lunes 25  de  marzo 2024
Muro de Berlín

El día que el Muro de Berlín casi se cae en La Habana

"El Muro de Berlín pertenece a la historia y nos enseña que ningún muro que deja fuera a la gente y restringe la libertad es tan alto o tan largo que no pueda franquearse" canciller Angela Mérkel, oriunda del este alemán
Por DARCY BORRERO BATISTA

El 9 de noviembre de 1989, el cubano Luis Frómeta Compte vivió la caída del muro de Berlín en Alemania. Llevaba casi un quinquenio en aquella nación.

Treinta y dos años después, en la Cuba de 2021, fue actor in situ de las protestas con las que, parecía, el muro del comunismo también se caía definitivamente en la isla. Pero en lugar de festejos, abrazos y reencuentros como en las otrora Alemanias (Occidental y del Este), lo que ha visto Frómeta Compte en su país es un proceso que invalida el ejercicio de la libertad y pondera el desprecio por la justicia.

Había llegado a la isla en junio para pasar unas vacaciones con sus familiares y terminó atrapado en un laberinto kafkiano. El 12 de julio de 2021, la vida del emigrado que visitaba su tierra dio un vuelco total. Era lunes y, en el barrio habanero La Güinera, una multitud gritaba libertad. La respuesta autoritaria fue el despliegue de militares que, como admitió el gobierno, dejó sin vida al civil Diubis Laurencio Tejeda. A Frometa Compte no se lo contaron; él estaba allí.

Con su teléfono móvil en mano, el hombre de 59 años se abrió paso. Filmó este otro momento histórico en el que parecía que, en Cuba, se caía también un antiguo muro. Ahora, luego de cuatro meses de investigación de una causa que incluye a más de cien personas, muchas de ellas acusadas de sedición, la Fiscalía le pide a Frómeta Compte 24 años de privación de libertad por salir a filmar las inéditas protestas de julio.

El hombre se suma así al grupo de, al menos, 295 personas que salieron a las calles en Cuba el 11 y 12 de julio y están cumpliendo condenas o sometidas a peticiones fiscales de entre un año y 30 de privación de libertad. Pero a diferencia de la mayoría de los casos, el de Frómeta Compte se dirime también en el terreno diplomático internacional, debido a su condición de ciudadano cubano y alemán.

“Cuando nos enteramos de lo que pedía la Fiscalía, me sentí muy mal”, dice su hija Janie Frómeta desde la ciudad alemana de Dresde. “Mi corazón latía mucho. Lo único que podía pensar en ese momento era si papá ya lo sabía. ¿Cómo se sentiría él al respecto? Tengo mucho miedo de que pierda la fuerza y la esperanza. Es una buena persona con un gran corazón. Mi hermana y yo tenemos pesadillas. Soñé cómo lo golpeaban”.

Para alguien que vive en democracia, cuesta trabajo asimilar lo sucedido: “No puedo entenderlo. Mi papá no ha hecho algo malo. Aquí en Alemania no es problema estar en manifestaciones y filmar”.

La hija escribe por messenger apresuradamente, en español, el idioma de su padre. Por esa vía me cuenta su historia, aunque por el momento no puede filtrar el expediente de fase preparatoria en el que está incluido Frómeta Compte. Lo que sabe es que la embajada de Alemania en La Habana, así como organismos internacionales, ya están al tanto de la irregular situación en la que se encuentra este cubano, manifestante del 12 de julio y residente desde hace más de 35 años en Alemania.

Llegó a ese país europeo como trabajador invitado en 1985 y aprendió el oficio de trabajador forestal. “Luego conoció a mi madre y nací yo y más tarde mi hermana. Después se convirtió en ciudadano alemán. Vive en Alemania hace más de 35 años”, reitera su hija Jaunie, quien asegura que desde que arrestaron a su padre después del 12 de julio, su primer y último pensamiento del día es para él.

“Me despierto por la mañana y lo primero que pienso es: papá, ¿qué puedo hacer para que vuelvas a Alemania? Y mi último pensamiento es una oración a mi querido papá para que Dios lo proteja. Todo el día pienso en lo que puedo hacer”.

Entretanto, el padre sigue detenido en el Combinado del Este (prisión ubicada en el este de la capital cubana) por filmar y transmitir las protestas que tuvieron lugar en la Güinera el 12 de julio. Podría tener comprometida su salud.

“Mi padre (ciudadano alemán/cubano) está en prisión desde el 17 de julio, injustamente. En la prisión de alta seguridad Combinado del Este. Antes estuvo en 100 y Aldabó [centro de detención de la seguridad del estado cubano], muchos días sin contacto con nuestra familia y su pequeño hijo en Cuba. En Aldabó los presos son mantenidos en terribles condiciones e incluso maltratados. Papá solo filmó con su teléfono móvil. No tiró piedras ni atacó a nadie. Tampoco planeó nada ni incitó a nadie a hacerlo. Vive aquí en Alemania. Mi padre también necesita su importante medicación, que solo está disponible aquí en Alemania. Si no, su salud está en peligro”, alertó Janie hace varias semanas.

De acuerdo con declaraciones de sus hijas Janie y Maria, éste está acusado del delito de desórdenes públicos y reconoce en su declaración que salió, protestó, grabó videos. Cuando ellas hicieron pública esa información, no había ningún otro elemento de prueba para imputarle un delito mayor, pero ahora los manifestantes de La Güinera están siendo procesados por Sedición, delito contra la seguridad interior del Estado.

Hasta el momento, la iniciativa de Justicia 11-J contabiliza en ese barrio de La Habana al menos 43 personas acusadas de sedición y con peticiones fiscales de hasta 26 años de privación de libertad. Hay, entre ellas, jóvenes, mujeres y personas de la tercera edad como Frómeta Compte, a los que les piden prácticamente una vida en la cárcel.

“Mi corazón está en Cuba. Y también he estado en Cuba de vacaciones y amo a mi familia. Pero ahora es como una pesadilla. Papá quería volver a casa en julio porque mi hermana se casaba en agosto sin papá y mi hija empezaba la escuela a principios de septiembre. Hay una gran fiesta aquí”, me cuenta este fin de semana, víspera de la conmemoración del 32 aniversario de la caída del muro.

No se sabe cuál va a ser el desenlace de la historia de este cubano alemán que podría contar con cierta protección desde instancias alemanas. Pero si se cumple lo que exigen sus hijas, liberación inmediata y el traslado directo e inmediato a Alemania, nación que dijo adiós al comunismo hace treinta y dos años, este podría ser un precedente para tomar en cuenta. Y un símbolo de que la lucha por la democracia trasciende las fronteras de una isla aunque sus gobernantes la asfixien.

De todas formas, puede que entre el 11 y 12 de julio ningún muro físico haya caído en La Habana, pero sí se desgarró la argamasa de un presunto comunismo que si algo ha repartido es la escasez. Que el periódico Granma y sus similares no quieran darse por enterados, es otra cosa. A poco de que cayera el Muro de Berlín en 1989, la prensa socialista titulaba nada menos que “la RDA no retornará nunca al capitalismo”.

“El dirigente alemán Gunther Mittag afirmó que nada ni nadie podrá eliminar a la República Democrática Alemana y subrayó que su país nunca retornará al capitalismo”. La nota está fechada el 15 de septiembre de 1989 en Berlín. Lo demás es historia. Todos sabemos lo que vino después. Especialmente Frómeta Compte, que pudo haber sido uno de los cuatro mil obreros que escucharon semejante discurso y lo vieron, del mismo modo, desmoronarse.

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