El entrelazamiento financiero, digital, infraestructural y extractivo de China con el régimen de Nicolás Maduro convierte esta crisis caribeña en una prueba indirecta de esferas de influencia en el siglo XXI. En una era en la que rutas comerciales, cables de datos y cadenas de suministro de minerales críticos tienen tanto peso estratégico como las cañoneras, la presencia marítima de EE. UU. sigue siendo el instrumento indispensable que traduce la resolución geoeconómica en poder visible. Este trabajo traza el continuo entre el precedente histórico y el despliegue actual, sosteniendo que la historia no es pasado: es un algoritmo activo que moldea la estrategia, el señalamiento y el equilibrio de poder del futuro.
Introducción: El poder naval como lenguaje estratégico en un mundo triangular
Los buques de guerra estadounidenses llevan mucho tiempo hablando un lenguaje de intención. En 2025, ocho embarcaciones estadounidenses —incluido un submarino de propulsión nuclear— y diez F-35 se desplegaron en Puerto Rico bajo la bandera de una misión antinarcóticos (Reuters, 2025a). Detrás de la justificación pública se halla la diplomacia coercitiva dirigida a la Venezuela de Maduro —y un mensaje inconfundible para China. Como señalan Gutiérrez y Marrero (2025), Venezuela “es el escenario, no la obra”. El público verdadero es Pekín, cuyos financiamientos, infraestructura digital y negocios petroleros atan a Caracas con la estrategia global china.
De Monroe al “gran garrote” hasta el presente, la gramática del poder marítimo ha cambiado menos que su audiencia. En 1903 y 1914, los destinatarios eran centros imperiales europeos; hoy, la audiencia es Pekín. Posicionar una fuerza naval de tareas de EE. UU. al borde de las aguas territoriales de un adversario sigue siendo una disuasión de diana: una señal que mezcla proximidad con propósito. En un hemisferio donde la penetración político-económica de China abarca hoy puertos, redes energéticas y dorsales de datos, el mensaje es claro: el Caribe no está para una captura estratégica silenciosa.
El precedente de Panamá (1903): disuasión sin batalla
Cuando Panamá se separó de Colombia en noviembre de 1903, no fue por revolución sino por cálculo. Un pequeño círculo de élites panameñas —banqueros, abogados y comerciantes ligados a las principales familias del istmo— coordinó discretamente una secesión incruenta con funcionarios estadounidenses decididos a asegurar una zona canalera. Cuando el USS Nashville fondeó en Colón el 2 de noviembre, su presencia aseguró que las tropas colombianas no cruzaran el istmo para sofocar la separación. Sin ese único acto de disuasión marítima, la independencia de Panamá pudo haber sido efímera —y el canal que transformó el comercio global podría no haberse construido cuando se hizo.
El episodio ilustró cómo una presencia naval creíble, alineada con una voluntad política clara, logró la creación de un Estado sin guerra y estableció que el control de las rutas marítimas caribeñas es sinónimo de control hemisférico —un principio hoy desafiado por el financiamiento chino de puertos de doble uso desde Colón hasta La Guaira. El eco histórico es inconfundible.
Veracruz 1914: cuando la disuasión se convirtió en ocupación
Una década después, la disuasión falló. El presidente Wilson ordenó a la Marina tomar Veracruz para bloquear armas alemanas destinadas al general Huerta. Los infantes de Marina estadounidenses capturaron el puerto tras cuatro días de combates, con la pérdida de 22 hombres y cerca de 160 mexicanos muertos (Eisenhower, 1989). Huerta pronto huyó, pero la indignación latinoamericana perduró. La lección: el éxito militar puede volverse derrota política cuando la legitimidad se derrumba. Para los responsables actuales de política, Veracruz advierte que incluso una coerción precisa arriesga un efecto rebote si se enmarca como intrusión imperial —sobre todo cuando Pekín se publicita como un “socio sin condiciones”.
