martes 9  de  diciembre 2025
REPORTAJE

En Cuba la emigración es una estampida con riesgo de morir

La mayoría de los nuevos inmigrantes se marchan con un boleto sin regreso. No emigran, huyen de Cuba

Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

Ocho días después de que los vientos del huracán Melissa arrasaran en la región oriental de Cuba, un grupo de al menos 16 jóvenes del poblado de Niquero, provincia Granma, a más de 900 kilómetros al sureste de La Habana, zarparon en tres botes improvisados para escapar de la profunda crisis económica y el manicomio ideológico que sufre la Isla.

El destino de la travesía era Montego Bay, Jamaica, afectado también por el paso de Melissa. “Pero en Jamaica el gobierno le dio a los afectados comida, celulares y ayudas para reconstruir sus casas. No es fábula, me lo contó un primo mío que vive en Jamaica y trabajando de albañil le puede enviar a su madre 150 dólares mensuales”, dice Jeffrey, jornalero agrícola.

Según Jeffrey, la salida se había preparado para “principios de diciembre, pero se adelantó después que el huracán acabara con la quinta y con los mangos en Niquero. El oleaje daba miedo. Algunos amigos intentaron convencerlos, que esperaran a que bajara la marea. No hicieron caso y se tiraron al mar”. Salieron por la zona costera Palma de la Cruz, un lugar cada vez más utilizado por balseros del oriente cubano que buscan rutas alternativas para emigrar.

Cuentan los vecinos que los jóvenes escapan por la falta de alimentos, medicinas y futuro. “Usted se levanta con apagón y se acuesta con apagón. La gente anda con la ropa vieja y empercudida porque el poquito dinero que te entra es para comprar comida. No puedes comprar detergente ni un par de zapatos. Esto no es vida. ¿Cómo puedes convencer a tu hijo que no se tire al mar en una chalupa?”, se pregunta la madre de uno de los muchachos desaparecidos.

En horas de la noche del pasado 12 de noviembre, los tres botes partieron rumbo a Montego Bay. Algunos testimonios indican que un frente frío provocó olas intensas y fuertes vientos que habrían puesto en peligro la estabilidad de las precarias embarcaciones. Familiares afirman que una de las embarcaciones podría haber naufragado cerca de Jamaica. Esta versión se basa en supuestos reportes de pescadores, ante la ausencia total de comunicación desde que los jóvenes se adentraron en el mar.

Sin embargo, ni las autoridades cubanas ni las jamaicanas han confirmado rescates, avistamientos o hallazgos de cadáveres. “Esa falta de información provoca una angustia tremenda”, afirma Yariennis Guevara, pariente de uno de los muchachos que vive en Estados Unidos.

Nunca hubo un operativo coordinado entre los dos países para buscar a los náufragos. Tres semanas después muchos pobladores de Niquero los dan por muertos. Sus familias son más optimistas: “Mientras no aparezcan sus restos no se puede descartar que están con vida. Rezo a Dios todas las noches. Espero que en los próximos días llamen y digan que estaban perdidos”, señala un allegado que se aferra con fuerza a la esperanza.

Varios familiares han contactado con cubanos residentes en Jamaica y les han pedido si pueden averiguar si en hospitales y estaciones policiales se encuentran personas rescatadas de naufragios recientes. “Hemos escrito a varias instituciones, pero nadie responde, no contestan al teléfono”, denuncia Yariennis.

Carlos, sociólogo, considera que “la condición insular de Cuba dificulta la inmigración irregular de quienes no tienen suficientes recursos financieros para preparar su salida por vías legales. Parafraseando a Virgilio Piñera, es la maldita circunstancia de estar rodeado de agua por todas partes. Esa posición geográfica ha frenado que el éxodo sea aun mayor. En Venezuela, un régimen dictatorial como el nuestro, han escapado entre siete y ocho millones de personas. Casi que el 30 por ciento de la población. Tienen a su favor que cuentan con fronteras terrestres con Brasil y Colombia. En Cuba el mar es un muro”.

