@Puzkas
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CARACAS. - En las últimas dos décadas la oposición a la llamada revolución bolivariana en Venezuela se ha agrupado en torno a tres grandes coaliciones: la Coordinadora Democrática (2002-2004), la Mesa de la Unidad Democrática (2008-2018) y el Frente Amplio (2017-2021).
En paralelo a la última instancia de coordinación (El Frente Amplio) se constituyó el Gobierno Interino encabezado por Juan Guaidó y por la Asamblea Nacional electa en diciembre del año 2015.
Aunque con éxitos relativos, especialmente la MUD que llevó a la oposición a obtener las dos terceras parte del Parlamento hace seis años, todas las instancias de la oposición han terminado diluyéndose ante el avance del autoritarismo, primero en los gobiernos de Hugo Chávez y después con el ascenso al poder de Nicolás Maduro.
¿Necesita la oposición venezolana una nueva forma de organización? Para el presidente interino Juan Guaidó “no es tiempo de inventar el agua tibia (…) Aquí está el Frente Amplio, el movimiento estudiantil, la sociedad civil, el Comité Organizador de la Consulta Popular, la Comisión Delegada, la directiva del Parlamento, dirigentes de todos los partidos a nivel nacional. ¿Nosotros necesitamos una nueva unidad? No, necesitamos una mejor unidad”.
De hecho, constantemente Guaidó advierte que la oposición venezolana no caerá de nuevo “en el falso dilema sobre participar o no en las elecciones regionales (…) La dictadura secuestró el sistema electoral, las tarjetas e inhabilitó a dirigentes políticos”.
Esta hoja de ruta fue ratificada en el cónclave que mantuvieron la semana pasada en Bogotá Leopoldo López (Voluntad Popular), Julio Borges (Primero Justicia), Manuel Rosales (Un Nuevo Tiempo) y Willian Dávila (Acción Democrática) con el embajador de Estados Unidos para Venezuela James Story.
Sin embargo, las fisuras en la oposición son cada vez más amplias. Las principales organizaciones de la sociedad civil que defienden los derechos humanos y la mayoría de las que en el pasado han trabajado los temas electorales conformaron el Foro Cívico, una instancia que también agrupa a empresarios, académicos e iglesia con el propósito de intentar recuperar la vía electoral. Incluso, este grupo postuló candidatos a rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) desafiando la línea oficial del gobierno interino.
Una línea que también comienza a ser desafiada por las estructuras de los principales partidos de oposición, aunque sus dirigentes ratificaran en Bogotá la intención de no acudir a elecciones regionales, mientras no exista un cronograma electoral que privilegie la realización de comicios presidenciales y parlamentarios y una nueva autoridad electoral.
Mientras los cuatro gobernadores de Acción Democrática evalúan como mantener sus cargos en los comicios de fin de año, los 20 alcaldes opositores (de 334 municipios que tiene el país) también analizan crear una plataforma unitaria para presentarse a las elecciones. Una posición que también comparte uno de los principales referentes del partido Primero Justicia, Carlos Ocariz que aspira a presentarse, si se recuperan las condiciones electorales, como candidato a la gobernación del estado Miranda.
En este sentido, quienes se oponen a Maduro se encuentra divididos en este momento en dos grandes bloques: Quienes cierran filas en torno al Gobierno interino y quienes sostienen que la estrategia implementada en 2019 y 2020 y ratificada para 2021 necesita cambiarse para lograr un transición a la democracia.
Crisis de legitimidad y liderazgo
La crisis de liderazgo toca por igual al chavismo y a la oposición. Según el más reciente estudio de la firma Datanálisis los principales referentes políticos de la oposición y del chavismo no reciben buenas valoraciones entre los venezolanos.
Según el estudio, 91% de los ciudadanos valora negativamente la situación del país y 56% describe su situación personal y familiar como negativa.
¿El culpable? Según los resultados del estudio 43,9% de los ciudadanos señalan directamente a Nicolás Maduro, 14% dice los responsables son “el pueblo, la gente”, mientras 14% indica que la causa del colapso es responsabilidad del gobierno y los ministros. Si se agrupa quienes señalan a Maduro y los que mencionan como responsables a los ministros y al gobierno 57,9% de los venezolanos piensa que el status quo que se mantiene en el poder es el causante de la mala situación.
