viernes 13  de  diciembre 2024
REPRESIÓN

Los encarcelados más 'incómodos' para Díaz-Canel

En las cárceles de la isla hay un total de 1.092 presos políticos entre ellos 119 mujeres y 30 menores de edad, pero hay cuatro nombres de opositores que caen como saetas sobre el régimen

Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

LA HABANA. A Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, 64 años, le gusta ofrecer una imagen de estadista comprensivo y sosegado. Antes de salir en cámara la maquillista le quita el sudor de la cara y lo peinan hacía atrás con un cepillo. Trata de que en los encuadres en su oficina aparezcan fotos del difunto Fidel Castro y de su sucesor Raúl Castro, la pareja de hermanos que con puño de hierro ha gobernado la Isla desde hace más seis décadas.

El set de sus entrevistas y podcasts suele ser su despacho o un salón del Palacio de la Revolución, antigua sede del Tribunal de Cuentas en la Cuba republicana, ubicado al fondo de la otrora Plaza Cívica. Díaz-Canel ha sido el dirigente comunista más desacreditado del régimen. Sus frecuentes disparates suelen ser reproducidos con memes en las redes sociales. Buena parte de los cubanos de a pie, descontentos con el modelo político y económico del país, le dicen 'singao', que en el lenguaje popular significa ser un pelele, un pendejo, pusilánime. Calificativos que, dichos a un funcionario, constituyen un delito en el régimen verde olivo de ordeno y mando.

Exfuncionarios del gobierno cuentan que Díaz-Canel, oriundo de Placetas, uno de los trece municipios de la provincia Villa Clara, a casi 300 kilómetros al este de La Habana, en los inicios de su carrera política como primer secretario del partido comunista trasmitía la imagen de un burócrata moderno que vestía jeans marca Levi’s, le gustaban las canciones de Joaquín Sabina y no era homófobo. De hecho, saltó a la fama en el mundillo homosexual por autorizar en El Mejunje, centro nocturno de la ciudad de Santa Clara, la actuación de gay, travestis y transexuales. Mientras escalaba posiciones en la nomenclatura castrista fue perdiendo espontaneidad.

Puesto a dedo

Cuando el autócrata Raúl Castro lo designó a dedo para ocupar la presidencia, su estilo de trabajo era colectivo y le gustaba “tocar los problemas con las manos”, como en tono cursi decía. Ya en el poder, dio marcha atrás en la aprobación del Decreto-Ley 349, fuertemente criticada por igual dentro de la cultura oficialista y la cultura alternativa. Entre otros, las protestas las habían encabezado tres habaneros de la generación de los 80: el artista visual Luis Manuel Otero Alcántara (1987), la historiadora de arte Yanelys Núñez Leyva (1989) y el rapero Maykel Castillo Pérez (1983), más conocido por Maykel Osorbo, su nombre artístico, quienes en septiembre de 2018 fundaron el Movimiento San Isidro, una agrupación que había presionado al régimen por el derecho a la libertad e independencia del arte y la libre expresión.

Según rumores en las alcantarillas del poder, esa actitud contestataria de numerosos 'artivistas', desató una ola de comentarios entre la nomenclatura, tildando a Díaz-Canel de mano blanda. Tener en cuenta que el castrismo sepultó a la sociedad civil, la prensa libre y la oposición política con penas de muerte, largas condenas en la cárcel o con exilios obligatorios. Entre 1960 y 1980, Fidel Castro llegó a tener tras las rejas a más de 10.000 presos políticos, que después utilizaba como monedas de cambio. Canjeaba prisioneros de conciencia por votos a favor de Cuba en foros internacionales o por una alfombra roja en el Vaticano.

Raúl Castro también tuvo su lista 'carcelaria'. A la mayoría de los presos políticos los liberó a cambio del destierro, presionado por la muerte de Orlando Zapata Tamayo, el 23 de febrero de 2010, luego de una huelga de hambre y por las protestas callejeras de las Damas de Blanco, esposas, hijas, madres o hermanas de los encarcelados en la Primavera Negra de 2003. Mujeres que gladiolos en mano obligaron al régimen a liberar a 75 opositores y periodistas independientes.

Cuando a Miguel Díaz-Canel lo convirtieron en el ‘hombre fuerte' de Cuba, ya se había apagado el efecto Obama y la dictadura caribeña regresaba de nuevo a la trinchera de la propaganda 'antiyanqu', donde se siente más cómoda. Canel no era familia de los Castro y sin un pasado militar, no tenía las manos manchadas de sangre por los fusilamientos en los primeros años del ‘gobierno revolucionario’. Pudo haber iniciado una reforma económica auténtica y democratizado el país. Pero no quiso o no lo dejaron, por no controlar el verdadero poder. Muchos cubanos piensan que él siempre ha sido un mascarón de proa.

Las protestas

Con la agudización de la crisis económica, el desabastecimiento y los extensos apagones comenzaron a estallar protestas ciudadanas en todo el país. Los que sonaban calderos vacíos no eran activistas ni disidentes. Eran madres, amas de casa, estudiantes, jubilados y obreros, cansados de tanta miseria, de falsas promesas y de la consigna Patria o Muerte. Es en ese escenario que Maykel Osorbo y Luis Manuel Otero realizan una sonada protesta en la barriada de San Isidro, y cantan Diazka, tema que El Aldeano y Silvito El Libre habían estrenado en Miami en 2019 y cuyo estribillo dice 'Díaz-Canel, singao', coreado por decenas de vecinos.