Un muro que no ha impedido en los últimos 66 años miles de cubanos se lanzaran en balsas o cualquier objeto que flote con el objetivo de alcanzar las costas de Estados Unidos. El Estrecho de la Florida se ha convertido en un cementerio marino. Se desconoce el número exacto de cubanos que han muerto en el intento de vivir en libertad.

La nueva política migratoria del presidente Donald Trump, de prohibir o limitar la entrada de cubanos ha sido un drama para muchos y nuevas oportunidades para otros. Lucia, madre de dos hijos, comenta que “ya tenía sus papeles en regla para viajar por el programa de reunificación familiar a Estados Unidos. Mi esposo ya es ciudadano. Vive allá hace diez años y las cosas le van bien. Pero el gobierno estadounidense tumbó ese programa. Ahora tendré que esperar. La pregunta es por cuánto tiempo y si tendré la paciencia suficiente de soportar vivir en un país donde no funcionan los servicios básicos y aumenta la pobreza cada año”.

Desde la provincia de Cienfuegos donde reside, Mayda confiesa que nunca quiso violar ninguna ley en Estados Unidos y descartó entrar de forma ilegal por la frontera. "Esperé hasta que mi papá se estableciera y pudiera reclamarme. Días antes de mi cita, Trump decretó la derogación de visas a cubanos y no me aprobaron. Estoy sufriendo apagones de 40 horas. Cuando hay electricidad es tres horas al día. Ni con dólares puedes garantizar un nivel de vida decente. Ahora el plan es emigrar a un tercer país. Puede ser España o Panamá. Y esperar a ver si el futuro presidente de Estados Unidos restituye el programa de reunificación familiar. No aguanto estar un día más en Cuba”.

Una especialista en salud mental revela a Diario Las Américas que “la ansiedad y el desespero por emigrar genera elevados grados de estrés, enfermedades cutáneas y depresión. Son personas que ya habían decidido su futuro lejos de Cuba. Se sienten prisioneros en contra de su voluntad en un país donde no quieren vivir”.

Aunque se han cerrado las opciones de emigrar a Estados Unidos, surgen nuevas rutas y destinos que permiten dejar atrás la miseria socializada implementada por la dictadura castrista. Es el caso de Yoasán, estudiante que dejó en tercer año la carrera de contabilidad y se marchó a Curitiba, Brasil. “El sueño americano se mantiene. Hubiera querido emigrar a España, pero no me aprobaron. Y me decidí por Brasil. Es un país de grandes contrastes, pero si trabajas duro y te enfocas en salir adelante las cosas te pueden salir bien. Es una nación inmensa. Con un amplio margen de desarrollo y oportunidades. En Brasil ya hay miles de cubanos”.

Yoasán explica que se han trazado protocolos para que otros compatriotas con planes de emigrar puedan establecerse en Brasil lo más rápido posible. “Tengo un sitio en WhatsApp donde con antelación les oriento a los futuros migrantes cómo se legalizan los papeles y se consiguen permisos de trabajo. Incluso cuando llegan ya tienen empleo. Cobro una pequeña gabela. Los cubanos se adaptan muy rápido en Brasil. Los brasileños son muy parecidos a nosotros”.

Uruguay, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana y Panamá son otros de los nuevos destinos en América Latina. Joel, un joven habanero, aclara que “al cerrarse la frontera por el norte, los cubanos se están dirigiendo a naciones al sur del continente. Es tal el grado de desespero de muchos cubanos que emigran a países pobres como Honduras, Guatemala o el violento Haití. Mi novia y yo decidimos instalarnos en Mérida, Yucatán, hasta que el gobierno de Estados Unidos decida abrir la frontera. Confío que eso va a suceder, porque la yuma (USA) siempre ha sido un país de inmigrantes”.

Rudy, enfermero, lleva dos años en un poblado cercano a Kingston, Jamaica. “Trabajo en un hospital. En 2026 espero sacar a mis padres”. Hace más de un siglo, su abuelo emigró a la Isla para cortar caña. Ahora Rudy hace el viaje a la inversa. La mayoría de los nuevos inmigrantes se marchan con un boleto sin regreso. No emigran, huyen de Cuba.

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