Las Guerras del Banano (1898–1934): poder institucionalizado, resentimiento arraigado
Entre 1898 y 1934, los infantes de Marina desembarcaron más de veinte veces a lo largo del Caribe y Centroamérica, con respaldo de una presencia naval constante (Schmidt, 1995). Las operaciones restauraron el orden pero dejaron legados autoritarios —de la dinastía Somoza en Nicaragua a los Duvalier en Haití. Estas intervenciones institucionalizaron la diplomacia de cañoneras e incrustaron una memoria que China explota hoy. La narrativa de la Franja y la Ruta de Pekín presenta el involucramiento chino como antitético al “imperialismo yanqui”, habilitando una entrada económica envuelta en contraste moral.
Guerra Fría y diplomacia coercitiva: aprender los límites de la fuerza
La “cuarentena” naval de Kennedy durante la Crisis de los Misiles en Cuba forzó la retirada soviética sin combate, demostrando que la credibilidad más la comunicación pueden lograr la victoria sin guerra (Allison & Zelikow, 1999). Aun así, Castro sobrevivió —prueba de que la coerción naval puede neutralizar amenazas pero rara vez desarraiga regímenes. Bahía de Cochinos, por el contrario, mostró que las medias tintas destruyen la credibilidad. Operaciones posteriores en Granada, Panamá y Haití ilustraron que fuerza y legitimidad deben alinearse para el éxito.
Ecos modernos: el despliegue en Venezuela y la variable China
6.1. Postura de fuerza e intención
Para octubre de 2025, las fuerzas de EE. UU. comprendían ocho buques de guerra, un submarino de propulsión nuclear, diez F-35 en Puerto Rico, infantes de Marina y elementos de operaciones especiales: un orden de batalla muy por encima de la interdicción rutinaria (Reuters, 2025a–c). Varios ataques de precisión contra embarcaciones de narcotráfico cerca de aguas venezolanas suscitaron un debate en el Consejo de Seguridad de la ONU a petición de Caracas. El despliegue encarna la diplomacia de cañoneras del siglo XXI: una misión antinarcóticos calibrada para señalar coerción estratégica.
En el encuadre político-militar de Octavio Pérez, la fuerza de tareas posicionada justo fuera de las aguas territoriales de Venezuela no es teatro; es geometría de disuasión. Su ubicación comunica que Estados Unidos puede alcanzar, ver y golpear a través de las redes habilitadoras del régimen —estatales y no estatales por igual.
6.2. Presencia estructural de China
El control de Pekín en Venezuela es sistémico. La China National Petroleum Corporation (CNPC) posee una participación de control en la empresa mixta Sinovensa en la Faja del Orinoco; en septiembre de 2025, China Concord Resources firmó un acuerdo de expansión por 1.000 millones de dólares que incluye una instalación de producción flotante en el lago de Maracaibo. Empresas chinas como CHEC financiaron y construyeron ampliaciones portuarias en Puerto Cabello, y ZTE ayudó a crear el sistema de identificación digital de Venezuela que sustenta la vigilancia del régimen.
Los bancos estatales chinos han extendido grandes líneas de crédito en toda América Latina, típicamente atadas a infraestructura estratégica, mientras insertan trampas de renegociación cuando los prestatarios se debilitan. Las reestructuraciones rinden concesiones más largas, garantías de recursos o nuevas garantías reales, profundizando el apalancamiento de Pekín. En la cumbre Pekín–ALC de mayo de 2025, el presidente Xi anunció un fondo regional de crédito de 9.000 millones de dólares.
La demanda de la RPC también ha reconfigurado patrones de exportación. Las ventas de soja de Argentina a China se han disparado; Chile envía ahora aproximadamente el 39 % de sus exportaciones allí. Los exportadores se vuelven reacios a tomar posturas diplomáticas que puedan poner en riesgo el acceso a su comprador dominante, estrechando el espacio para la influencia estadounidense.
6.2.1. Minerales estratégicos y el tablero de las cadenas de suministro
Más allá de los hidrocarburos, Venezuela y sus vecinos forman parte de un corredor de minerales críticos que se extiende desde el Escudo Guayanés hasta el Triángulo del Litio. Los campeones estatales de China —Minmetals, CMOC y China Northern Rare Earth— han buscado participaciones en la Faja Coltanífera de Venezuela, los yacimientos de bauxita de Guyana y los salares de litio de Bolivia. Estos recursos alimentan las cadenas de suministro de defensa e industrias verdes de Pekín —baterías, sistemas de guiado de misiles y semiconductores—, consolidando la dependencia mediante monopolios de procesamiento radicados en China.