Los acontecimientos se precipitan con la detención del músico urbano Denis Solís a principios de noviembre de 2020 y la huelga de hambre que un par de semanas después, pidiendo la liberación de Denis, iniciaron Maykel, Otero y varios activistas en el local de Movimiento San Isidro, una vivienda en malas condiciones situada en Damas 955 entre San Isidro y Avenida del Puerto, Habana Vieja. A partir de ese momento, Díaz-Canel comienza a huir hacia adelante.

Faltaban varios meses para las protestas del domingo 11 de julio de 2021, que por efecto dominó se extenderían a más de 50 localidades del país. Lo que pasó posteriormente no lo podían augurar Maykel Osorbo, detenido en mayo de 2021, el periodista independiente Lázaro Yuri Valle Roca, arrestado en junio de 2021 y Luis Manuel Otero, encarcelado el mismo 11 de julio. Tampoco otros detenidos el 11-J, como los opositores Félix Navarro y su hija Sahily, en Jovellanos, Matanzas, y José Daniel Ferrer, líder de la UNPACU, en Palma Soriano, Santiago de Cuba.

Cuba, como el resto del mundo, se encontraba en medio de una pandemia. Aumentaban los casos de COVID y las muertes por falta de medicamentos y de oxígeno en los hospitales. La inflación se disparó. Comer dos veces al día se convirtió en un lujo y los apagones de doce horas eran un tormento. En el ambiente se respiraba un aire extraño. No se sabía cómo ni cuándo, pero sí que algo iba a pasar. El estallido del 11 de julio de 2021 fue una jugada cantada. Y la repuesta del régimen para frenar el descontento fue más represión y más cárcel.

Los incómodos

Luis Manuel Otero y Maykel Osorbo contaban con miles de seguidores por sus directas en las redes sociales. Recuerdo que una tarde de abril de 2021 había quedado con Maykel para vernos en un parque ubicado en Infanta y San Lázaro. Me contó que estaba grabando la versión final del hit Patria y Vida. Le dije que se cuidara. Hizo un gesto con sus hombros y señaló: “Contra lo imposible no se puede hacer nada. Estamos puestos”. Tres semanas después fue detenido por la Seguridad del Estado y sancionado a 9 años de prisión. Ya lleva tres en Kilo 5 y Medio, presidio de máxima seguridad en Pinar del Río.

En una entrevista reciente, Maykel le dijo al periodista y escritor Carlos Manuel Álvarez, que el pasado 23 de abril los celadores de la prisión le propinaron la última de las incontables golpizas que ha recibido. No han podido doblegarlo. Como tampoco a Luis Manuel Otero, sancionado a 5 años de privación de libertad que cumple en un penal de máxima seguridad en Guanajay, Artemisa, a unos 40 kilómetros al oeste de La Habana.

El domingo 11 julio, después que arrancaron las protestas en San Antonio de los Baños, y antes de que Díaz-Canel diera la orden de reprimir al pueblo, Luisma me pasó un mensaje por WhatsApp: “Bro, me voy pa' la calle. No aguanto esta trancadera”. Su casa en el barrio de San Isidro estaba permanentemente vigilada por la Seguridad del Estado. La policía política le había colocado una cámara de vigilancia frente a la puerta de su domicilio. Pasada la una y media de la tarde, Otero salió rumbo al Capitolio Nacional donde se manifestaban miles de personas. Desde entonces permanece encarcelado.

No claudican

Hace un año, un pariente del artista contaba a DIARIO LAS AMÉRICAS la posición del creador y disidente: “No va a aceptar el chantaje del gobierno de negociar su excarcelación a cambio de emigrar”. Han transcurrido dos años y diez meses y Luis Manuel no ha perdido su capacidad de soñar. La revista Time lo incluyó entre las 100 personalidades más influyentes en 2021. En 2022, los Países Bajos le otorgaron el premio Príncipe Klaus. Sigue haciendo arte, como el retrato al carbón del Gato de Schrödinger y no ha perdido su sentido del humor. De su vida en prisión ha dicho: "Te levantan a las 6 de la mañana con una campana que suena como el alarido de un loco".

Lázaro Yuri Valle Roca, 63 años, fue sentenciado a cinco años de prisión por los presuntos delitos de resistencia y propaganda enemiga en un juicio sin garantías jurídicas celebrado el 28 de junio de 2022 en el Tribunal Municipal de Marianao, al oeste de la capital. Valle Roca, también director de la plataforma Delibera, fue arrestado el 15 de junio de 2021 y acusado por grabar un video en el momento que activistas opositores lanzaban octavillas con frases martianas a la vía pública.

Yuri siempre fue reportero incómodo para el régimen de la Isla. Ha sido acosado y golpeado salvajemente por agentes de la policía política en diversas ocasiones. El próximo mes de junio cumple tres años de cárcel. El castrismo le ha ofrecido el destierro forzado a cambio de su libertad. Su respuesta en una breve conversación telefónica que tuvo con su pareja, la activista Eralidis Frómeta, fue “que solo muerto me podrán montar arriba de un avión. No voy a acceder a chantajes”.

@DesdeLaHabana

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