Sin embargo, este descontento no es capitalizado por otros líderes políticos que representan a las fuerzas opositoras y según la encuesta no son bien valorados. También, a partir de los resultados del estudio, se muestra un nivel de rechazo hacia los principales referentes del chavismo: El presidente de la Asamblea Nacional electa en 2020 Jorge Rodríguez es desaprobado por 77% de los ciudadanos, mientras las acciones de Diosdado Cabello son rechazadas por 86% de los venezolanos.
En esta crisis de liderazgo se incluye la poca disposición a participar en los comicios de este año. Según el estudio apenas 13,4% dice estar muy dispuesto a votar, mientras 28% sostiene que está “algo dispuesto”, el potencial de participación se ubica, en el mejor de los casos, en 41,6%, ligeramente superior a los registros oficiales del evento en el que se escogió la Asamblea Nacional en 2020.
De hecho, el debate sobre la legitimidad de la Asamblea Nacional divide a los ciudadanos: 24,8% piensa que el Parlamento legítimo es el elegido en 2020, mientras 32% considera que la legitimidad corresponde al Parlamento presidido por Guaidó.21% piensa que ninguna de las 2 instancias es legítima, mientras 21,8% declina pronunciarse o no sabe que responder ante estas interrogantes.
Según el estudio apenas 11,4% de los venezolanos se autodefinen como chavistas, mientras 19% sostienen que son opositores. 67% de los venezolanos dice en este momento no simpatizar por ninguna opción, el número de independientes más alto en las últimas dos décadas en el país.
El estudio de Datanálisis se realizó entre el 8 y 12 de febrero. Incluyó 50 entrevistas en hogares a electores mayores de 18 años. Tiene un error muestral de +/- 4,38%.
Mas que un nuevo CNE
La transición a la democracia en Venezuela necesita más que una nueva autoridad electoral o una oposición unidad. El politólogo John Magdaleno sostiene que “mientras mejor entendamos los procesos de transición, más habilitados y eficaces seremos para aproximarnos a ellos”.
Durante el seminario virtual Politikafé, organizado por el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, Magdaleno explicó que es falso que en Venezuela hubiese comenzado un proceso de transición a la democracia: “Todavía veo a gente diciendo que la transición a la democracia se inició en Venezuela porque hay perspectivas de una reforma económica, y no es así, una transición a la democracia se inicia cuando hay una restitución, así sea parcial o progresiva, de libertades civiles, derechos políticos, económicos y sociales, y, obviamente es ingenuo pensar que eso se da de un solo golpe”.
Magdaleno insiste en que la restitución de garantías en un régimen no democrático, “comienza tras una fractura de la coalición dominante, es decir, una ruptura de los compromisos adquiridos entre los actores que le dan soporte al régimen autoritario, a cambio de prerrogativas y privilegios o capacidades de influencia en la toma de decisiones”.
Para Magdaleno “hasta tanto esos compromisos no se rompan o alteren, no aumenten las presiones internas, la probabilidad de restitución de garantías disminuye”
Magdaleno explicó que la transición democrática empieza con una liberalización política: restitución de garantías, luego avanza en la dirección de una democratización, y después, si todo sale bien, se instalan reglas de juego democrático y sobreviene una etapa importante que es la consolidación democrática.
Según Magdaleno una transición a la democracia se concreta “cuando se alcanza el suficiente acuerdo sobre los procedimientos políticos para producir un gobierno elegido; concretamente cuando el gobierno que llega al poder es el resultado del voto libre y popular, y tiene de facto la autoridad para generar nuevas políticas, y cuando los poderes públicos generados por la nueva democracia no tienen que compartir el poder con otros órganos (...) Si se satisfacen estos cuatro rasgos, se culmina exitosamente el proceso. Luego viene una etapa delicada, compleja, intentar promover la consolidación de una democracia”.
Sin embargo, el gobierno de Maduro no tiene incentivos para negociar. Esta es la opinión del director del Centro de Estudios Políticos Benigno Alarcón, quien sostiene que lo medular “es ver si hay condiciones para una negociación, aparentemente no las hay y hay que construirlas. Queremos negociar la transición, pero uno no negocia lo que quiere sino lo que puede”.