Desde una perspectiva geoeconómica, la flota estadounidense frente a Venezuela no solo es una proyección de fuerza, sino una proyección de soberanía de las cadenas de suministro. Proteger estas arterias marítimas garantiza que los minerales críticos de América Latina fluyan a través de mercados libres y transparentes y no por canales monopolizados de comercio dirigido por el Estado. Como sostiene el Dr. Marrero, “los puertos son peones, pero los minerales son el botín”. La disuasión naval de EE. UU. se cruza así directamente con la política industrial: la defensa de la capacidad productiva y la innovación dentro de la esfera económica del Mundo Libre.
Puntos clave de nexo de recursos incluyen:
— Faja del Orinoco de Venezuela: mejoradores de crudo pesado y zonas de coltán vinculadas a empresas mixtas chinas.
— Guyana y Surinam: frontera de bauxita y petróleo costa afuera donde el financiamiento chino ha ganado terreno.
— Triángulo del Litio Bolivia–Chile–Argentina: control de la RPC sobre más del 60 % de la capacidad regional de procesamiento.
— Panamá y puertos caribeños: nodos emergentes de transbordo para minerales de grado batería.
Al proteger estas rutas y promover “cadenas de suministro de la libertad”, Washington defiende su base industrial tanto como su territorio.
6.3. Poder blando en el mar: la señal del buque hospital
El buque hospital chino Silk Road Ark emprendió la Misión Harmony–2025, una travesía de 220 días que proyecta una presencia humanitaria que sigue la estela de los despliegues navales de EE. UU. La óptica es estratégica: diplomacia médica diseñada para contrarrestar percepciones de militarización estadounidense y reforzar la narrativa de China como “socio pacífico”.
6.4. China como audiencia estratégica
Como señalan Gutiérrez y Marrero (2025), los movimientos hemisféricos de Pekín son “pruebas de tolerancia”. El mensaje de la flota estadounidense es que esas pruebas ahora encuentran resistencia. Cada maniobra comunica que los proyectos de doble uso chinos tienen límites cuando se cruzan con los intereses de “cercano mar” de EE. UU. Donde Roosevelt hablaba en voz baja y portaba un gran garrote, Washington ahora transmite globalmente y empuña una flota multidominio. Maduro y los carteles son el objetivo inmediato; el mensaje estratégico es para China.
6.5. Las defensas y aliados de Maduro
Maduro afirma comandar 4,5 millones de milicianos, aunque estimaciones independientes sitúan mucho más abajo el componente entrenado. Cuba, Nicaragua y China siguen siendo sus principales respaldos; Rusia aporta armas y asesores, pero carece de poder de sostenimiento. Estados Unidos busca encarecer el costo de mantenimiento del régimen por encima de su valor para Pekín, forzando el colapso por presión económica, no cinética.
Lecciones de un siglo de diplomacia de Estado naval
Condiciones para el éxito:
— Credibilidad de la fuerza: capacidad y voluntad deben ser incuestionables.
— Legitimidad del propósito: el apoyo internacional o regional convierte la fuerza en mandato.
— Precisión del objetivo: fines claros y limitados previenen el atolladero.
— Diseño de salida: una retirada sincronizada con el punto de inflexión político preserva las ganancias.
Desencadenantes del fracaso:
— Ambigüedad (Veracruz 1914).
— Medias tintas (Bahía de Cochinos 1961).
— Sobreestancia (Nicaragua 1927–1933).
— Vacío narrativo: ceder el espacio moral a los adversarios.
El caso venezolano prueba las cuatro. La credibilidad es alta pero finita; la legitimidad es disputada; los objetivos son vagos; la salida no está definida. Aun así, EE. UU. esgrime ahora una narrativa más fuerte: la defensa de la soberanía hemisférica frente a la intrusión extra-regional.
Implicaciones de política para la estrategia hemisférica de EE. UU.
