(ESPECIAL).- En una carta asfixiada de cursilería y narcisismo, el otrora poderoso fiscal general de Venezuela Isaías Rodríguez le anunció al dictador Nicolás Maduro y al mundo su renuncia al cargo de embajador en Roma.
(ESPECIAL).- En una carta asfixiada de cursilería y narcisismo, el otrora poderoso fiscal general de Venezuela Isaías Rodríguez le anunció al dictador Nicolás Maduro y al mundo su renuncia al cargo de embajador en Roma.
La misiva, que vio luz gracias al ego del propio burócrata, quien la hizo pública, termina por demostrar que el chavismo se consume lentamente, como el cáncer, cuya metástasis condena a la indubitable muerte.
El exfiscal es un personaje oscuro y siniestro de la “revolución bolivariana”. Es cual artífice del mal, quien está detrás del escenario, oculto, aunque se sabe que está, que lo hace todo, manipula, miente, tima y dice amar, pero no ama. Quien se sumó y enriqueció a la sombra del chavismo desde sus albores, en 1999, se revela ahora como un “pobre hombre”. O un “hombre pobre”. Y esas dos frases son muy diferentes.
Un viejo zorro
La famosa carta de “claudicación”, publicada el pasado 20 de mayo, deja ver a un todo poderoso del régimen de Hugo Chávez (1999-2013) no hundido; mucho menos lamentando la ruina de Venezuela, el hambre y la miseria. O disculpándose por la larga lista de crímenes de la dictadura: persecuciones judiciales, exilios, falsas acusaciones, torturas, represiones…
El “embajador Rodríguez” escribe a Maduro en público porque le reclama -como el niño que culpa al amigo de la travesura-, que no tiene botín para vivir en Roma. Que no cobra como diplomático, y que, gracias a las sanciones de Estados Unidos, es un parea de la banca mundial porque nadie lo quiere, lo rechazan, y quién sabe si Washington le quitó todo su dinero.
Pero lo más grave, sin duda, es que sigue fiel a los postulados de Maduro, lo defiende si es necesario. Su carta, en todo caso, es una oda a la arrogancia y una burla al sufrido país.
Camaleón del poder, con los mayores cargos que la burocracia puede otorgar, Isaías Rodríguez ha sido todo desde el “chavismo de Chávez” a la dictadura de Maduro.
La “condena” a la supuesta “ruina” en Italia, afirman, es un pase de factura desde el Palacio de Miraflores por sus discrepancias y reproches a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), creada en 2017 por Maduro para deslegitimar al Parlamento, y de la que fue por corto tiempo su vicepresidente hasta que renunció.
“De una institución extraordinaria y emergente [la ANC] ha pasado a ser un Poder Constituyente centralizado, dirigido por el poder constituido”, espetó en diciembre pasado el exfiscal en una entrevista, al tiempo que atacaba la estrategia con la que Maduro busca perpetuar su dictadura.
Un represor
Por su alto nivel nadie pone en duda que Isaías Rodríguez siempre estuvo al tanto de los verdaderos objetivos de la alianza con Cuba para instaurar en Venezuela un sistema como el de la isla, o de sonados casos de corrupción, en su mayoría después de 2003, cuando entró en vigor el control de cambio.
En enero 2000, Chávez lo convirtió en vicepresidente de la república, una investidura con la que durará diez meses. De allí fue escogido para ocupar el cargo de fiscal general. Es entonces que echa a andar la rueda de la persecución contra opositores al régimen e inicia juicios contra políticos venezolanos durante sus siete años al frente de ese despacho, hasta noviembre de 2007.
Del caudal de violaciones e irregularidades que marcan la historia de Isaías Rodríguez, es la investigación por el asesinato de su colaborador directo, el fiscal Danilo Anderson, la que más pesa. El 18 de noviembre de 2004, Anderson murió por la explosión de una bomba colocada debajo del asiento de su vehículo.
A partir aquel atentado contra Anderson, la historia de la persecución política en Venezuela tomó un giro brusco del que Rodríguez fue artífice. Si bien su colaborador estaba a cargo de investigar las raíces del levantamiento contra Chávez del 11 al 13 de abril de 2002, el fiscal general aprovechó las circunstancias tras el atentado para vengarse contra todos aquellos que se oponían a la dictadura.
“Lo grave es que Isaías Rodríguez es cómplice del saqueo a Venezuela y de la sistemática violación de derechos humanos perpetrados por el chavismo. Y de todo eso se benefició”, afirmó Milagro Socorro, una periodista venezolana, en su Twitter.
Acusaciones falsas
En marzo de 2008 Hernando José Contreras Pérez, uno de los fiscales encargados de investigar el “caso Anderson” lanzó una gravísima denuncia contra Rodríguez.
En ese entonces le acusó de perpetrar un montaje para imputar como autores intelectuales de la muerte del fiscal Danilo Anderson, entre otras figuras, a la periodista Patricia Poleo, a Salvador Romaní, hijo de un cubano anticastrista y al banquero Nelson Mezerhane, fundador e importante accionista del canal Globovisión, sobre la base de las declaraciones del falso psiquiatra colombiano Giovanni Vásquez.
Rodríguez aseguró en agosto de 2006 que fue “engañado por Vásquez”, de quien dijo una vez haber “leído la sinceridad en sus ojos” tras escuchar su testimonio del caso, y basado en esas declaraciones preparó, además de las imputaciones contra los supuestos autores materiales del atentado al fiscal Anderson, también las detenciones de los que fueron considerados autores intelectuales. Todo fue una farsa.
La corrupción
Rodríguez viró la espalda ante uno de los primeros grandes escándalos de corrupción del chavismo, el Plan Bolívar 2000, del que desaparecieron cientos de millones de dólares ese año.
Los principales responsables del robo terminaron ascendiendo sin problemas en la cúpula roja. Tras el hecho, quedó clara la estrecha alianza entre los delincuentes y la dirigencia del chavismo. Esos mismos son los que hoy desgobiernan Venezuela.
FUENTE: Por Carlos Trujillo