sábado 2  de  diciembre 2023
JUICIO

En jaque la presidencia de Dilma Rousseff

El hecho de que un partido abandone la coalición no significa automáticamente que todos sus legisladores vayan a votar a favor de la apertura de un juicio político contra Rousseff

BRASILIA.- dpa

Desde ya, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff debe estar ligando los dedos de las manos y los pies para que este martes, el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), principal socio de su Gobierno y fuerza política de su vice, Michel Temer, no abandone la coalición oficialista porque de hacerlo incrementaría la posibilidad de que el Congreso inicie un juicio en su contra.

La ruptura de la alianza del PMDB con el gobernante Partido de los Trabajadores (PT), que se da casi por segura, representaría mucho más que un duro golpe para el Gobierno de Rousseff: podría ser el impulso que falta para poner fin a su mandato.

Principalmente porque por detrás de la discusión sobre si romper o no con el Gobierno subyace otro debate más peligroso para Rousseff: el de si apoyar o no el proceso tendiente a destituir a la presidenta, que es tramitado en el Congreso. De darse curso a esta línea, la salida de la presidenta resultaría en la asunción de Temer. 

Se estima que la mayoría de los que defiende el "divorcio" de la alianza PT-PMDB -que ya lleva 13 años- también defiende que el partido apoye el "impeachment".

Y representantes del PMDB citados por el diario "O Globo" afirman que cerca del 80% de los 155 integrantes del directorio nacional que tendrán en sus manos el martes la decisión están a favor de la ruptura.

Además, interlocutores del Gobierno citados por medios locales admiten el temor de que la salida del poderoso partido, el mayor del país y que tiene una bancada de 69 diputados, abra una compuerta por la que luego decidan seguirlo varios otros partidos aliados.

La decisión podría llegar a afectar a los otros tres grandes socios del Ejecutivo: el Partido Progresista (PP), que tiene 49 diputados; el Partido de la República (PR), que tiene 40; y el Partido Social Democrático (PSD), que tiene 33.

Si bien el hecho de que un partido abandone la coalición no significa automáticamente que todos sus legisladores vayan a votar a favor de la apertura de un juicio político contra Rousseff, la situación resulta por demás arriesgada para un Gobierno que según una encuesta reciente es rechazado por un 69% del electorado.

Según "Folha", el Gobierno ya da por segura la salida del PMDB, al tiempo que los líderes del PP, PR y PSD admiten que están siendo presionados por sus parlamentarios para abandonar la coalición.

En total, el Gobierno arrancó en 2014 con ocho partidos aliados, además del PT, pero ya hubo una disidencia. La semana pasada, el Partido Republicano Brasileño (PRB) abandonó la coalición, lo que originó la salida del ministro de Deportes, George Hilton. Su lugar permanece vacante cuando faltan menos de cinco meses para que comiencen en Río de Janeiro los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica.

No obstante, según el diario "O Globo", solo dos partidos aliados, a excepción del partido de Gobierno, están decididos a votar contra el juicio político: el Partido Comunista do Brasil (PCdoB) y el Partido DemocráicoLaborista (PDT, por sus siglas en portugués). Ambos suman 33 diputados, menos de la mitad de lo que tiene solo el PMDB.

El análisis sobre si se debe o no abrir el juicio político contra la mandataria está en su primera etapa: en una comisión especial en la Cámara de Diputados. Lo que defina esta comisión será sometido luego a votación en el plenario del organismo.

Allí, dos tercios de los 513 diputados deben votar a favor de que el juicio se abra para que el debate pase a manos del Senado. O sea que se necesitan un mínimo de 242 votos para que ello ocurra. El Gobierno, a su vez, necesita un mínimo de 171 votos contrarios para frenar el proceso.

Que el Gobierno sufrirá una derrota en la comisión especial es dado por hecho en Brasilia, según coinciden diversos medios.

Por eso los esfuerzos se centran en el plenario de la Cámara Baja, donde la estrategia del Ejecutivo es convencer a los legisladores uno a uno, y no como partido, para votar en contra del "impeachment".

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