— Enmarcar la misión como defensa de la soberanía. Presentar las acciones como disuasión de la penetración extra-regional, no como cambio de régimen, para preservar la legitimidad hemisférica.
— Sincronizar las palancas económicas y navales. Desplegar financiamiento de la DFC y el BID en paralelo con la disuasión naval para contrarrestar el capital y la condicionalidad chinos.
— Explotar la sobreextensión de Pekín. Una presencia sostenida obliga a China a elegir entre proteger inversiones en América Latina y gestionar prioridades en el Indo-Pacífico.
— Asegurar corredores de minerales estratégicos. Establecer acuerdos multilaterales con Brasil, Guyana y Chile para proteger rutas de suministro de litio, cobre y bauxita vitales para la manufactura estadounidense.
— Construir cadenas de suministro de la libertad. Fomentar el near-shoring y friend-shoring del procesamiento de minerales críticos mediante incentivos de CHIPS e IRA para reducir el dominio del refinado de la RPC.
— Lanzar una Iniciativa Caribeña de Infraestructura Crítica. Un fondo respaldado por DFC/Ex-Im para proyectos no chinos de telecomunicaciones, puertos y redes eléctricas en las Antillas.
— Cerrar canales de financiamiento ilícito. Integrar la interdicción marítima con sanciones a redes de TCO que apuntalan al régimen y se cruzan con flujos comerciales chinos.
— Reforzar la resiliencia de deuda y comercio. Ofrecer mecanismos de refinanciación que excluyan garantías estratégicas y diversificar compradores para evitar dependencia de un único cliente.
— Mantener coherencia moral. Fundamentar todas las afirmaciones —de interdicción de drogas a ayuda— en datos verificables para contraponer la opacidad autoritaria con la transparencia democrática.
— Planificar la estabilidad post-crisis. Si la presión tiene éxito, coordinar la reconstrucción regional sin permitir la reentrada china mediante préstamos con garantías encubiertas.
Por qué importa
La confrontación frente a Venezuela no es meramente una maniobra naval; es una señal geoeconómica dirigida a la segunda potencia mundial. Quien controle las arterias energéticas, digitales y minerales del Hemisferio Occidental controlará la próxima revolución industrial. La flota estadounidense protege así el sistema arterial del Mundo Libre —del petróleo y los datos al litio y el cobre—, declarando que el Caribe sigue siendo el patio estratégico de la democracia, no una ruta tributaria de la Franja y la Ruta.
Conclusión: la historia sigue ocurriendo
Del Nashville en Colón a los destructores frente a La Guaira, la historia no es un espejo retrovisor: es el panel de instrumentos. El mismo ADN estratégico que produjo la independencia de Panamá, la reacción adversa de Veracruz y la resolución incruenta en Haití anima ahora el pulso de 2025. Lo nuevo es el adversario entre bastidores. Cada maniobra estadounidense habla hoy a dos capitales: Caracas y Pekín. La flota que antes disuadió cañoneras desde Bogotá ahora señala cables de datos, cargamentos de petróleo y enlaces satelitales financiados por China.
El Caribe vuelve a poner a prueba la madurez estratégica de EE. UU. La lección de un siglo permanece constante: el poder naval creíble puede forzar conductas, pero solo una arquitectura moral y económica sostiene la victoria. Si Washington equilibra ambos, quizá logre aún lo que Roosevelt llamó “paz con honor”: esta vez en un hemisferio atestado de nuevos imperios. Maduro y los carteles son el objetivo inmediato; el mensaje estratégico es para China. La señal defiende no solo territorio, sino el derecho del hemisferio a la autodeterminación económica.
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CDR José Adán Gutiérrez, USN (Ret.), miembro senior, MSI²
LTC Octavio Pérez, U.S. Army (Ret.), cofundador y miembro senior, MSI²
Dr. Rafael Marrero, Economista Jefe y fundador, MSI²
Publicado originalmente en el Instituto de Inteligencia Estratégica de Miami, un grupo de expertos conservador y no partidista que se especializa en investigación de políticas, inteligencia estratégica y consultoría. Las opiniones son del autor y no reflejan necesariamente la posición del Instituto.
Más información del Miami Strategic Intelligence Institute en www.miastrategicintel.com