérea Cubana ordenó el despegue de dos aviones de guerra, un MiG-29 y un MiG-23, y minutos después, según revela un audio que se hizo público se autorizó el derribo de los pequeños aviones Cessna. Fidel Castro se responsabilizó públicamente con el hecho.
El Gobierno de Cuba sostiene que las avionetas fueron derribadas en aguas territoriales pero la ICAO falló que las avionetas no violaron el territorio marítimo y que fueron abatidas en aguas internacionales.
El derribo fue casualmente presenciado desde del buque crucero Majesty of the Seas y el barco pesquero estadounidense Tri-Liner, así como desde la tercera avioneta de Hermanos al Rescate, al mando de Basulto, que logró escapar.
Las pequeñas aeronaves estaban incluso cerca del barco pesquero, que denotó entonces una posición registrada de nueve millas al norte de territorio marítimo cubano.
Además, el reporte investigativo arrojó que los tripulantes de las pequeñas aeronaves ni fueron contactados ni prevenidos, como indica el principio básico de la ley marítima internacional, promulgada por la ICAO.
Reacciones
En Miami, el exilio cubano cerró filas bajo la voz de Jorge Mas Canosa: "Que dos aviones de combate del Gobierno de (Fidel) Castro derriben dos aviones civiles desarmados con banderas estadounidenses en una misión humanitaria debe considerarse un acto de guerra contra Estados Unidos ", señaló el cofundador y líder de la Fundación Nacional Cubano Americana.
Entonces en Estados Unidos gobernaba el presidente Bill Clinton (1993-2001), y aunque su administración llevó el asunto a la Naciones Unidas, en la voz de la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright, cuando pronunció aquello de “this is not cojones. This is cowardice”, y dictó sanciones contra el régimen de Castro, se impuso la paciencia diplomática.
“Podemos decir que el Gobierno de Estados Unidos no tuvo voluntad política para hacer justicia. Optaron por sobrellevar la situación lo mejor posible para no perjudicar las relaciones internacionales. Prefirieron enfocar el caso como un problema de derecho internacional, y ahí quedó”, señaló Maggie Alejandre Khuly, hermana de Armando, durante una entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS.
De hecho, Miriam de la Peña, madre de Mario, señaló que durante la presidencia de George W. Bush hubo cierta disposición para llevar a cabo “un proceso judicial justo”.
De la Peña recordó que lograron una condena al derribo de las avionetas en el seno de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, así como el veredicto de culpabilidad en un juicio civil contra el Gobierno de Cuba.
Entonces, el cubano Gerardo Hernández, cabecilla de la Red Avispa de espionaje cubano en EE UU, fue condenado por conspirar para materializar el derribo de las avionetas.
Sin embargo, Hernández, que fue sentenciado a dos cadenas perpetuas, junto a otros cuatro integrantes de la red de espionaje, obtuvo el perdón del presidente Barack Obama, como parte del proceso que restablecería las relaciones diplomáticas con Cuba en el 2014.
Tras 25 años del horrible suceso, los familiares de Armando, Carlos, Mario y Pablo refuerzan sus ansias para juzgar a los militares cubanos por su participación en la consumación del hecho.
“Habrá justicia. Algún día un tribunal internacional atenderá el caso y habrá justicia”, resaltó De la Peña.
Actos conmemorativos
La organización Hermanos al Rescate, familiares de los cuatro pilotos y organizaciones del exilio cubano han organizado una serie de actos conmemorativos para el miércoles 24.